Por Enric Feliu Blanch.-

Una tarde de abril. En el auditorio de Calàbria 66 en Barcelona, todo el mundo en la sala es consciente de que estamos en épocas convulsas, en las que el tiempo para reflexionar no encuentra su lugar. La inmediatez, el hecho de responder rápidamente a cuestiones nuevas nos hacen perder la perspectiva y reduce la realidad al “ahora y aquí” y, además, tenemos que resumirlo en 248 caracteres. Si no, no lo valoramos.

Aquí radica la importancia de las Terceras Jornadas de Medios de Comunicación y Movimientos Sociales. Reflexionar sobre la situación de nuestros derechos individuales, sociales y colectivos, sobre el papel que juegan los medios de comunicación y como lo podemos afrontar desde los movimientos sociales. Por lo tanto, Europenetting se constituye como un paso imprescindible en la creación de una verdadera red de complicidades e información. No podemos permitirnos desconectarnos de lo que pasa en Latinoamérica o el resto de Europa. No vivimos aislados.

Pero también vivimos arraigados a un entorno. Y por eso la presentación del acto a cargo de Pep Sala, de la Asociación de Vecinos del barrio de Sant Antoni, uno de los barrios más afectados hoy en día por la gentrificación y que hace que te preguntes de qué sirve mejorar un barrio si entonces los habitantes de toda la vida tienen que marchar.

El resto del acto fue conducido por Pilar y Xavi, ambos de Pressenza.

De la vejez a la salud y al cambio climático, pasando por la enseñanza, pudimos seguir a representantes de diferentes movimientos sociales y organizaciones como Toni Barbarà, Pep Cabayol, Rosa Canyadell o Prudenci Vidal, que aportaron su visión desde los movimientos sociales implicados en la lucha diaria para la defensa de nuestros derechos y también de la supervivencia de nuestro planeta.

No se podía ignorar la situación que hoy sufre Venezuela, una aportación de Ramón Franquesa incidió en el hecho que los medios de comunicacion no nos dicen la verdad, sino que se encuentran al servicio de intereses particulares. Es entonces cuando más necesitamos medios de comunicación realmente independientes, democráticos y populares.

No solo hubo intervenciones orales sino también proyecciones de vídeos, como los que mostraban Brasil, otro de los lugares referentes por ahora por el descalabro que supone el acceso al poder de un sujeto como Bolsonaro. Grecia también fue objeto de atención, ahora que ya no parece noticia después de las brutales intervenciones de la troika comunitaria.

La represión contra el disidente, contra aquellos que a partir de la reflexión ven el mundo con otros ojos, de aquellos que saben que tienen razón para defender los derechos sociales y la dignidad humana, también fue tema dentro de la jornada. Una represión que adquiere diferentes formas en función del entorno socio-político, pero que parece que ya nos ha llevado hacia una democracia de muy baja intensidad, con gobiernos con actitudes autoritarias, que, incluso, no dudan al militarizar el espacio público e incidir con violencia sobre los movimientos sociales.

Estamos en una fase de resistencia, pero los movimientos sociales tenemos que pasar a la ofensiva y ganar el máximo de espacio social. Y solo lo podremos hacer con medios de comunicación independientes, que nos expliquen la verdad. Es trabajo nuestro impulsarlo porque, como alguien me explicó no hace mucho tiempo, el derecho a la información no es de la prensa ni es de los periodistas, es de la gente. Y si resulta que los medios públicos, en lugar de estar al servicio del pueblo están al servicio de su amo, la gente tiene que construir sus medios. Pressenza es un buen ejemplo de esta construcción democrática y popular. Nos queda mucho trabajo. Tenemos que afrontar esta nueva derecha autoritaria que parece que se impone por todas partes. Tenemos los aperos, teníamos las ideas y tenemos la razón. Pero tenemos que hacer que nuestro mensaje sea hegemónico socialmente, más allá de las encuestas de opinión, porque si no acabaremos en un rincón. Cómo lo haremos? Tejiendo complicidades como Europenetting, medios y movimientos sociales, el chispazo que mantiene el fuego de la revolución.

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