Un conscripto mata a un cabo y un sargento en la Escuela de Caballería de Iquique, ciudad localizada al norte de Chile, y luego se suicida. Alguien diría, nada nuevo bajo el sol, mal que mal, esto pasa todos los días.

Sin entrar en mayores detalles, la causa de lo ocurrido habría sido el acoso permanente, persistente –bullying le llaman ahora- contra el conscripto. Continuas burlas, castigos que terminaron por hastiarlo, reventarlo.

El joven soldado, lesionada su dignidad, se habría sentido acorralado, sin salida, y en medio de su desesperación no encontró otra escapatoria que salir a matar y terminar con su vida para poner fin a su calvario.

De acuerdo al Colegio de Psicólogos de Iquique, dado su historial no debió haber ingresado al Ejército para realizar su servicio militar. A eso se agrega que ya contaba con un intento de suicidio previo. Se desconoce si el Ejército adoptó alguna medida preventiva. En todo caso lo ocurrido revela que no existe capacidad alguna de anticipación para el abordaje de estas situaciones inherentes a toda organización.

Sin embargo, la ausencia de prevención se ve agravada porque no se trata de una institución cualquiera, sino que de una organización como el Ejército, que habilita la posesión de armas a sus integrantes. En consecuencia, las medidas a adoptar en torno a la selección del personal deben estar por encima de los estándares habituales. Tanto respecto del perfil psicológico de quienes pertenecen a sus filas, sean estos conscriptos, suboficiales u oficiales, como de la responsabilidad en el uso de las armas que se les confía.

Guardando las proporciones, este hecho viene a recordarnos la tragedia de Antuco, hace ya casi 15 años en el sur de Chile, donde murieron 45 conscriptos del Ejército de Chile, en medio de una nevada con temperaturas de menos 35 grados celcius y a 1.500 metros sobre el nivel del mar. Todos ellos fallecidos como consecuencia de malas decisiones de sus superiores.

Los hechos delatan no solo la necesidad de revisar protocolos, sino de humanizar la forma en que se relacionan entre sí los miembros del Ejército, reflexionar respecto de su razón de ser. Introducir una dosis de humanidad en el Ejército y en todas las ramas de las Fuerzas Armadas, así como en el país en general, nos haría mucho bien.