El Partido Humanista Internacional apoya la Huelga general por el Clima del 27 de septiembre próximo y suscribe plenamente todos los extremos del manifiesto de esta movilización, especialmente el encuadre del apartado de solidaridad que transcribimos a continuación:

“El deterioro ambiental de las condiciones de vida se sufre de forma desigual en función de la clase social, el sexo, la procedencia, o las capacidades. Defendemos que la transición ha de enfrentar estas jerarquías y defender y reconocer de forma especial a la población más vulnerable.

La degradación planetaria y la creciente desigualdad tienen un origen común y se alimentan entre ellas. Así, por ejemplo, muchas grandes empresas y bancos obtienen enormes beneficios a través de la especulación inmobiliaria, el desahucio, la gentrificación o la turistificación que expulsa a las familias de sus casas, a los vecinos de sus barrios. Aunque cada vez hay más inversiones en tecnologías para la transición energética, sigue habiendo muchos fondos que sostienen y financian a las grandes empresas del oligopolio energético en su explotación del planeta, y cuyo resultado es el incremento de la pobreza, incluida la energética.

Los colectivos más desfavorecidos no pueden empeorar su situación, por lo que la transición se tiene que realizar con justicia social. En el caso de los territorios y trabajadores y trabajadoras afectados es preciso adoptar medidas para asegurar empleos alternativos en sectores sostenibles, afrontar la crisis energética, reducción de la jornada laboral, un mejor reparto del empleo y el desarrollo de otros mecanismos en torno a la Transición Justa que deben lograr que no se deje a nadie atrás.”

En las décadas pasadas, la opinión pública se manipuló de manera que la población creyó que el único y principal responsable del desastre ecológico era el ciudadano común. Aquella idea fue gestada por los gobiernos cómplices neo-liberales de las décadas de los 70/80. Las multinacionales y el complejo militar industrial se lucraron sin límites ni condiciones distrayendo a los pueblos y direccionaron las acciones de voluntarios bien intencionados en un sin fin de reciclados. En su relato “Panfleto a paso de tango”, del libro “El día del León Alado”, Silo ironizaba sobre este asunto, cuando describe el comportamiento de los argentinos, desde el punto de vista de los europeos:

. . .»en todo caso, había que cuidarse de esos irresponsables lugareños porque a fuerza de cazar moscas con aerosol estaban ampliando el agujero de ozono sobre sus propias cabezas, al tiempo que contaminaban la Antártida con latas de sardinas, botellas de vino y preservativos». . .

Por aquellos tiempos, los medios de comunicación exhibían todo tipo de personalidades del ámbito cultural, del deporte y empresarios o políticos que responsabilizaban al individuo de la contaminación ambiental. Mientras,  no decían nada de las multinacionales que de verdad estaban dañando el planeta.

Pues bien, las cosas han cambiado, y la denuncia y la manifestación en contra del calentamiento global, hoy parece bien direccionada. Solo resta esperar que no sea demasiado tarde.

El Partido Humanista Internacional apoya esta propuesta y exige que las instituciones, los Estados y las empresas escuchen a la ciudadanía y a las organizaciones que exigen un nuevo modelo social y ecológico que no comprometa la supervivencia de las generaciones futuras y de la vida. Y saluda, además, con alegría el empuje de los jóvenes que en estos días están saliendo a la calle para exigir a los gobernantes que cambien sus políticas.