Algunos extractos de la presentación que hiciera el autor, Víctor Piccininni:

La dimensión de lo “profundamente personal” y lo “espiritual” son características humanas universales y van más allá de los aspectos culturales, ideológicos o religiosos. Son expresión de lo esencial de la vida misma, de la búsqueda de la felicidad y de darle a la vida un sentido. Expresan también el contacto y la comunicación consigo mismo, con los demás, con la naturaleza, con el Universo y con todo aquello que cada persona considera pleno de significado. ¿Cómo no atender a ello en los momentos más importantes y significativos como lo es el fin de la vida física?

El “temor a la muerte” es el factor principal del sufrimiento mental del cual escapamos o al cual ocultamos a lo largo de nuestra vida, hasta que un accidente externo, o la muerte de una persona querida o el simple transcurrir de los años nos lo hace aparecer ante nuestra mirada. Pero: ¿Por qué existe ese “temor”? ¿cuál es su raíz más profunda? ¿Qué imaginamos va a suceder? ¿Es evitable ese temor irracional que parece acompañarnos y del cual escapamos a diario? ¿Cómo podemos ayudar a quienes acompañamos a superar ese temor?

El buen acompañamiento está ligado al “buen morir”. El buen morir está ligado a la sanación interna, a la reconciliación y a la comprensión final y profunda que la “muerte no existe” tal cual nos la hemos imaginado.

En un primer momento fue la simple creencia dada por mi educación. Luego sospechas e intuiciones profundas se fueron manifestando en mi vida expresando de manera significativa que la muerte no existía tal cual lo imaginaba. Ahora, y luego de varios años de acompañar a otros y de profundizar en mi interior, puedo afirmar que la muerte física es sólo un tránsito hacia otros estados. Pero este proceso requiere de cuidado, de atención bondadosa y compasiva, de acompañar con “el arte del buen conocimiento”.

Existen criterios, enfoques, herramientas y prácticas simples que toda persona puede poner marcha para acompañar a otros en estos procesos del buen morir. La “atención profunda”, la presencia plena en el silencio es una de ellas… y es en mi experiencia la más profunda para los momentos finales junto con lo que llamamos “Experiencia de Asistencia” basada en la “Ceremonia de Asistencia” (esta última es una de las ocho ceremonias incluidas en el libro El Mensaje de Silo)…. Les contaré como son estás dos prácticas…..

Ejercitar la “atención” es también una herramienta fundamental para el acompañamiento. La “atención pura” se refiere a aquella sensación que se tiene cuando se logra: relajar el cuerpo y concentrar los pensamientos y las emociones en aquello que estoy haciendo, sin juzgar, sin opinar, en paz… sin preocupaciones adicionales. “Estoy aquí en lo que estoy, no en otra cosa”!