Decenas de inmigrantes murieron la semana pasada a causa de la deshidratación bajo el terrible calor del 45° C en el desierto del Sahara, y miles de otros quedaron allí, ya que Argelia, el último destino africano, los deportó, también patrullando a través de sus fronteras. Así lo describen, entre otros, el Middle East Monitor y los Africa Feeds.

Los inmigrantes que se quedaron sin ayuda en el desierto, estimados en alrededor de 10 mil desde septiembre pasado, comenzaron a caminar hacia Níger, tratando de encontrar agua, comida y refugio. El año pasado, con la ayuda de la Comisión Europea, que tiene un plan de control fronterizo a gran escala, el gobierno argelino ha establecido la leyenda de que los migrantes representan una amenaza para la seguridad nacional, dijo el ministro de Relaciones Exteriores de Argelia, Abdelkader Messahel.

La Organización Internacional de Migración dijo que logró proteger a 3.500 migrantes que no fueron deportados o expulsados de Argelia hacia el vecino país de Níger. Níger es ahora una encrucijada para el viaje a Europa y un importante punto de negocios para los traficantes. En cientos de casos, los traficantes dejan africanos en el desierto si son detectados por patrullas, como ha sucedido y sigue sucediendo en el Egeo y el Mediterráneo.