Ali Bongo, el presidente de Gabón llevaba tres meses fuera del país, reponiéndose de un accidente cerebrovascular (ACV) en la capital de Marruecos, Rabat.

Ayer volvió al país para prestar juramento al nuevo gabinete que conformó su fuerza política, tras frenar el golpe de estado del 7 de enero, en el que opositores buscaron forzar un cambio de mando en Gabón, luego de la larga ausencia de Bongo, quien detenta el poder desde hace una década, en reemplazo de Omar Bongo, quien gobernó de 1967 a 2009.

La llegada de Bongo para la juramentación del equipo del Primer Ministro Julien Nkoghe Bekalé buscó romper la idea de “piloto automático” que tenía el gobierno gabonés. A su vez, esta acción permitiría que se destraben las funciones tanto del Ejecutivo, como de la Asamblea, que permanecían paralizados e incluso disueltos. La ceremonia se realizó a puerta cerrada y sin acceso a periodistas.

Más allá de las dudas que genera el estado de salud y la capacidad de dirigir el mando de Bongo, el nuevo gabinete es casi idéntico al anterior en el que además de la gente de confianza de Bongo, se mantienen algunos ex opositores que fueron incluidos en la última conformación del equipo ministerial en mayo de 2018 y ahora se agregan como novedad el canciller, Abdu Razzaq Guy Kambongo, que se desempeñaba como embajador en Marruecos y Franck Nguéma, dueño de la televisión privada más crítica del poder, que ahora será ministro de Bosques y Medioambiente, encargado del Plan Climático.

El país que depende principalmente de la explotación minera y forestal, realizó elecciones legislativas en octubre del año pasado y estaba a la espera de que se conformara el nuevo gabinete y la Asamblea entrara en funciones. Cerca de 700 mil personas fueron convocadas para elegir a los 143 diputados de la cámara baja y los cargos locales, en unas elecciones marcadas por el boicot del principal líder opositor Jean Ping.

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