Por Mark Lesseraux

Hay un viejo dicho, «El gato está fuera de la bolsa», que, como la mayoría probablemente sabe, se utiliza para indicar que algo que antes se pasaba por alto o se ocultaba durante mucho tiempo ha salido a la luz, se ha revelado a plena vista de todos. Es un dicho que últimamente he estado oyendo y leyendo cada vez más en relación a la causa o causas aparentes de la crisis socio-económica que estamos presenciando aquí en los EE.UU. y en todo el mundo actualmente. Sin embargo, de qué se trara exactamente ese «gato», a pesar de su reconocida omnipresencia, extrañamente todavía es una cuestión indefinida.

Muchos dicen que el culpable es el ya obvio fracaso del modelo económico neoliberal-capitalista global, un sistema que parece estar implosionando casi simultáneamente en docenas de países que abarcan seis de los siete continentes. Otros señalan que es la ruptura de la misma democracia real, debido a nuestra incapacidad de implementar sus mecanismos adecuadamente, lo que ha hecho que la mayoría de los gobiernos democráticos del mundo sean meros caparazones «formales» dominados por intereses especiales de lo que originalmente se pretendía que fuera un sistema creado por y para el pueblo. Otros dicen que el colapso de las antiguas y ahora anticuadas formas de organización social e institucional constituyen los indicadores más evidentes de la inminente caída de lo que hasta ahora se ha denominado sociedad «civilizada».

Si bien todas estas afirmaciones ilustran aspectos definidos de la crisis actual, me gustaría sugerir que en realidad se trata de subconjuntos de un sistema de valores de larga data que es y ha sido la raíz, generando la causa de todos los fenómenos aparentemente separados mencionados anteriormente pero que están realmente interconectados. En lugar de dedicar tiempo a entrar en detalles aquí sobre las diferentes formas que ha tomado este sistema enfermo durante el último siglo (y más), citaré, como lo hice en el primer artículo de esta serie, su potencial antídoto: «En medio de toda esta confusión, sin embargo, ha empezado a surgir y a proliferar ampliamente por todo el mundo una nueva corriente de pensamiento que pone las necesidades concretas del Ser Humano como valor y preocupación central (en oposición a las «leyes del mercado»/lucro, al Estado, a deidades particulares, etc.)».

De hecho, me gustaría llevar esta sugerencia un paso más allá y decir que este año (2020) podría, si jugamos correctamente los naipes que tenemos en la mano, ser un punto de inflexión no sólo para los EE.UU. sino para el mundo y la especie humana en su conjunto. Digo que el año 2020 podría pasar a la historia como el año en que empezamos a cambiar nuestro curso evolutivo desde un rumbo basado en la supervivencia y dominado por unos pocos ricos a uno de una Nación Humana Universal en que el valor central es la vida humana y el bienestar de cada uno y del planeta en su conjunto.

En mi próximo artículo de esta serie (que saldrá en una semana) discutiré esta posibilidad con más detalle. ¡Manténte en sintonía!