Instalado en el espacio público, en pleno centro de Santiago, justamente entre los dos edificios emblemáticos de los poderes Legislativo y Judicial, se encuentra el Campamento Dignidad que interpela a estos mismos poderes visibilizando las demandas sociales de todos los distintos movimientos y organizaciones que se coordinan en la Mesa de Unidad Social.

Hoy se cumple una semana desde que comenzara el acampe y la organización parece ir en aumento: hay baños, cocina, comedores, toldos que resguardan del excesivo calor de estos días, tarimas, micrófonos, sillas y pisos para que los asistentes tomen asiento y participen de los debates, muchos afiches y carteles, exposiciones, expresiones musicales y artísticas que van teniendo lugar, hora tras hora, día tras día, para dar con el tono que permite a esta protesta social hacer escuchar sus tres demandas fundamentales, las que resumen durante el desayuno que esta mañana compartieron con la prensa internacional:

a) La necesidad de que Chile se de una nueva institucionalidad mediante una Asamblea Constituyente, sin trampas, sin “letra chica”, sin condicionamientos cupulares, sino una asamblea soberana capaz de establecer su propio itinerario, contar con paridad de género entre sus participantes, con la inclusión de los pueblos originarios, para redactar una nueva Constitución.

b) Dar respuesta a las demandas sociales más sentidas como son el derecho a la educación gratuita y de buena calidad, el derecho a la salud gratuita y en las mejores condiciones, a la vivienda, a las pensiones sin más AFP, a terminar con las “zonas de sacrificio”, con la privatización del agua y el deterioro ambiental de los territorios, etc…

c) Ser capaces, como país, de dar una respuesta a los derechos humanos que han sido atropellados durante las jornadas de protestas sociales desarrolladas a partir del 18 de octubre y sancionar los hechos de detención, tortura, violación, daños oculares, heridos y muertos sin que nuevamente ello quede en la impunidad, como suele suceder.

“No estamos pidiendo nada más ni nada menos” señaló el dirigente de No+AFP Luis Mesina, “que aquello que Chile tenía hasta 1973: salud pública de excelencia, educación pública gratuita y de calidad, pensiones que garantizaban derechos, viviendas como las DFL2 que establecían un mínimo de 70 mts2, etc.. etc. Teníamos un país de derechos, eso es lo que queremos recuperar. No menos”.

“Efectivamente”, agregó Mario Aguilar, Presidente del Colegio de Profesores, “todos los derechos sociales se han vuelto un negocio desde que se los privatizó. Nosotros insistimos en visibilizar estas tres demandas: una Asamblea Constituyente soberana y no condicionada por las cúpulas políticas, la reparación inmediata de los Derechos Humanos pisoteados en estas jornadas de protestas y la recuperación de cada uno de nuestros derechos confiscados por un Estado neoliberal, ante el cual esta rebelión se levanta.” Y agregó: “Desde esta acampada el espacio público sigue activo, estamos movilizados y cuestionando a una élite prepotente y sorda, incapaz de dar respuestas al clamor popular. El Campamento Dignidad se ha tomado el espacio público sin permiso, constituye un acto de desobediencia civil no-violenta”.

Otros dirigentes presentes esta mañana señalaron que en algunas comunas del país también se están multiplicando las acampadas. Que el Campamento se instala y se levanta con independencia de lo que los poderes resuelvan. Que persistirá hasta que las organizaciones y los movimientos estimen conveniente y allí donde les parezca. No sería raro que celebren las fiestas allí mismo, en la plaza. De hecho, notamos que ya han instalado un árbol de navidad que en vez de estar decorado con esferas de colores espejados, tiene cartelitos alusivos a las demandas sociales: Vivienda digna, Pensiones justas, Educación gratuita, etc.. etc…

El programa de actividades que se realiza en el Campamento Dignidad es cada día más intenso y completo, con deliberaciones, discusiones, presentaciones varias, una suerte de ágora muy viva en la que se puede tomar el pulso a la tremenda vitalidad del movimiento social en su aspecto más organizado.

Las fotos son de Riccardo Marinai