Por Víctor Llugsha G .(1)

Históricamente las fronteras han sido espacios de disputa para los países colindantes. En la región casi se han superado los conflictos limítrofes y, sin embargo, se han mantenido visiones de seguridad nacional en pro de la defensa de las soberanías nacionales.

La frontera terrestre entre Ecuador y Colombia tiene una extensión de 586 kilómetros aproximadamente, a lo largo de los cuales la presencia de las FARC, paramilitares y bandas criminales (BACRIM), han tornado complejo el desarrollo de esta región.

Desde enero de este año, la tensión en esta frontera, ha ido en aumento. La explosión de un coche bomba en la ciudad de San Lorenzo (Esmeraldas) en las inmediaciones de un cuartel de policía, con un saldo de 4 militares ecuatorianos muertos; el secuestro y asesinato de tres periodistas de El Comercio y el secuestro de 2 civiles de los que aún no se tienen más noticias, parece evidenciar la ofensiva de un grupo de disidentes de fuerzas irregulares colombianas que son parte de la red de narcotráfico que opera en la frontera.

La respuesta del Estado ecuatoriano se ha enfocado en la militarización, a tal punto que actualmente alrededor de doce mil militares (la tercer para de la fuerza militar ecuatoriana), se encuentran la zona de frontera.

Este tipo de respuesta, centrada únicamente en el aspecto militar, parte de dos factores que históricamente han marcado el tratamiento de la zona de frontera en el Ecuador. En primer lugar, las decisiones se toman desde la capital (Quito céntricas), sin considerar las particularidades propias de la frontera. Y, en segundo lugar, al contener la zona de frontera el límite territorial de la nación, la presencia militar ha sido una constante, a propósito de defender los límites y la soberanía nacional.

Entre las particularidades que las zonas de frontera presentan, se pueden destacar las denominadas “asimetrías complementarias”, que son las diferencias culturales, económicas, jurídicas, etc. que se dan entre los dos estados colindantes. Estas asimetrías, en algunos casos, son aprovechadas por las poblaciones locales, que de hecho han aprendido a beneficiarse de ellas; sin embargo, son el caldo de cultivo para que grupos delincuenciales puedan desarrollar sus actividades con relativa facilidad, siempre alejados de las acciones centralizadas del Estados.

Es por eso que hemos visto que la respuesta de los Estados colombiano y ecuatoriano es la misma: el enemigo viene de fuera. Colombia por una parte señala que apoyará todas las acciones que Ecuador lleve a cabo; por su parte, Ecuador exige a Colombia que asuma una responsabilidad más activa respecto al conflicto. Ninguno quiere asumirse como punto de origen del problema, seguramente esto tendría efectos en la popularidad política.

Sin embargo, el inconveniente no radica en señalar de donde viene el problema, puesto que se trata de un problema histórico multidimensional, donde se entrelazan aspectos: sociales, culturales, económicos, jurídicos, migratorios, urbano/rurales, entre otros, donde se ha priorizado un tipo de repuesta: militar.

El imaginario de “isla de paz” sobre el cual Ecuador construyó su noción de seguridad ciudadana, basada en el hecho de no tener conflictos de guerrilla, paramilitarismo y terrorismo como los que han tenido Colombia y Perú, claramente surge de que todas estas realidades se han dado en el extremo más lejano de la soberanía territorial: la frontera.

Una marcada reacción de la población se direcciona en requerir del gobierno ecuatoriano la captura del denominado alias “Guacho”, cabecilla del grupo que se atribuyó los atentados, secuestros y asesinatos. Capturarlo probablemente calme los requerimientos de la población, convirtiendo a “Guacho” en un chivo expiatorio, permitiendo re direccionar la atención a otros temas propios de la vida cotidiana, dejando de lado las voces que piden que se haga pública toda la información del tema con el propósito de conocer la verdad y volviendo a dejar en el olvido a la zona de frontera y sus problemas.

Así, corremos nuevamente el riesgo de negar la realidad de esta zona fronteriza y desatender como una problemática multidimensional con políticas y acciones que permitan un desarrollo integral de las poblaciones fronterizas. Hasta que lo volvamos a ver por televisión.

(1)Docente e investigador universitario. Participó como investigador en los proyectos de investigación: a) Gobernanza de la seguridad ciudadana en las poblaciones de la frontera norte ecuatoriana. b) Explorando la economía política de la violencia en los sistemas fronterizos de América Latina, de FLACSO- Ecuador y IDRC/CRDI Canadá. Actualmente es docente en la Facultad de Hospitalidad y Servicios – UTE y participa como investigador en varios ámbitos.