Un país sin fuerzas armadas se evita muchos inconvenientes y ahorra mucho dinero. Hay en el mundo 25 estados que no tienen militares y por tanto en ellos no se presentan los problemas que hoy vemos en el nuestro.

La historia nos dice que el rol de las FF.AA uruguayas ha sido muy lamentable, participando en hechos tan desgraciados como el genocidio del pueblo charrúa, pasando por la guerra de la triple alianza contra el hermano pueblo paraguayo, hasta la usurpación del poder en los años 70 de siglo pasado. Pero: ¿Qué han hecho las FF.AA uruguayas en los últimos tiempos? Veamos algunos hechos.

Está probado en actas del Parlamento de la República que de forma absolutamente ilegal, años después de haber terminado la última dictadura, servicios de inteligencia militar siguieron espiando a políticos de todos los partidos, dirigentes sindicales, periodistas y militantes de organizaciones sociales. Todavía estamos sin saber quiénes dieron las órdenes de hacer estos seguimientos clandestinos típicos de los tiempos del terrorismo de estado.

El ex comandante Guido Manini Ríos, como vocero del pensamiento que anida en varios de los miembros de la cúpula militar uruguaya, afirmó reiteradamente que la Justicia Civil procesó militares “sin pruebas y sin respetar los más elementales principios del derecho”, declaraciones que atacan uno de los pilares del sistema republicano, revelando reminiscencias de aquellos tiempos en que los militares concentraban todo el poder y no se sometían a otro tribunal que el suyo propio.

Como si esto fuera poco, acaba de saberse que un tribunal de honor militar escuchó la confesión del autor de la muerte de un detenido que fue torturado en un cuartel y posteriormente su cuerpo arrojado a aguas del río Negro, sin comunicar esto a la Justicia Civil para las actuaciones correspondientes.

Es de público conocimiento la crisis política que han generado estos hechos, que no se habrían dado si Uruguay estuviera en la lista de estados desmilitarizados en la que debería estar, pues es evidente que están dadas las condiciones para ello.

Nuestro Ministerio de Defensa Nacional tiene un presupuesto anual que se sitúa en unos seiscientos millones de dólares. La profesión militar es fuente de trabajo para unos 28 mil uruguayos. Tan solo el Ejército Nacional se compone de unos veinticuatro mil efectivos organizados en cuatro divisiones y cinco armas. Tenemos un total de 48 cuarteles distribuidos en todo el territorio. En total, Defensa cuenta con 27.923 cargos ocupados, 26.468 militares y 1.455 civiles, de acuerdo a lo informado en la Rendición de Cuentas enviada al Parlamento. De ese número hay 3.532 oficiales que se considera “Personal superior”.

No es difícil imaginar qué podríamos hacer con seiscientos millones de dólares al año, una fuerza laboral de casi 28 mil personas y 48 edificios públicos y una buena flota de vehículos a los que se les podría dar otro uso, sin el peso de tantos altos oficiales cobrando sueldos muy elevados incluso después que se jubilan a temprana edad. ¿Debemos seguir sosteniendo un aparato militar como el que tenemos? ¿Realmente lo necesita el país? ¿Podría ser Uruguay el Estado número 26 en la lista de países sin fuerzas armadas?

Los humanistas pensamos que ésta es una discusión que el país debe darse, más allá de ponderar la actuación de cada uno de los protagonistas de los hechos del momento, que dejan en relieve la pesada problemática que pone sobre la sociedad la existencia de unas fuerzas armadas sin las que seguramente podríamos vivir mucho mejor.

por Aníbal Terán Castromán
Vocería del Partido Humanista, integrante de UNIDAD POPULAR.
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