Varios acontecimientos recientes señalan una temprana implementación del «acuerdo del siglo» a pesar del rechazo palestino.

Yara Zarir por una democracia abierta

25 de agosto de 2019

El «acuerdo del siglo» es el plan de paz propuesto por la administración Trump para poner fin a las disputas en Oriente Medio. El plan no fue anunciado oficialmente, sino que fue filtrado por un periódico israelí, «Israel Hayom».

¿Cómo se está implementando en la realidad el «acuerdo del siglo»? ¿Y cómo está afectando al territorio y al pueblo palestino antes de que se dé alguna indicación o se tomen medidas para su aprobación o firma?

Todas las partes implicadas, Oriente Medio y el mundo entero esperan ver qué detalles tiene el «acuerdo del siglo», qué tiene que ofrecer para acelerar el proceso de paz y qué es lo que se espera como resultado para poner fin al conflicto de forma permanente. Los detalles del acuerdo aún no han sido tratados públicamente, o discutidos directamente con las partes interesadas.

A principios de mayo de este año, los detalles del acuerdo del siglo fueron filtrados por Israel Hayom. En consecuencia, el acuerdo implicará a tres partes: la Organización para la Liberación de Palestina «OLP», Hamás que gobierna la Franja de Gaza y el Estado de Israel. El hecho de que ninguna de estas partes negociara, firmara o acordara el acuerdo de ninguna manera (el acuerdo en sí mismo no se ha hecho público en primer lugar) habla sobre su legitimidad.

Esta implementación contradice el derecho de cada estado y de cada una de las partes a elegir las obligaciones legales que desea cumplir, así como las condiciones y los plazos que considere más adecuados. Además, el acuerdo contradice el principio de los efectos relativos de los tratados internacionales. Este principio estipula que un Estado u organización sólo está obligado en virtud de los tratados y convenciones que ha firmado o ratificado; en otras palabras, un tratado sólo es vinculante si la parte ha aceptado esas obligaciones. La mera suposición de que el acuerdo fue firmado o aceptado por Israel y los Estados Unidos no cambia el hecho de que dos de cada tres partes no estuvieron de acuerdo con el trato.

Los documentos filtrados proporcionan una serie de áreas que el acuerdo presuntamente discutirá, y la solución sugerida de los asuntos en disputa que hay entre las partes. La Casa Blanca se negó a comentar la noticia o a verificarla de alguna manera. Los puntos clave tratados en este artículo son los aspectos del acuerdo que se han aplicado antes de que el acuerdo haya sido firmado.

Un primer ejemplo es el estatuto internacional de Jerusalén. El gobierno de los Estados Unidos ya declaró a Jerusalén como la capital de Israel y trasladó su embajada el pasado mes de mayo. En segundo lugar, está el estatuto de los refugiados. El Gobierno de los Estados Unidos ya ha suspendido toda la financiación y la ayuda a la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo. En tercer lugar, el estatus de Gaza y la «Nueva Palestina», que pide un nuevo estado con un nuevo gobierno elegido, donde Hamás debe entregar todas las armas a la autoridad egipcia, y todas las fronteras se reabrirían al comercio, lo que parece ser el propósito del asedio y de la guerra contra Gaza.

Jerusalén

La situación en Jerusalén siempre ha sido de naturaleza especial. Desde el final del Mandato Británico, la ciudad ha sido sometida a un régimen de fideicomiso internacional por la resolución 181 de la Asamblea General de las Naciones Unidas. Hasta el día de hoy, Jerusalén ha permanecido sujeta a regímenes similares, pero bajo diferentes poderes de gobierno. La ciudad se dividió en dos entidades, con la parte occidental reconocida como parte del estado israelí, y la oriental como territorio palestino. Esta división fue el resultado de la adopción internacional del plan de partición como solución sugerida al conflicto en la región.

Este era teóricamente el caso hasta la guerra árabe-israelí de 1976, cuando Israel anexó la parte oriental de Jerusalén incluyendo la ciudad antigua. Esta anexión, en violación de la resolución de las Naciones Unidas y del derecho internacional, no fue reconocida por la comunidad internacional, que fue la postura adoptada por los dirigentes palestinos y el pueblo palestino.

Debido a que Jerusalén contiene muchos de los lugares más sagrados para musulmanes, judíos y cristianos, es de gran importancia religiosa para las tres religiones. Además, la ciudad de Jerusalén tiene una gran importancia política tanto para las partes israelí y palestina. Situado en el centro del conflicto, tiene una ubicación estratégica y da gran ventaja en el equilibrio de poder. Muchos palestinos e israelíes ven a Jerusalén como una capital indivisa de su propio estado, lo cual es precisamente lo que haría más difícil la división real de la ciudad.

Los asuntos y el papeleo palestinos están a cargo del consulado general de los Estados Unidos en Jerusalén, que actúa como embajada de facto de los palestinos. En diciembre de 2017, el gobierno estadounidense encabezado por el presidente Donald Trump firmó el Acta de la Embajada de Jerusalén de 1995 el cual reconoce a la ciudad indivisa de Jerusalén como la capital del estado de Israel. La firma de esta orden condujo al traslado de la embajada estadounidense de Tel Aviv a Jerusalén en mayo de 2018, así como al cierre del consulado palestino y su sustitución por una embajada para Israel.

Este paso dado por el gobierno de los EE.UU. es visto como un paso hacia la implementación del «acuerdo del siglo». Se presume que el acuerdo contiene un régimen especial para la ciudad de Jerusalén, el cual otorga a los israelíes el derecho a la soberanía completa sobre el territorio, al mismo tiempo que mantiene y asegura la libertad de religión en la ciudad, pero en última instancia convierte a toda la ciudad indivisa de Jerusalén en la capital de Israel. El acuerdo presuntamente sugiere que Jerusalén permanecería indivisa, pero que las responsabilidades serían compartidas entre Israel y la «Nueva Palestina».

Refugiados

Los refugiados palestinos se definen como «personas cuyo lugar de residencia normal fue Palestina durante el período comprendido entre el 1 de junio de 1946 y el 15 de mayo de 1948, y que perdieron tanto su hogar como sus medios de subsistencia como consecuencia del conflicto de 1948». El Organismo de Obras Públicas y Socorro de las Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina (o UNRWA, por sus siglas en inglés) es un organismo de las Naciones Unidas que se encarga de ayudar a esos refugiados. Financiado casi en su totalidad por contribuciones voluntarias de los Estados Miembros de las Naciones Unidas, así como por el Presupuesto Ordinario de las Naciones Unidas. Estados Unidos siempre ha sido uno de los principales contribuyentes a esta agencia, donando más de 350 millones de dólares sólo en 2017.

A principios de 2018, el gobierno de EE.UU. tomó la decisión de dejar de financiar a la agencia. Esta decisión tuvo lugar sólo unos días después de que se recortaran más de 200 millones de dólares en ayuda palestina. El gobierno de los EE.UU. dio una serie de justificaciones a esta decisión. Por un lado, el gobierno norteamericano creía que otros estados deberían contribuir a la agencia, explicando que su contribución desproporcionada era la principal fuente de financiación de la agencia. Además, el gobierno afirmó que el trabajo de la agencia ha sido «irremediablemente defectuoso». Por otro lado, esta decisión es vista por muchos como una forma de presionar a los líderes palestinos para que vuelvan a la mesa de negociaciones, basándose en las amenazas del Presidente Trump a principios de 2018.

Esto parece ser un paso hacia el acuerdo que propone el presidente Trump. El acuerdo del siglo está proponiendo, supuestamente, un final permanente al problema de los refugiados. Según el acuerdo, los refugiados palestinos deben naturalizarse y establecerse en los diversos países en los que residen. Esto se demuestra más claramente en el primer paso que dio el gobierno de Estados Unidos en Líbano en mayo de este año, cuando el secretario adjunto en funciones de la Oficina de Asuntos de Oriente Próximo del Departamento de Estado visitó Beirut para mediar entre Líbano e Israel en la demarcación de las fronteras terrestres y marítimas entre los dos países. Se cree que esta mediación de los Estados Unidos es un paso para presionar al gobierno libanés para que conceda la ciudadanía a los refugiados palestinos que viven en el país.

Además, en mayo de 2019, el enviado de Estados Unidos para Oriente Medio, Jason Greenblatt, propuso en una reunión del Consejo de Seguridad de la ONU el desmantelamiento de la agencia en su conjunto, y sugirió que los países anfitriones u otras organizaciones no gubernamentales internacionales o locales se hicieran cargo de los servicios que el UNRWA ha venido prestando a través de todo el Oriente Medio desde hace más de siete décadas. Esta sugerencia fue rechazada por la agencia, los estados árabes donde los refugiados palestinos son principalmente residentes y la comunidad internacional, que sigue creyendo en la parte esencial y en el deber que tiene el UNRWA con respecto a un grupo vulnerable, como son los refugiados.

La mediación de Estados Unidos entre Líbano e Israel, y su plan para nacionalizar a los refugiados palestinos en el Líbano, es sólo una etapa de la interferencia planeada en la región. Además, el fin de todas las donaciones al UNRWA es una señal clara de hacia dónde se dirige la política estadounidense en su plan de paz para Oriente Medio. Por último, la embajadora de EE.UU., Nikki Haley, declaró ante la ONU que cree que EE.UU. debería eliminar el derecho al retorno de la mesa de negociaciones. Todo esto hace que los detalles del acuerdo del siglo en relación con la situación de los refugiados y el derecho al retorno sean más evidentes.

Nueva Palestina

Después de que Hamás asumiera el control de la Franja de Gaza en 2007, y tras declarar el estado de emergencia y disolver el gobierno de unidad, Gaza se convirtió en un territorio autónomo bajo la autoridad de Hamás. Desde la toma del poder y el establecimiento del gobierno en Gaza, no ha habido elecciones en el territorio ni cambios de autoridad.

Ha habido tensiones continuas y repetidas hostilidades entre la parte israelí y el gobierno de Gaza. Esto ha afectado naturalmente a los dos cruces controlados por Israel hacia la Franja de Gaza: Erez y Kerem Shalom. Esto también dio lugar a una sensación de inestabilidad cuando se trata de cruzar puntos y fronteras. Sin embargo, independientemente de las hostilidades y de la tensa situación, el control de esos cruces sigue estando en manos de Israel.

A principios de abril de este año, se formó el nuevo gobierno palestino y juramentó su cargo. Sin embargo, no parece que se vislumbren unas elecciones presidenciales o legislativas, las cuales se suponía que se celebrarían en mayo de conformidad con la decisión del Tribunal Constitucional. Sin embargo, el establecimiento de un nuevo gobierno es un paso hacia el establecimiento de un nuevo Estado y hacia unas elecciones largamente esperadas, especialmente a la luz de las declaraciones del presidente de facto de la Autoridad Palestina, que dice que no es posible celebrar elecciones en ese momento, teniendo en cuenta la situación en Jerusalén Oriental y Gaza.

El supuesto acuerdo del siglo propone la creación de una «Nueva Palestina», que incluiría la Franja de Gaza y Cisjordania, excluyendo los asentamientos ilegales israelíes, y considerando a los residentes árabes de Jerusalén como ciudadanos de Nueva Palestina. En consecuencia, Hamás aceptará celebrar unas elecciones libres un año después de que se haya llegado a un acuerdo, lo que determinará el nuevo gobierno de la «Nueva Palestina».

El territorio vecino del Sinaí será arrendado a Egipto para el interés de Nueva Palestina, donde se creará un aeropuerto y una zona industrial. Además, se construiría un corredor terrestre entre Gaza y Cisjordania para conectar los dos territorios, y sería posible transferir agua desalinizada a través de un conductor subterráneo entre los dos lugares. Al mismo tiempo, Cisjordania estará conectada con Jordania a través del Valle del Jordán por dos cruces. El Valle del Jordán permanecerá bajo el control israelí y será anexado a Israel. Lo que esto sugiere es la limpieza de los palestinos del territorio de Gaza, y que Israel tenga aún más control sobre Cisjordania.

De ello se puede concluir que, aunque no sea posible celebrar elecciones en este momento, el acuerdo del siglo garantizaría la posibilidad de celebrarlas nacionalizando a los refugiados palestinos en sus países de residencia, conectando a Gaza y la Ribera Occidental entre sí y manteniendo al mismo tiempo a los residentes árabes de Jerusalén como ciudadanos palestinos que tendrían derecho a participar en las próximas elecciones. Sin embargo, todo esto, aunque ayude a acercar las elecciones palestinas a la realidad, no interesa al pueblo palestino, ni en Cisjordania, ni en Gaza, ni en Jerusalén del este, ni en la diáspora.

La dirigencia palestina se ha negado a participar en este acuerdo y rechaza cualquier plan de paz propuesto por el gobierno estadounidense. Incluso antes de que se aclararan o filtraran los detalles o la información sobre el acuerdo, la posición de la administración Trump ha quedado clara para los palestinos. Este rechazo ha sido una reacción continua a la política estadounidense hacia la disputa en la región. El reconocimiento de la ciudad indivisa de Jerusalén como capital de Israel, así como el reconocimiento de la soberanía israelí sobre los Altos del Golán y el recorte de fondos a la UNRWA, han mostrado a los palestinos la actitud y la posición del gobierno norteamericano.

Además, la negativa palestina a cualquier plan de paz se debe a la grave preocupación de que, independientemente de lo que ofrezca el acuerdo, todavía estaría muy por debajo de sus esperanzas de un Estado independiente sobre los territorios ocupados en 1967, como parte de su reivindicación de una solución de dos Estados. Esta afirmación ha sido apoyada desde hace mucho tiempo por las resoluciones de la ONU y casi todos sus 193 estados miembros.

Independientemente de la anticipación o las expectativas palestinas hacia el «acuerdo del siglo» o cualquier otro acuerdo propuesto por el gobierno estadounidense, los supuestos detalles del acuerdo, si son ciertos, hablan por sí solos. La ilegalidad de considerar la ciudad indivisa de Jerusalén como capital de Israel, así como la clara incorporación de los territorios ocupados, mediante la legitimación de los asentamientos israelíes en los territorios ocupados de Cisjordania, excluyéndolos de los territorios de «Nueva Palestina», ha llevado a muchos estados a considerar esto como una violación del derecho internacional y de los derechos básicos de los palestinos.

La escena internacional y regional está siendo testigo de un completo fracaso del proyecto propuesto por la administración Trump. Por un lado, la parte israelí parece no poder aceptar el acuerdo, especialmente después de la decisión de Israel de celebrar otras elecciones parlamentarias este año, y la vacante que esto dejará en la parte israelí. Muchos expertos consideran este retraso como un posible final para el plan de paz. Por otra parte, la parte palestina rechaza los términos sugeridos y puestos sobre la mesa, ya que los consideran más una rendición que un acuerdo.

La parte palestina ha rechazado cualquier oferta de paz del Gobierno de los Estados Unidos, como quedó claro con el rechazo a asistir al Taller de Bahrein el cual se dice se celebrará para fomentar diversas inversiones en los territorios palestinos ocupados. Con mucha anticipación hacia el plan y la situación en Oriente Medio, la administración Trump parece no haber encontrado un plan para la paz en la región.

*El autor desea agradecer a Karam Omar por los comentarios y revisiones sobre el primer borrador.


Traducción del inglés por Armando Yánez