Por Claudia Aranda Arellano – Corresponsal de Pressenza en la Expedición Científica Antártica 2019 ECA55 del Instituto Antártico Chileno, INACH.

¿Ser científicas siendo mujeres, ambas latinoamericanas, es un desafío o ya no es tema?

Totalmente un desafío, sentencia tajante María, agregando que ir contra lo establecido es difícil porque “todavía los grandes mandos en la ciencia son hombres y creo que eso es transversal, no solamente en la ciencia, sino en casi todo tipo de trabajo”.

María Ángeles Cabrera, Bioquímica chilena y Doctora en Biotecnología de la Universidad de Santiago de Chile (USACH) y que trabaja en a UNAB, y Jessica Campo, Microbióloga colombiana y estudiante de doctorado en Biociencias Moleculares en la UNAB, son las dos jóvenes científicas que han partido a la Expedición Científica Antártica (ECA) 2019, del Instituto Antártico Chileno, INACH, para tomar las muestras en el suelo del continente blanco para su investigación denominada “Uso de bacterias extremófilas antárticas en la síntesis a bajas temperaturas de nanopartículas tolerantes al estrés: mecanismo de síntesis, importancia ambiental y aplicación en celdas solares”, investigación liderada por el Dr. José Manuel Pérez, académico de la Facultad de Ciencias Biológicas de la Universidad Andrés Bello de Chile (UNAB), investigador principal del Laboratorio de Bionanotecnología y Microbiología del Centro de Bioinformática y Biología Integrativa (CBIB) de esa casa de estudios.

Su trabajo de campo en la Antártica, en condiciones riesgosas y definitivamente extremas, consiste en que microorganismos son extraídos de muestras de suelo en distintos lugares de la península del continente blanco y estas bacterias, ya en el laboratorio y luego de un proceso químico, generan nanopartículas que terminan en una celda solar, en un proceso absolutamente innovador que busca generar energía limpia a partir de tecnología limpia. (El reportaje acerca de esta investigación también lo pueden ver en Pressenza).

Entonces, no sólo son mujeres haciendo ciencias, sino que haciendo ciencia antártica, y es por esto que en este Día Internacional de la Mujer, compartimos sus visiones, testimonios y llamados, tanto a otras mujeres como al nuevo y, de hecho, primer Ministro de Ciencias y Tecnología de Chile, Andrés Couve.

En Chile, las mujeres en ciencias no la han tenido nada fácil, y frente a la rotunda sentencia de María, Jessica, puntualiza que “ser mujer y ser científica implica dificultades, especialmente en latinoamérica y puntualmente en Chile, tanto por lo que menciona María como también, en su caso particular, que es “madre, científica, mujer, en un mundo en que hay poco apoyo en la ciencia para el libre desarrollo de una mujer científica” lo cual lo hace complicado “ya que hay pocas garantías en ciencias para esta condición” si bien admite que en el país hay pocas garantías para hacer ciencias independientemente del sexo, pero “mucho más para las mujeres”.

Agrega que “hay pocas consideraciones, por ejemplo, para los tiempos post natales, prenatales”, y María relata que su compañera fue mamá hace poco, mientras realizaba su doctorado con beca CONICYT (Comisión Nacional de Investigación Científica y Tecnológica, del Estado chileno), y tiene el privilegio de tener un pre y post natal, pero si tú no estás con esa beca y si no estás con un buen contrato, tú no tienes derecho a esto y ahí tú ves cómo te las arreglas. Entonces, ser mujer científica ya es difícil en el trabajo, y ser madre por otro lado es aún más difícil, y no estás cubierta ni por licencias médicas”, agregando que “se da mucho que todo es por boleta, entonces tú no tienes la protección básica social”.

Condiciones extremas

Por lo extremo a ratos que se torna su trabajo, estas científicas coinciden en que sumado a lo demás, mujeres científicas que realizan estas investigaciones debieran tener una cobertura mucho más amplia de un seguro convencional, porque si lo miramos en estricto rigor, el trabajo en terreno es un trabajo riesgoso, es trabajo de alto riesgo que tampoco se considera como tal”, puntualizando que “no sólo en terreno, sino que en el mismo laboratorio”.

También coinciden en que el mundo de las ciencias en Chile es una de las áreas más tercermundistas de nuestro desarrollo. Y claro, ellas viven relacionadas con gente de ciencia de otras latitudes con Estados sin duda más lúcidos. Y para las mujeres por consecuencia, es aún más duro. “Entonces no es fácil, pero cada vez somos más y eso hay que resaltarlo, cada vez somos más mujeres en ciencias”, asegura Jessica con evidente orgullo.

Incluso, dicen, en el trato hacia las mujeres científicas siempre hay un grado de machismo y que conocen muchos casos de acoso por parte de profesores a alumnas, pero que normalmente las víctimas optan por decir nada porque si los espacios y oportunidades en el ámbito de las ciencias son tan escasos en Chile y a la vez son manejados por hombres o hay pocas mujeres en las esferas más altas que te comprendan, entonces el riesgo de quedar fuera de un proyecto, de un trabajo o que te limiten tu carrera el alto y, además, prevalece el paradigma clásico: la culpable es ella.

Para peor, también aclaran que también hay mujeres machistas en el gremio, y hacen un mea culpa al expresar que “nosotras también somos responsables por quedarnos calladas y avalar así este machismo tan normalizado”.

Suman a esto que les “cae el peso no solamente sobre las exigencias o expectativas acerca de la intelectualidad que deben demostrar por ser mujeres dentro de una suerte de elite social, sino que además está esto de que nos debemos comportar de una determinara manera, de las formas. Una mujer no levanta la voz, por ejemplo, aunque sea agredida, menos aún una mujer de la que se presume y espera un alto nivel intelectual”.

También ocurre, explican, que frente a los concursos para realizar actividad científica o integrar un equipo, si bien se ha avanzado en igualdad de condiciones, aún notan que en la práctica se tiende a privilegiar a los hombres y que, en general, las mujeres científicas más jóvenes son las que tiene mayores dificultades para acceder a estos espacios y ser validadas.

Jessica cree que “muchos fondos no consideran el tema de que las mujeres pueden llegar a tener un fuero maternal y necesitan una inactividad científica durante ese tiempo, y cuando se postula a un proyecto no se tiene adecuadamente esto en contemplado”.

Querido Ministro Andrés Couve:

Es necesario que usted considere que las mujeres tenemos instancias de desarrollo personal independientes de la actividad científica, las cuales, de una u otra manera, influencian nuestras labores en el laboratorio. Es por esto que nosotras le pedimos a usted, que a todo evento, considere los períodos de fuero maternal de forma realmente adecuada y efectiva a la hora de realizar una postulación a FONDECYT, FONDEP, y demás instancias. Porque nuestra actividad científica sí se ve influenciada por el ejercicio de nuestra maternidad y como personas. Y es importante considerar esto dentro de nuestra evaluación científica. Por ejemplo, yo soy mamá, y si quisiera postular un par de años a un proyecto FONDEP o un FONDECYT de iniciación para realizar una investigación independiente con mi laboratorio, a mí me resultaría difícil cumplir con el requisito de tener un mínimo de publicaciones en los últimos cinco años, ya que justo durante esos cinco años yo tuve mi fuero maternal con la consiguiente inactividad académica que me impide competir con una persona que estuvo cinco años activa. Por lo tanto, quedo en una posición sumamente desigual por ser madre, algo que a los hombres, evidentemente, lo les pasa. Y creo que esto tiene que ser considerado porque nosotras no podemos ni queremos dejar de ser mujeres plenas por ser científicas, ni dejar de ser científicas por ser mujeres y madres.

Le pido, señor Ministro, que considere estos puntos si quieren hacer políticas públicas para el desarrollo científico en condiciones igualitarias en términos de género.

Cordialmente,

Jessica Campo, mujer científica.

Finalmente, estas mujeres de ciencias quieren transmitirles un mensaje claro y emotivo a las científicas más jóvenes, a las que aún están estudiando y a las que desean entrar en este mundo apasionante:

Mensaje para las mujeres en ciencias

El principal mensaje que yo les daría es que ser mujer no es fácil y ser mujer científica tampoco lo es, pero si queremos seguir y optar por este camino, tenemos que ser mujeres fuertes, tenemos que seguir empoderándonos de nuestros derechos. Porque querer ser madre, querer ser científica, son decisiones nuestras, y nadie nos puede quitar eso, y nadie nos puede mirar en menos por decidir ser ambas cosas a la vez o bien decidir ser sólo uno o lo otro. Por eso mi invitación a las jóvenes científicas, a las que están comenzando, es que si quieren perseverar en este camino, lo hagan, pero que se empoderen. Que luchen por sus derechos, que levanten la voz de reclamo. Y lo más importante es que nos juntemos y que nos unamos en esta causa porque si bien queremos reclamar derechos, es crucial asociarnos para hacerlo. Tenemos que visibilizar todos nuestros problemas. Y en esto, sirve lo que hagamos todas. Tener el derecho que nos corresponde por ser mujeres y en igualdad de condiciones laborales y de desarrollo académico frente a los hombres. Así es que levantemos la voz. No se queden calladas, digan lo que digan y piensen, cada aporte, va sumando. No sólo por nosotras mismas, sino también por las nuevas generaciones. Porque hay que pensar que todo lo que somos nosotras es gracias a las que estuvieron antes que nosotras. Nuestras palabras de regalo para ustedes en este 8 de Marzo son: igualdad y convicción.