Por Gabriel Bulgach

El día de hoy se publicó en el Boletín oficial de la República Argentina, el nuevo reglamento general para el uso de armas de fuego por parte de las fuerzas federales de seguridad[1].

La pregunta, casi obvia, que surge, es por qué o cuáles son los factores que llevan a la modificación de dicho reglamento justamente en estos tiempos.

Por cierto que no se trata de un aumento en la limitación del uso de armas de fuego por parte de las fuerzas de seguridad, sino, contrariamente, una ampliación de las situaciones que quedarán justificadas a tal fin.

Qué es lo que está ocurriendo en Argentina y que impulsa a que se amplíen las posibilidades del uso de armas de fuego? Es claro que el proceso social que se viene atravesando no muestra indicadores de disminución en los índices de violencia, sino todo lo contrario.

Desde hace casi 3 años, con la asunción de un nuevo gobierno de corte neoliberal, vienen sucediéndose una serie de decisiones de política pública que se orientan a la transformación de un orden social, político y cultural anterior y cuyo efecto es la precarización y pauperización progresiva de casi todo el conjunto social. Los detalles de análisis en las diferentes dimensiones han sido objeto de artículos anteriores, por lo que no nos detendremos en ello. Baste decir que a consecuencia de ese conjunto de políticas que se vienen implementando, la violencia cotidiana e interpersonal, el clima popular, los niveles de tensión cotidianas, las expresiones de protesta y movilización social vienen en franco aumento.

Es en este contexto socio político en el que hay que encuadrar el interés de modificar el reglamento sobre uso de armas de fuego.

El gobierno sabe que se vienen tiempos de fuertes reclamos, movilizaciones y agitación social en contra del lineamiento neoliberal que transita. Sabe que ha endeudado al país por las próximas generaciones, que ha mentido en todas y cada una de sus promesas de campaña, que ha despedido, perseguido, reprimido, encarcelado y asesinado a militantes políticos, trabajadores, sindicalistas, maestros, trabajadores de la salud, miembros de organizaciones sociales, jubilados y hasta ciudadanos comunes que se han plegado a la ola de protestas desatada.

En un país del que se afirma que produce alimento para 500 millones de personas, una proporción creciente de los apenas 40 millones que lo habitan se ven obligados a recurrir a comedores populares para poder mal alimentarse y mal alimentar a sus familias. Es creciente también la cantidad de personas en situación de calle, es creciente el nivel de desempleo, son crecientes los niveles de pobreza e indigencia.

¿Cuál es el nivel de tolerancia social respecto de semejantes indicadores?

El gobierno sabe que la situación se aproxima a un nivel de tolerancia crítico. El nivel de la violencia gubernamental se incrementa prácticamente en toda decisión de gobierno en la dirección de reforzar el camino neoliberal y antihumanista elegido como ideología y visión del mundo, del lazo y cohesión social y del ser humano a construir.

Y frente a la oposición a semejante proyecto que le plantea la mayoría social, la decisión que se vislumbra es la del aumento de los niveles de represión de la protesta.

En esa dirección se entiende la nueva reglamentación del uso de armas de fuego por parte de las fuerzas federales de seguridad.

[1]https://www.boletinoficial.gob.ar/#!DetalleNorma/197021/20181203