Por Sharan Burrow*

El Banco Mundial afirma que la pobreza está disminuyendo en todo el mundo, pero investigaciones de agencias de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) muestran que depende de lo que se mida. Si se toma en serio la reducción de la pobreza, debe comenzarse por identificarla adecuadamente.

El Banco Mundial ha afirmado reiteradamente que la pobreza extrema está en declive. En su Informe sobre la pobreza y la prosperidad compartida, afirma que “el mundo ha progresado enormemente en la reducción de la pobreza extrema”.

El porcentaje de personas que viven en la pobreza extrema a nivel mundial cayó a un nuevo mínimo del 10 por ciento en 2015, el último dato disponible, en comparación con el 11 por ciento en 2013, lo que refleja un progreso continuo pero lento, según esa institución.

El número de personas que viven con menos de 1,90 por día cayó durante este período en 68 millones para situarse en 736 millones, asegura.

¿Qué estamos midiendo?

De hecho, la línea de pobreza extrema del Banco Mundial de 1,90 dólares por día no se basa en estimaciones reales del costo de vida de las personas dentro de los países. Esto explica por qué no logra capturar la desesperación experimentada por tantos.

Tan pronto como nos enfocamos en la experiencia vivida por las personas, la imagen se vuelve más clara. Al nivel más intuitivo, sabemos que la pobreza está determinada por la incapacidad de una persona para satisfacer sus necesidades materiales. Quizás la más básica de estas necesidades es la comida.

Las cifras de 2018 de la ONU sobre el hambre muestran que está en aumento a nivel mundial. Se estima que 821 millones de personas pasan hambre actualmente. Es sorprendente entonces que el Banco Mundial considere que millones de personas que sobreviven con hambre viven por encima de su línea de pobreza.

Las instantáneas regionales también contradicen los hallazgos de pobreza del Banco Mundial.

Si bien el Banco Mundial estima que 400 millones de personas viven en la pobreza extrema en la región de Asia y el Pacífico, un informe de 2018 de la Comisión Económica y Social de las Naciones Unidas para Asia y el Pacífico destaca que 520 millones de personas en la región están desnutridas y 1.200 millones carecen de acceso al saneamiento básico.

El Banco Mundial también estima que la pobreza extrema en América Latina es baja, de 4,1 por ciento de su población total, y sugiere que ha estado disminuyendo en los últimos años.

Mientras tanto, las cifras de 2018 de la Comisión Económica de las Naciones Unidas para América Latina y el Caribe (Cepal) indican que tanto la pobreza (29,6%) como la pobreza extrema (10,2%) han aumentado desde 2012.

La Cepal define sus líneas de pobreza general y de pobreza extrema en función de los costos de los alimentos y otros bienes y servicios esenciales.

Si bien el Banco Mundial afirma que la pobreza extrema casi se ha erradicado en la región, las cifras de la Cepal muestran que casi un tercio de las personas en América Latina no pueden cubrir los costos de los bienes y servicios básicos, y uno de cada 10 ni siquiera puede pagar los costos básicos de la comida.

Entonces, ¿en qué se basa la línea de pobreza del Banco Mundial? El indicador de un dólar por día se estableció en su Informe sobre el desarrollo mundial de 1990.

Si bien el “marcador de dólar al día” era fácilmente comprensible para el público, era principalmente simbólico y no se basaba en ninguna estimación de los ingresos que la gente necesitaría para vivir.

Desde entonces, la línea de pobreza se ha actualizado de acuerdo con la inflación y los cambios en el índice de precios al consumidor, hasta llegar al actual de 1,9 dólares para los países con mayor pobreza. El Banco desarrolló líneas de pobreza adicionales para los países de ingresos medios bajos y medios altos, a de 3,20 y 5,50 dólares por día, en gran medida para reflejar los precios más altos en esos países.

Si está roto, repáralo

La naturaleza arbitraria del enfoque del Banco para la medición de la pobreza tiene muchas muchas críticas y muchos han identificado la necesidad de avanzar hacia un enfoque de necesidades básicas.

Esto definiría la cantidad de dinero necesaria para cubrir alimentos, vivienda y otros bienes y servicios esenciales, incluidos la salud y la educación.

Se estima que si el Banco midiera la pobreza en función de las necesidades, las tasas internacionales de pobreza serían considerablemente más altas.

El Banco se ha resistido a tal solicitud, argumentando que la línea de pobreza de 1,90 dólares es válida y significativa, ya que corresponde a la mediana de las líneas de pobreza nacionales de los países más pobres del mundo.

Lo que realmente sucede es que el Banco Mundial valida su línea de pobreza en gran medida sobre la base de otras líneas de pobreza nacionales desarrolladas por el Banco Mundial, un caso flagrante de parcialidad y lógica circular.

La investigación del profesor Sanjay Reddy mostró que solo nueve de las 87 líneas nacionales de pobreza citadas por el Banco se derivaron de mediciones realizadas en forma independiente.

La Comisión sobre la Pobreza Mundial, presidida por Anthony Atkinson y establecida para asesorar al Banco sobre la medición de la pobreza mundial, formuló varias recomendaciones para mejorar su monitoreo y medición de la pobreza.

Recomendó que el Banco Mundial se asocie con otras agencias para construir una estimación de necesidades básicas de pobreza. Esto es completamente factible y algunas agencias regionales ya lo están haciendo con éxito.

Sin embargo, el Banco argumentó en contra de esto, dando la responsabilidad de adoptar un enfoque más preciso en los países en forma individual y evitando así el desarrollo de estimaciones comparables internacionalmente.

El propio director interino de Investigación del Banco, Francisco Ferreira, admitió recientemente que “hay un espacio significativo para la toma de decisiones arbitrarias” al establecer las estimaciones internacionales de pobreza del Banco Mundial.

Argumentó también que la corrección contra tales consecuencias arbitrarias es inviable ya que la meta de reducción de la pobreza de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) se basa en las medidas de pobreza del Banco Mundial. Que una institución internacional argumente que se debe mantener una medida inexacta porque la comunidad internacional la está utilizando, pone de relieve una profunda falta de ambición y responsabilidad.

El Banco Mundial y la gran comunidad internacional no deberían temer cambiar una medida que no funciona. De hecho, es necesario para lograr el objetivo declarado del Banco de reducir la pobreza.

La falta de información sobre la pobreza no hace que desaparezca.

Más bien, los indicadores inexactos hacen que sea más difícil identificar las políticas que realmente lo abordan, como aumentar los salarios, reducir el trabajo precario, extender la cobertura de protección social y mejorar el acceso a servicios públicos esenciales como la salud y la educación.

Ya es hora de que el Banco Mundial se aleje de un indicador arbitrario hacia uno que capte el costo de vida, en función de las necesidades reales de las personas.

 

*Secretaria General de la Confederación Sindical Internacional (CSI)

El artículo original se puede leer aquí