Estimado Cristián Warnken:

En relación a tu comentario que plantea el rechazo a la violencia previo a cualquier análisis de la situación que vivimos en Chile estos días (Emol, 19 de octubre de 2019), quiero decirte que quizás podemos hablar del tema de la violencia y sus formas.

Porque todos rechazamos la destrucción de infraestructura, muebles, calles, monumentos, etc. Pero qué tienes que decir en relación a la violencia diaria y que, desde hace muchos años, destruye la vida de millones de personas que viven con la esperanza de un mejor futuro, de una buena educación, de buenas jubilaciones, de recibir buena atención a sus dolencias, de contar con dignidad material, etc. ¿No existe? ¿Es abstracta? Las medidas adoptadas por el poder durante décadas en relación al tipo de vida que debe llevar la gente, ¿no es violencia?

¿No es violencia que la gente se muera esperando ser operada; que la gente jubile con sueldos de miseria cuando a esas alturas de la vida necesitan cosechar lo mejor; que la mayor parte de la gente gane menos de 400.000, y los sueldos no suban a la par del creciente costo de la vida, de los planes de salud, del trasporte público y todos los etcéteras posibles; que la naturaleza y la diversidad cultural se destruya en función del «progreso material ilimitado»?

No se trata de un tema de derecha o izquierda. Las movilizaciones de los últimos días no surgieron desde ninguna vereda política. Surgieron desde la desesperanza, desde el desamparo, desde el psiquismo desbordado por no contener más el dolor y el sufrimiento.

Hay que condenar la violencia antes de cualquier análisis. Sí, pero toda la violencia. Y tendremos que detenernos un poco más en la violencia ejercida día a día por los que deciden la vida de millones de personas. Y esto es porque la única razón por la que están en esa posición es porque fueron puestos allí para desarrollar el bienestar para todas y todos, y nos han defraudado sistemáticamente.

Imaginemos la indefensión de nuestra gente. Por años nada de lo que hacen les permite llevar una vida digna, merecida por cada habitante que vive en este país, todo lo contrario. Cada vez cuesta más y muchos mueren en ese intento, habiéndose podido evitar.

Creo que lo que necesita nuestra gente, y ahora me incluyo, es sentir que, por una vez en la vida, los que están en posición de decidir, priorizan nuestro bienestar por sobre cualquier otra consideración.

No veo otra forma de salir de esta crisis.

Rodrigo Valenzuela