Por qué el hallazgo de la nueva especie humana Homo Luzonensis es un desafío novedoso para la evolución.

En una cueva de la isla filipina Luzón, el equipo de investigación en torno a Florent Détroit ha descubierto algo sensacional que enriquece la evolución humana conocida hasta ahora de forma inconclusa. Esto gracias a nuevos hallazgos que cuestionan el conocimiento previamente adquirido.

Una pequeña criatura trepadora

Solamente unos pocos restos fosilizados del Homo Luzonensis pudieron ser clasificados por los investigadores al género Homo, que proporciona información sobre la forma de vida y al parecer, también sobre su descendencia.

El hallazgo nos remite al descubrimiento del Homo Floresiensis en el año 2004, ya que también se trata de un hallazgo en una isla asiática, que probablemente constituyó una forma de desarrollo reducida a causa del denominado enanismo insular. Los individuos más pequeños son seleccionados positivamente por los reducidos recursos de los que dispone una isla. Inclusive los individuos adultos, probablemente apenas alcanzaron una estatura de 1,20 metros y existieron hace 67.000 años. La curvatura de los huesos de sus pies sugiere un estilo de vida de trepador y genera nuevas interrogantes para el equipo de investigación.

¿Debe reinterpretarse la historia de la distribución humana?

Hasta el momento se asumía que el Homo Erectus era el único género de homínidos que había dejado África. El Homo Luzonensis, no obstante, tiene los huesos de los pies curvos como Australopithecina, los antepasados del Homo Erectus, de los que Lucy también forma parte.

Si los Australopithecina abandonaron África para ir a Asia, es factible la aparición simultánea de otras variedades de homínidos. En este contexto, la investigación tendría que prescindir de la imagen de África como origen de la humanidad y considerar a Asia como un nuevo punto de origen. Esto se consideró obsoleto durante varias décadas, ya que la historia de la evolución humana, muy influenciada por posturas racistas, pensó sólo en Europa o Asia como la cuna de la humanidad, mas no en África. Los investigadores racistas atribuyeron al hombre negro un menor nivel de desarrollo evolutivo que los blancos. Se sostenía incorrectamente en su momento, que si África (Subsahariana) no hubiera generado una cultura fuerte también habría que descartar el surgimiento del hombre ahí.

Los nuevos hallazgos son meramente circunstanciales, no son pruebas. El hecho de que no se hayan encontrado Astralopithecus fuera de África, que los dientes denoten un descenso de Homo Erectus y que los datos para una reorientación tan esencial de la historia humana sean muy limitados se opone a un descenso directo Australopithecino de Homo Luzonensis. Los huesos curvos de los dedos del pie también podrían haber sido consecuencia de una rotación en el dorso.

Los individuos de Homo Luzonensis (de fase temprana) con características de sus antecesores (Australopithecus) pueden haber tenido una ventaja de selección sobre los individuos de su especie con expresiones características de sus ancestros directos (los Homo Erectus).

La importancia del hallazgo enfocado en la evolución humana

El clima tropical descarta muy probablemente el hallazgo de vestigios de ADN, pero los investigadores aspiran poder obtener proteínas de la médula ósea o del esmalte de los dientes que permitan hacer más constataciones sobre la evolución del Luzonensis. Hasta entonces, la teoría fuera de África continuará siendo la teoría dominante.

Los hallazgos de los humanos Densinova, Homo Floresiensis, y Homo Luzonensis sugieren que tenemos que imaginar la evolución de los homínidos como mucho más compleja de lo que se asumía anteriormente y que nuestro conocimiento sobre la encarnación tiene que ser continuamente rediseñado por nuevos descubrimientos.

Por Helge Brunswig

 


Traducido del alemán por Sofía Guevara