Políticas migratorias, desobediencia civil, acciones concretas de solidaridad. Hablamos de ello con Maso Notarianni, periodista, director de Arci y miembro de Mediterranea Saving Humans.

¿De dónde y cuándo surgió la idea de lanzar el proyecto «Mediterranea Saving Humans»?

La idea ha estado dando vueltas en la cabeza de muchas personas durante mucho tiempo. La expulsión de las ONG del Mediterráneo ha acelerado los tiempos y nos ha empujado a concretar una reacción de desobediencia civil a las políticas migratorias italianas y europeas y a la criminalización de la solidaridad. A principios de la primavera empezamos a pensar en la viabilidad del proyecto y durante el verano trabajamos en ello, comprando y adaptando el remolcador Mare Jonio. El lanzamiento tuvo lugar a principios de octubre, como un proyecto común de muchas entidades, incluso muy diferentes entre sí, que han empezado a trabajar juntas. Los promotores son Arci, Ya basta de Bolonia, la revista online I Diavoli, el centro social Esc de Roma, la empresa social Multivolti de Palermo, Seawatch y la Comunidad de Don Gallo de Génova. También me gustaría decir que sin la ayuda de Erasmo Palazzotto, Nicola Fratoianni, Rossella Muroni, Alessandro Metz y Nichi Vendola, que actuaron como garantes del préstamo concedido por Banca Etica, el proyecto no habría comenzado.

¿Cómo se desarrolló el proyecto?

A estos promotores se han unido muchas otras entidades: parroquias, clubes, centros sociales, asociaciones, artistas, escritores, individuos. Mediterranea es una red abierta, a la que cualquier persona puede entrar. Para unirse y proponer iniciativas de apoyo sólo tiene que ir al sitio y/o a la página de Facebook y dejar un mensaje. Se ha creado una extraordinaria red de solidaridad entre los que van al mar y los que están en tierra. Se ha formado un grupo de skippers de alto nivel, que participan en las misiones como voluntarios junto con los activistas.

En cada misión siempre hay al menos un barco de apoyo que da soporte a la Mare Jonio. Además de la tripulación y el personal médico, hay periodistas, esenciales para ayudarnos en nuestro trabajo de monitoreo, testificación e información. También colaboramos con los buques de Proactiva Open Arms y Seawatch.

Has estado en dos misiones y pronto te irás a la tercera. ¿Qué te dejó esta experiencia?

Me dejó mucho. Navegar durante días por el Mediterráneo te hace sentir la locura de la política migratoria italiana y europea y, sobre todo, lo terrible que es estar en el mar en una embarcación auxiliar o en un pequeño barco. Te empuja a hacer aún más para denunciar y dar a conocer esta locura. Es una experiencia que crea fuertes lazos entre quienes la comparten.

¿Qué pasó durante las misiones en las que participaste?

La primera vez nos encontramos con un barco que se dirigía a Lampedusa. Lo acompañamos, preguntando si necesitaban ayuda, pero nos dijeron que tenían dos motores, comida y agua, y que preferían ir a la isla.

Hemos recolectado muchas señales de alerta que obligan al barco más cercano a rescatar al que está en dificultades y, desgraciadamente, a menudo nos hemos encontrado con que se trataba de alarmas de tiempo diferido para enviarnos a donde no era necesario. También ha sucedido que, en lugar de emitir una alarma general, solo los libios han sido alertados, para que puedan ir a recuperar a los náufragos. Y esto a pesar de que la Organización Marítima Internacional no reconoce a los puertos libios como seguros.

Quisiera añadir un dato importante: Europa ha dado a Turquía 6.000 millones de euros para bloquear a los refugiados e Italia está financiando a la Guardia Costera Libia y a los que son prácticamente bandidos para que construyan sus campos de concentración. El proyecto de corredores humanitarios llevado a cabo por la Comunidad de Sant’Egidio con la Federación de Iglesias Evangélicas y la Tavola Valdese ha recaudado 250 millones de euros y ha traído a Italia a mil personas, asegurando su acogida durante un año. Con los miles de millones concedidos a Turquía y Libia, se podría garantizar al menos 240.000 arribos en condiciones humanas y seguras. Al igual que el cierre del Sprar, estas decisiones de todo Occidente -no olvidemos lo que Trump está haciendo en los Estados Unidos- me parecen una clara demostración del hecho de que no queremos resolver el problema, sino sólo aumentar la tensión, el miedo y la desconfianza hacia los inmigrantes.

Has mencionado antes la extraordinaria reacción de solidaridad que has visto. ¿Puedes decirnos más sobre lo que se ha hecho hasta ahora y sobre futuros proyectos?

Sinceramente, no esperábamos que se activaran fuerzas tan heterogéneas, desde las parroquias hasta los centros sociales: ahora cada día en toda Italia hay dos o tres iniciativas para dar a conocer nuestro proyecto y recaudar fondos. La gente organiza todo, nos llama y vamos a donde nos invitan. Por iniciativa de Michela Murgia y con los mismos fines, un grupo de actores, cantantes y escritores ha llevado por todo el país el espectáculo «La via di terra». Planeamos continuar con muchos otros eventos descentralizados como estos. Nuestra invitación es clara y dirigida a todos: «Sube a bordo de Mediterranea Saving Humans».

Traducido del italiano por María Cristina Sánchez