Por A. D. McKenzie

PARÍS, 27 mar 2019 (IPS) – En medio del berenjenal del Brexit y de los continuos debates sobre migraciones en Europa, un museo de Francia inaugura una exhibición celebrando la música y las migraciones.

La muestra del Museo Nacional de Historia de la Inmigración “explora la estrecha y compleja relación entre migraciones, música y activismo político contra el racismo”, explican sus curadores.

La inauguración se da cuando “muchos países europeos se vuelven hacia el interior y sucumben a la tentación de cerrar las fronteras”, añadió.

La exposición “París-Londres: Migraciones musicales (1962-1989)” se inauguró el Día Internacional para la Eliminación de la Discriminación Racial, el 21 de este mes, y estará abierta hasta el 5 de enero de 2020.

A la semana, se inauguró también el Gran Festival contra el racismo, el antisemitismo y los prejuicios LGBT en París.

La muestra vincula los movimientos artísticos de Inglaterra y Francia y muestra cómo “las sucesivas generaciones de inmigrantes en esas dos potencias coloniales usaron la música para marcar la igualdad de derechos, afirmar su presencia en espacio públicos y contribuir a las transformaciones urbanas, económicas y culturales reestructurando” ambos países, explican los curadores.

La mayoría de los amantes de la música ya son conscientes de la influencia que géneros como el ska, el reggae y el rai han tenido en la música popular, y la exhibición detalla ese impacto a través de una variedad de documentos, videos y grabaciones. Pero va más allá, y subraya cómo músicos inmigrantes desempeñaron un papel crucial en la lucha contra el racismo, con movimientos como “Rock contra el Racismo”, en Gran Bretaña y “Rock contra la Policía”, en Francia.

“Esas dos historias nunca se habían puesto juntas, una al lado de la otra, en la época poscolonial”, explicó Martin Evans, profesor de historia europea moderna en la Universidad de Sussex, y uno de los tres curadores de la exhibición.

“Realmente queríamos ver cómo Londres y París se reinventaron con la influencia de los nuevos arribos entre los sesenta y los ochenta”, dijo a IPS.

Como dice la exhibición, “una riqueza de estilos musicales vinculados a sucesivas olas migratorias transformó a París y a Londres en capitales multiculturales” entre principios de los años 60 y 80.

Un aspecto significativo de esa inmigración fue el impacto global de la historia y la cultura de Jamaica, observó Evans, en particular, a través de las contribuciones de poetas como Linton Kwesi Johnson, con influencia del escritor martiniqués y estadista Aimé Césaire.

“Al hacer la muestra, descubrimos muchas historias sobre vínculos entre artistas y activistas en Francia y Gran Bretaña”, dijo Evans. “Un aspecto muy importante es descubrir las historias ocultas”, apuntó.

Los curadores exponen más de 600 documentos y obras de arte “conectados con la música”, incluidos instrumentos, fotógrafos, afiches de conciertos, videos, trajes y otros artículos, muchos de los prestados por instituciones como el Museo Victoria y Alberto, de Londres, y las colecciones personales de músicos conocidos.

Una riqueza de “estilos musicales vinculados a sucesivas olas migratorias” transformaron París y Londres en capitales multiculturales” entre principios de los sesenta y los ochenta”. Crédito: Cortesía: A. D. McKenzie

Al entrar, los visitantes encuentran grabaciones en blanco y negro de personas bailando, mientras un narrador explica los orígenes de la música y que los lleva al paroxismo del disfrute.

“Esto es ska”, que arrasó Gran Bretaña en los sesenta, derivado “de los sistemas jamaiquinos de fines de los 50”, dice.

Después de esa introducción y de la famosa letra de “Sammy Dead”, la exposición sigue con la naturaleza activista de la música de grupos londinenses como The Equals, la primera gran banda interracial de Gran Bretaña, formada por Eddy Grant, nacido en Guyana, quienes usaron su canción “Police on my back” (Policía a mis espaldas) para subrayar el acoso policial contra los inmigrantes.

Mientras, se incluyen en las leyendas de fotografías memorables las lecciones de la historia sobre la llegada y el asentamiento de inmigrantes, detallando cómo en Inglaterra se asentaron en el centro de las ciudades, mientras que en Francia quedaron en la periferia.

La generación Windrush (refiriéndose a los pasajeros del crucero HMT Empire Windrush, en 1948, y a sus descendientes) también ocupan un lugar destacado, con información sobre escándalos por el trato que el gobierno británico dio a personas y documentos históricos.

Además de los audiovisuales, la exhibición cuenta con una “lista de canciones matadoras” con ska, reggae, punk, makossa, rai, rumba, rock y otros géneros, y se puede ver a los visitantes bailando con auriculares o frente a un puesto de un vídeo de Millie Email cantando “My boy Lollipop” o de Jimmy Cliff, de “The Harder they come”, del icónico filme de 1972 de mismo nombre.

En la parte francesa, los visitantes aprenden sobre músicos africanos que  cambiaron el sonido de la música francesa como Manu Dibango, Salif Keïta, Noura y Khaled, entre otros.

Mientras, los vínculos transfronterizos se pueden escuchar en la versión reggae que hizo Serge Gainsbourg de La Marsellesa, que generó malestar en ciertos sectores sociales que, incluso, propiciaron amenazas de muerte.

“Gainsbourg usó su música como vector político”, explicó Stéphane Malfettes, responsable de la curaduría y encargado de la programación cultural.

“Viajó a Jamaica para grabar y era fanático del reggae. De hecho, Francia siempre tuvo un vínculo con esa música”, acotó.

Según Malfettes, los conciertos del conocido músico de reggae Bob Marley, entre otros artistas, convocaban a miles de fanáticos en Francia en la década de los años 70 y principios de los 80, y llevó al surgimiento de bandas francesas de reggae como Danakil, que hace música comprometida.

Algunos visitantes encontrarán que lo más interesante de la muestra es el aspecto político de la música, que dio paso al Rock contra el Racismo, un movimiento inspirado en “el surgimiento de la extrema derecha y en la propagación del racismo en el discurso político”.

Los músicos ingleses Red Saunders y Roger Huddle lanzaron ese movimiento en 1976 tras “las declaraciones racistas de Eric Clapton y David Bowie”, explican los curadores.

El primer concierto fue en el Parque Victoria en la primavera boreal de 1978, cuando unas 100.000 personas se concentraron a escuchar a grupos como Steel Pulse, The Clash y The Tom Robinson Band, “revelando las muchas veces olvidada solidaridad entre” el rock, el punk y el reggae.

La exposición destaca las personalidades y los músicos involucrados, a través de imágenes, música, fotografías y artículos.

El movimiento influyó en activistas de Francia, donde Rock contra la Policía surgió de la “proliferación de violencia y de incidentes racistas” de fines de los años 70 y principios de los 80 “por el éxito” del Frente Nacional, de extrema derecha, en las elecciones municipales de 1984, según los curadores.

Al final de la muestra, en 1989, los visitantes también aprendieron de otros acontecimientos significativos que subrayan la “identidad cultural” de París y de Londres.

Dos de esos eventos fueron el enorme concierto SOS Racismo, de junio de 1985, en la Place de la Concorde, y el famoso concierto en el estadio de Wembley, donde se celebró el cumpleaños 70 del líder sudafricano Nelson Mandela, en junio de 1988.

“Todo esto nos lleva a mirar las cosas de otra manera”, subrayó Malfettes. “Esperamos llegar a personas interesadas en la música, en los movimientos y a las que no saben nada de eso, en especial jóvenes”, añadió.

Si hay algo que criticar es la gran cantidad de objetos y de información, porque cuesta absorber todo en una sola visita. Muchos visitantes van a sentir la necesidad de volver, en especial por las conexiones musicales, las producciones de dub-reggae y punk de John Letts, y “los sonidos asiáticos alternativos” de la Fundación Dub Asiática, por ejemplo.

Lo irónico es que la exposición sucede en el Palais de la Porte Dorée, sede del museo de historia. El edificio, con su fachada decorada, se construyó para albergar la Exposición Colonial de París, de 1931, y se usó durante muchas décadas para mostrar la “influencia de la civilización” del colonialismo francés. Pero ahora hizo un viraje.

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