“¿Cómo se atreven?”, increpó Greta Thurnberg en la ONU a los responsables de la situación ambiental del planeta, con rabia, con impotencia, perteneciendo a la generación que heredará un mundo colapsado en su sustentabilidad. Venía a Chile, a participar en la COP25. Su clamor también resonó en los jóvenes chilenos que ya no soportan el deterioro ambiental, ni tampoco las condiciones sociales en que vive el país, lugar en que mejormente se ha implementado el modelo neoliberal, donde todo es mercado, donde hasta el agua es privada.

Esa misma rabia e impotencia levantó un clamor entre los estudiantes chilenos que se volcó primero a saltar por sobre el torniquete de los ingresos al Metro, formándose un movimiento espontáneo de jóvenes por la evasión del pago en el transporte, contagiándose hacia los mayores y desembocando en el desborde social más contundente en la historia del país.

El hartazgo se expresó y se convirtió en el despertar colectivo de un pueblo. El sistema se defendió reprimiéndolo.

Van ya 13 días de protestas imparables, con gigantescas manifestaciones, ocupación de los espacios y las plazas de todas las regiones, marchas, caceroleos, paros de camiones y bloqueos de autopistas, además de los saqueos, incendios y expresiones violentas de la rabia popular. El vandalismo o la acción organizada, no lo sabemos todavía, quemó estaciones y carros de metro. Por su parte las fuerzas policiales han matado, herido, violado, torturado y detenido a mucha gente. Son ya veinte los muertos, entre ellos incluso un niño de cuatro años. Y más de cien quienes han perdido irremediablemente un ojo por recibir un disparo en la cara.

Esto ocurre en un lugar que tiene memoria y donde viene repitiéndose incansablemente, durante los últimos 30 años, que “nunca más en Chile”, que no volveremos a torturar a nadie, que tenemos que aprender la enseñanza dramática que nos dejó el golpe militar. Y sin embargo la batalla ha sido campal, la fuerza policial despiadada.

Hoy un grupo de parlamentarios ha presentado una acusación constitucional contra el ex-ministro del interior y anunció que prepara para los próximos días una acusación similar contra el Presidente Piñera, por las responsabilidades que les caben en las violaciones a los derechos humanos.

Mientras la gran mayoría de la población sigue movilizada y clamando por un nuevo acuerdo social, por una Asamblea Constituyente que permita darse una nueva Constitución, el Presidente ha resuelto cancelar la realización de la APEC acá, que estaba prevista para mediados de noviembre, y de la COP25 en diciembre, ya que Chile no cuenta con las condiciones mínimas para recibir a nadie.

Greta seguramente no llegará a conocer este modelo neoliberal ni tendrá oportunidad de intercambiar con su generación, esos valientes muchachos que reclaman dignidad. A ella y a todos les espera un futuro complejo, que requiere de un nuevo paradigma, de una forma diferente de organizar la sociedad, porque este sistema y el libre mercado resultan como un traje que a la humanidad le va quedando muy estrecho y no hay cómo seguir parchando. Será necesario transformar la manera de vivir en sociedad a fin que el progreso sea de todos y para todos, que podamos superar todas las distintas formas de violencia, permitir el pleno desarrollo de cada ser humano, revirtiendo además el enorme daño que ya está producido.