Mucho se está hablando de esa brecha económica, en algunos casos abismo, que existe entre los salarios que perciben mujeres y hombres por realizar el mismo trabajo… cuando realizan el mismo trabajo, cosa que no sucede siempre, aunque tengan el mismo “puesto de trabajo”.

Por Paco Vaquero

Es evidente que se necesita cambiar la situación pero como sucede con muchas cuestiones que tienen que ver con la desigualdad social, se termina cogiendo el rábano por las hojas.

Veo en los tórridos “debates/bucles” televisivos, donde se especula con todo tipo de razones,  a personas que no llegan a ninguna conclusión efectiva, terminando indefectible y lapidariamente con la conclusión de que “aún queda mucho camino”.

Personalmente creo que una normativa adecuada y simple y, sobre todo,  un robusto cuerpo de inspección laboral que se dedique a observar su cumplimiento, deberían bastar para aliviar, así prontamente, la sangría de esta “producción gratuita” que se llevan las empresas grandes, medianas, pequeñas y pequeñitas. Porque por lo visto, da igual el tamaño de la empresa. Si hay un hombre y una mujer, ella cobra menos.

Llevo tiempo trabajando desde Humanistas por la Renta Básica, y cada vez más convencido, por que se instaure una Renta Básica Universal, Incondicional, Individual para todas las personas. Desde luego, visto lo visto que está sucediendo, parece una propuesta diseñada por y para las mujeres preferentemente. Pero no porque haya sido concebida así. Es que se da la circunstancia de que dentro de la expresión:“para todas las personas”, resulta que son las mujeres a las que más les beneficiaria esta propuesta.

El punto que, me parece, de mayor interés está en la incondicionalidad e individualidad de tal propuesta. O sea, da igual que se tenga un trabajo o no. La Renta Básica está vista (y prevista) como un Derecho Humano. (Por cierto que, según datos que obran en mi poder, debidamente contrastados,  efectivamente las mujeres son seres humanos)

Así que, si se tiene asegurada una cantidad, que en la actualidad ronda los 650€ que es lo que coloquialmente diríamos como: “lo mínimo que se despacha”, para tener una existencia que eluda la mendicidad; y si ello no implica perder el trabajo con salario, sino todo lo contrario, se complementa con él, o incluso podría significar una mejora en la situación laboral, es muy fácil comprender que la Renta Básica pondrá mucho mayor equilibrio económico, donde más desequilibrio hay: en la brecha salarial. Se requeriría un poco más de tiempo para explicar con detalle este efecto reparador, pero invito a quienes les preocupe de verdad a investigar cómo se financiaría esa Renta Básica, la propuesta de los economistas catalanes Raventós, Arcarons y Torrens, que han tenido la dedicación y conocimiento para hacer un estudio profundo de la misma.

Sin embargo, eliminar del todo la discriminación aún está complicado;  se requieren más medidas, e insisto, un robusto cuerpo de inspección, que vele por su aplicación efectiva. Pero hay algo que aporta la RBUII, y que vale casi tanto, o más, que la cantidad de dinero que se recibe: la seguridad de que se percibirá esa cantidad siempre e individualmente. Sin depender de nada ni de nadie. O sea, justamente lo contrario a lo que muchas mujeres están acostumbradas: a depender de circunstancias o personas.

Es de vital importancia resaltar, que se habla de algo más que dinero. Se habla de un intangible, de algo que no se ve. O no se ve si no cambiamos nuestra propia mirada, si no nos ponernos en la piel de las demás personas. La brecha salarial es una muestra clara de que el sistema se resquebraja.  Y en el momento que estamos, prefiero un derrumbe controlado, a uno imprevisto que terminará por crear más sufrimiento. Y la Renta Básica puede ser el detonante de ese derrumbe controlado.

Tenemos en puertas una huelga que se presenta como feminista pero que yo siento profundamente humanista, porque el feminismo en el que creo es humanista, y el humanismo en el que creo es feminista. Veo necesario que se tome el corazón de todos y todas. Nos concierne a todos y a todas. No demos por hecho que por ser justa, razonable, o necesaria, va a ser un “éxito”.

La brecha salarial es algo más que una discriminación económica: es una forma que tiene el sistema de dividirnos, incluso  enfrentarnos, si no estamos bien atentos.

La huelga feminista es algo más que la manifestación de un “colectivo” (El sistema siempre procura encasillar, clasificar, regular, como forma de aislamiento.)

En realidad es un salto de nivel, y para eso hay que tener bien puesta la cabeza y también, y fundamentalmente, el corazón.

Ir mujeres y hombres juntos a esa huelga, a esa manifestación, dejando el protagonismo a quien, seguramente, mejor lo va a defender, las mujeres, es justo lo que no quiere el sistema.

Cuanto menos mecánico sea el avance y más intencional, el futuro será más humano.

 

Paco Vaquero es miembro de Humanistas por la Renta Básica y militante del Partido Humanista