Desde las obras sinfónicas hasta el heavy metal, la música de todos los géneros tiene la capacidad de tocar las cuerdas de nuestro corazón, aunque una nueva investigación muestra que algunas personas son más susceptibles y emocionales que otras al poder de las canciones. Publicado en Journal of Neuroscience, el estudio revela diferencias en la estructura de la materia blanca en ciertas regiones cerebrales, que determinan por qué algunos llegan a emocionarse tanto con el sonido de la música (al punto de erizarse los pelos), mientras que para otros es una experiencia menos intensa.

La inspiración para esta investigación llegó cuando un equipo de científicos de la Universidad de Barcelona (UB) y el Instituto de Investigación Biomédica de Bellvitge (UB-IDIBELL) comenzaron a investigar una condición llamada anhedonia musical, que se refiere a la incapacidad de sentir placer al escuchar música, a pesar de poder disfrutar de otros estímulos gratificantes como la comida y el sexo.

Los investigadores reclutaron a 38 voluntarios, alrededor de un tercio de los cuales sufrían de anhedonia musical, y utilizaron imágenes de resonancia magnética funcional (fMRI) para escanear sus cerebros mientras escuchaban música clásica. Al mismo tiempo, a los participantes también se les pidió que indicaran cuánto disfrutaban la música en una escala del uno al cuatro.

Los autores del estudio estaban particularmente interesados ​​en observar la materia blanca que conecta ciertas áreas de la corteza auditiva con el centro de recompensa del cerebro, para tener una idea de cómo estas regiones se comunican entre sí en las personas con anhedonia musical.

La anhedonia musical se caracteriza por una indiferencia al estímulo de la música. El reciente estudio descubrió que puede deberse a un bajo nivel de conectividad entre dos áreas particulares del cerebro.

Los resultados mostraron que las diferencias individuales en la cantidad de placer derivado de escuchar música se correlaciona con el nivel de conectividad entre una parte de la corteza auditiva, llamada corteza auditiva supratemporal, y el estriado ventral, que forma parte del circuito de recompensa del cerebro.

Los participantes que sufrían de anhedonia musical tenían menos materia blanca conectando estas regiones cerebrales particulares, que aquellos que no tenían la condición, lo que indica que este flujo de comunicación es responsable de nuestra capacidad de disfrutar del sonido rítmico.

El autor del estudio, Josep Marco-Pallarés, dijo que este hallazgo explica «por qué hay una anhedonia específica para el estímulo de la música, pero no para otros estímulos como los juegos o la comida, que podrían tener otras aplicaciones para la comprensión de patologías relacionadas a ciertas adicciones».

Si te has dado cuenta de que la música no es tu placer, podrías explicarlo con una falta de conectividad entre tu corteza auditiva supratemporal y tu estriado ventral. O tal vez exista la posibilidad de que no estás escuchando la música que realmente despertará tu sensibilidad.

Fuente: IFLScience

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