Pressenza ha decidido abrir su redacción a todas aquellas personas que deseen compartir sus historias y reflexiones inspiradas de este periodo de confinamiento.

Seguimos esta serie con este lindo texto compartido por Maria Claudia Piña, una mujer amorosa, paciente e incondicional con sus amigos y seres amados, y apasionada por su labor de docente de primaria en una escuela de Bogotá, Colombia.

Maria Claudia Piña : ¡Cómo los extraño!

¿Que si ha cambiado mi vida en esta cuarentena? claramente sí, soy docente de niños y niñas de edades entre 6 a 7 años y una de mis pasiones, es poder estar junto a ellos, escuchar sus aventuras y disfrutar con cada nueva ocurrencia. Pero como consecuencia de la pandemia, ahora no los puedo tener cerca y lo más triste es que con algunos no he logrado tener comunicación porque sus padres no tienen celular, o los números que tenían ya no los usan. He perdido el rastro.

El gobierno habla en todos los medios de comunicación de una educación virtual; de programas para acceder y así fortalecer el proceso pedagógico, pero la realidad no es tan positiva para algunos estudiantes de colegios públicos que, dentro de su núcleo familiar, no cuentan con un computador, un celular de gama alta, un servicio de datos o una red de internet. Es ahí donde como docente debo empezar a buscar mil estrategias de cómo dar una clase y facilitar un aprendizaje significativo, lograr llegar de alguna manera a estos hogares donde los padres de familia viven de un diario y no han podido salir de sus casas para trabajar y deben elegir entre una comida, imprimir guías, o pagar un plan de datos para conectarse a las clases, con el dinero que medianamente logran conseguir para poder cumplir con lo que se les está pidiendo a ellos como padres y a sus hijos como estudiantes.

Esta etapa me cambió no sólo como docente sino también como ser humano. Conocer la historia de 38 estudiantes me toca el corazón, cada caso me duele y me frustra no poder ayudarlos como quisiera; pero debo continuar y todas esas historias me hacen más fuerte y me motivan a seguir creando juegos y dinámicas en casa, a explicar las veces que sea necesario sin importar la hora con el fin de lograrlo como un equipo (padres, estudiante y profe). Entonces, mi reto todos los días y semanas desde que inició la cuarentena es encontrar cómo llevar a cabo mis clases virtuales teniendo en cuenta las dificultades que tiene cada uno y poder en lo posible, seguir contribuyendo a su proceso pedagógico de manera simple pero gratificante para ellos, sin saturarlos en casa.

Debido a la pasión por mi trabajo y a esta etapa de virtualidad, los deberes de ama de casa y madre los he ajustado para que me ocupen el tiempo mínimo y es ahí donde comprendo la importancia de pensar en los otros, entiendo que todo esto está pasando para ser mejores seres humanos, más conscientes de la realidad y más agradecidos con las cosas simples, disfrutando al máximo lo poco o mucho que tenemos. 

Para finalizar quiero que entendamos que los verdaderos guerreros son los niños y niñas que no pueden salir de casas, ya no pueden jugar en parques, salir a comer helado, jugar con otros niños, y que tienen que ver como sus padres, familias se preocupan por la situación, pero ellos siempre tienen una sonrisa una palabra de aliento para sobrellevar este encierro que no es fácil pero solo podemos tener esperanza  y fe de que pronto volveremos a vernos porque extraño sus historias mal contadas que me hacían reír y disfrutar de sus abrazos sinceros.

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¿Desea compartir su historia de confinamiento?

  • ¿Cómo ha cambiado su vida desde el inicio del confinamiento?
  • ¿Cuales han sido sus principales actividades?
  • ¿Ha identificado nuevas oportunidades?
  • ¿Cómo imagina el futuro del mundo después del confinamiento?

Hay vivencias que dejan una marca en nosotros, y que sin duda pueden servir de inspiración para muchas otras personas. Les invitamos entonces a enviar sus historias al siguiente correo electrónico: mauricio.alvarez@pressenza.com 

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