Desde el inicio de las ciudades, hace más de 5.000 años, las epidemias han sido un problema recurrente debido a las aglomeraciones humanas. Hasta comienzos del siglo XIX muchas ciudades eran lugares hacinados, con bolsas de miseria y podredumbre. Las malas condiciones de higiene hacían que las enfermedades y epidemias como el cólera, la tuberculosis o la fiebre amarilla, fuesen frecuentes y de difícil control.

En respuesta a esta situación, algunos médicos comenzaron a denunciar las situaciones de pobreza e insalubridad como causa primera de las enfermedades. El médico alemán Johann Peter Frank publicó en 1790 “La miseria del pueblo, madre de enfermedades”, contribuyendo a crear una corriente dentro de la medicina, la arquitectura y el urbanismo que se llamó higienismo. Esta planteaba la mejora de las condiciones de vida como herramienta para erradicar enfermedades y epidemias.

A principios del siglo XX muchas ciudades europeas y americanas empezaron a desarrollar nuevos barrios con criterios higienistas: construyeron calles anchas, parques, plazas, redes de alcantarillado y agua potable, trasladaron las fábricas y los cementerios fuera de la ciudad y construyeron hospitales. Plantearon también soluciones para el ámbito de la vivienda, como la necesidad de instalar baños en todas las viviendas, fijar la altura mínima de los techos, proponer la ventilación natural de los ambientes y recomendar la limpieza periódica de las casas.

En el momento actual las condiciones de vida de la población siguen siendo un elemento clave en su salud. Pongamos un ejemplo, en el caso de Barcelona, la esperanza de vida de un ciudadano que vive en un barrio rico como Pedralbes es de 10 años más que la de un ciudadano que vive en un barrio pobre como el Raval. La distancia de un barrio a otro es de 10 estaciones de metro, así pues, la esperanza de vida disminuye un año por estación a medida que nos acercamos a la pobreza. Según datos del “Departament de salut de la Generalitat” el barrio de Roquetas tiene la tasa de positivos más alta de Covid-19, también es uno de los que tiene viviendas y empleos mas precarios.

El contagio y mortalidad de la actual pandemia de coronavirus esta también vinculado a las condiciones de vida de la población, las desigualdades sociales tienen una fuerte repercusión en la salud de la gente, aunque no se mencionen en las estadísticas.

Las personas con pocos recursos, que viven en una sola habitación de un piso compartido tienen peores condiciones para poder realizar un confinamiento y no contagiarse o contagiar a otros. Las familias que no cuentan con ingresos fijos o ahorros para pasar un aislamiento se ven obligadas a salir a trabajar diariamente y exponerse al contagio y la población sin techo está expuesta permanentemente a la enfermedad.

Se ha instalado la creencia de que el origen y desarrollo de las enfermedades es una cuestión individual y fruto del azar y se ha desarrollo muy poco su componente social y ambiental, pero lo cierto es que cuestiones como la densidad de población de las ciudades, la capacidad de dotar de servicios de proximidad a la población, la calidad ambiental del entorno, la existencia de jardines, paseos y plazas arbolados o las condiciones climáticas tienen relevancia en el desarrollo de las enfermedades, como también la tienen la distribución de la riqueza, la precariedad, la malnutrición, la falta de políticas de acceso a la vivienda que conducen a los desahucios, el barraquismo o el hacinamiento en las viviendas. Las desigualdades sociales también generan desigualdades en la salud, de manera que cuanto peor es la situación social, peor es la salud.

Otro factor importante es disponer de una sanidad pública y de calidad que pueda atender a tola la población enferma, como ya sabemos muchos de estos derechos humanos fundamentales están siendo recortados desde hace más de una década y ahora es cuando se hace evidente para todos la necesidad de defenderlos, algo que las mareas, plataformas, y otros colectivos vienen denunciando y exigiendo desde hace años. Necesitamos recuperar, para todos, derechos básicos como la sanidad, la educación, la vivienda o el derecho a la ciudad, es decir garantizar una vida digna para todos los ciudadanos y no solo para una minoría privilegiada,

Esta crisis muestra el colapso de un modelo neoliberal injusto que ha especulado e introducido en el mercado financiero servicios básicos como la salud, la vivienda, el espacio público, o el medio ambiente y con ello ha generado sufrimiento en muchos seres humanos. Es fundamental que aprovechemos esta crisis para hacer un cambio social y personal radical o corremos el riesgo de acercarnos a una etapa oscura de la humanidad.