En días pasados, en las instalaciones de ISPADE (Instituto Superior para el Desarrollo) se llevó a cabo el Encuentro Internacional de Bancos de Tiempo – BDT’s, que contó con la participación de Julio Gisbert, representante del BDT de España y Juan David Guarnizo, representante del Cambalachea Colombia.

Magdalena Bravo, Rectora de ISPADE, dio la bienvenida a este encuentro reconociendo la importancia de trabajar en iniciativas como esta, ya que con esta alianza, sus estudiantes pueden vincularse de mejor manera con la comunidad.

La Coordinadora de Alcance Comunitario de Impaqto Quito, Lucía Gomez, ve en el intercambio de tiempo una forma de romper con el aislamiento y soledad urbana, generando ciudadanos felices trabajando en el intercambio de conocimientos intergeneracionales.

Para José Martino del Fondo de las Naciones Unidas para la Democracia, si bien el BDT cuenta con el apoyo de este organismo, su verdadero éxito se basa en la participación de las personas; invertir tiempo valora las iniciativas personales, transforma realidades como es el contribuir en el cumplimiento de diversos puntos de la Agenda 2030.

“Invertir tiempo debe transformarse en una política pública desde los GAD’s (Gobiernos Autónomos Descentralizados) hasta el gobierno central”, fueron las palabras de Elías Tenorio de la Secretaría Técnica de Juventudes, que ve en esta iniciativa un potencial para mejorar las condiciones de vida de los jóvenes, en la que además pueden prepararse para ser tomadores de decisiones que velen por el bienestar de la comunidad.

Humberto Salazar, Coordinador General de BDT Ecuador, profundizó en los resultados que encontraron en las encuestas previas al nacimiento de esta iniciativa en el país, donde las personas preferían quedarse en casa frente al televisor porque salir representa un gasto económico fuerte y en los barrios no hay ofertas culturales, deportivas o de cualquier índole que motive a las personas a disfrutar de su entorno. Por esto el BDT apunta a crear espacios donde se recuperen saberes locales a través del encuentro entre vecinos, es una forma de profundizar la democracia.

Julio Gisbert, hizo un pequeño recorrido histórico sobre el nacimiento de los BDT’s, que se inspiran en iniciativas que buscaban cubrir necesidades producto de los conflictos bélicos o crisis económicas; ya en 1973, en Japón, jóvenes crean BDT’s parecidos a los de hoy, con un servicio de cuidado a los ancianos de su comunidad; en la década de 1980, en Estados Unidos, se presenta como una alternativa al sistema de salud ya que nace en forma de hospitales; a partir de la década de 1990, se expande a países como Reino Unido, Italia, Portugal, Haití y España. Julio lo describe como “un fenómeno local, con alcance internacional”.

Actualmente, en algunos países se han desarrollado “softwares” como CES (Community Exchange System), Hourworld, TimeOverflow y muchas más que permiten a las personas interactuar a través de internet y organizar iniciativas que tengan mayor alcance.

Esta red local e internacional de vecinos que ayudan a sus vecinos ha llegado hasta las empresas, que la instauran para beneficiar a su empleados; otra red trabaja con personas de la calle para que no acepten caridad, sino que inviertan su tiempo, recuperando su autoestima; existe el círculo materno infantil; la red Cronobank permite conseguir alojamiento; el reciclaje también cuenta con su red llamada Repair Café.

En cuanto a servicios de cuidado nos encontramos con la economía del cuidado o feminista, llamada así porque aún nos encontramos con que la población femenina es la que más dedica tiempo a este servicio, además, tiene gran éxito debido a creciente número de familias unipersonales y la baja natalidad.

Es la economía del don que puede complementar el Desarrollo Sostenible del 2030, con nuevas redes y líneas de trabajo como es el Proyecto Liberia y Nuevo Vecino; por otro lado se está madurando la Renta Básica de Tiempo; en Suiza, la pensión tiempo para recibir servicios asistenciales y Agentes de Tiempo o Time Brokers.

Mientras tanto, en Ecuador este círculo de ayuda va ganando terreno, según las experiencias de quienes han empezado a formar esta red, como es el caso de América Martínez de Casa Cronopia, donde enseñan desde tecnología hasta ecología, sus tienen gran acogida y colaboración de adultos mayores; la vinculación con los actores sociales los ha llevado a conversaciones con autoridades del municipio, con el fin de realizar actividades que nos conviertan en agentes de cambio social; eso sí, el gran reto a superar es el factor puntualidad ya que el tiempo es un recurso que todos tenemos pero no valoramos.

Katherine Mejía de la red de tiempo de la ciudad de Milagro, provincia del Guayas, conoció la iniciativa a través de Casa Diversidad y ha sido una gran ayuda para que los vecinos se conozcan y las familias recuperen relaciones perdidas; ahora, la red no solo funciona en su barrio, sino que se organizan talleres en otros más con gran acogida porque, para ella, “todos tenemos algo que enseñar y todos necesitamos algo que aprender”.

En el Centro Histórico de Quito, escuchamos la experiencia de Sandra Bermúdez, que desde su chocolatería motivó a sus vecinos a crear una red de tiempo en beneficio de su sector, mejorando la convivencia y seguridad del mismo a través de los lazos entre vecinos, aportando al rescate del Centro Histórico; sus talleres van desde literatura hasta gastronomía.

Tomando las palabras de Humberto Salazar: “La red de BDT’s genera espacios donde se aprovecha ese gran recurso que es el tiempo, el rédito de invertirlo es inmediato, desde la sensación de haber aportado a la comunidad a recibir la enseñanza o servicio de quien tiene las capacidades de enseñarnos porque los saberes no se basan en doctorados, sino en experiencias”.