Por Isaac Bigio

Cómo el moderado presidente ecuatoriano Lenin es la cara opuesta del Lenin que dirigió la revolución socialista rusa.

En el centenario de la revolución soviética de 1917 llegó a la presidencia del Ecuador Lenin Moreno. Su primer nombre había sido tomado del jefe de dicha insurgencia y su apellido es el mismo del de Nahuel Moreno, quien fuera el más influyente partidario latinoamericano del jefe del ejército rojo ruso (Trotsky).

Lenin Moreno se reclama como uno de los forjadores del “Socialismo del Siglo XXI” y es el más importante “izquierdista” andino que usa silla de ruedas después de José Carlos Mariátegui, el fundador del marxismo en lo que fuera el incario.

Lenin Moreno fue en 2007-2013 el vicepresidente de Rafael Correa, quien se proclamó como el caudillo de la “revolución ciudadana” y también de la “antiimperialista” Alianza Bolivariana de Nuestra América” (ALBA) junto con Cuba, Venezuela, Bolivia, Nicaragua y 4 Estados de las Antillas.

En el 2017 él llegó a la presidencia en unas polarizadas elecciones donde el grueso de las izquierdas unidas logró derrotar al multimillonario derechista Guillermo Lasso por poco más de 2 puntos porcentuales.

Giro

Muchos de sus votantes esperaron que él iba a ‘profundizar la revolución’, pero él, pese a su nombre y credenciales, decidió no seguir el camino de Chávez o Maduro, sino el de otros antiguos izquierdistas que se fueron acercando a la derecha tal como pasó con Lucio Gutiérrez quien fue presidente ecuatoriano en 2003-2005 tras haber irrumpido inicialmente en política comandando una aventura militar en alianza con sectores indígenas, campesinas y laborales.

En Latinoamérica es usual que muchos movimientos que debutan propugnando medidas contra la “oligarquía” y el “imperialismo” terminen reconciliándose con sus antiguos adversarios ofreciéndose como los mejores canales para aplicar sus políticas. Basta ver los ejemplos de México, Bolivia y Argentina donde en la primera mitad del siglo XX se generaron masivos movimientos nacionalistas que acabaron abrazando el neo-liberalismo. El PRI mexicano, el MNR boliviano y el peronismo argentino, tras haber llegado al poder efectuando medidas radicales contra grandes empresas privadas y los intereses de EEUU, finalizaron como los primeros aplicadores de las medidas de ajuste monetaristas que en los ochentas y noventas demandaron los conservadores británicos y los republicanos norteamericanos.

Lenin Moreno ha empezado el camino de distanciamiento con el modelo inicial de Rafael Correa quien durante una década (2007-2017) fue el presidente que impulsó la autonombrada “revolución ciudadana”, un proceso similar, aunque más moderado, que el que se daba paralelamente en otras repúblicas bolivarianas como las de Venezuela o Bolivia.

Dentro de sus primeras medidas Moreno ha buscado distanciarse del correísmo removiendo a Jorge Glas de la vicepresidencia (cargo que ocupaba primero sirviendo a Correa en 2013-17 y luego a él) debido a las cercanías que éste ha tenido con el izquierdista mandatario saliente y bajo la acusación de haber sido corrupto por la multinacional brasilera Odebrecht.

Referendo

También viene dando un acercamiento con la oposición de derecha con la cual se ha unido para promover un referendo a darse este 4 de febrero donde el objetivo principal es imponer un freno constitucional a la posibilidad que Correa pueda volver a candidatear a la presidencia. Dicha consulta consta de 7 preguntas, algunas de ellas muy largas o complicadas incluso para gente politizada y otras (como medidas contra los corruptos o los que abusen a menores de edad) que pocos pueden oponerse.

Debido a lo complejo de dicho paquete de 7 preguntas la tendencia parece indicar que la gente votara en bloque por el Sí o el No por el carácter del cuestionario. La mayoría de las fuerzas del centro y la derecha han decidido respaldar la campaña de “7 veces Sí” y a Lenin Moreno porque para ellos el objetivo central es eliminar a Correa del escenario político y bloquearle toda posibilidad de que retorne a palacio, mantener al ex vicepresidente Blas en la cárcel, y hacer que Ecuador se vaya progresivamente apartando del bloque ‘bolivariano’ con Castro, Maduro, Morales y Ortega evitando “caer en una tiranía roja”.

La izquierda se halla dividida en 3 campos. Una apoya al Sí pues cree que se debe seguir apuntalando a Lenin Moreno o porque consideran que el enemigo principal es la corrupción. Otra, tal vez la más importante, apoya o se ha sumado al movimiento “Revolución Ciudadana” de Correa que impulsa el “Siete Veces No” destacando que el gran enemigo es la derecha que perdió las elecciones y quiere retornar al poder a través de un pacto con Moreno a quien sindican de “desleal”.

Correa si bien en principio podría votar sí por 4 de las 7 preguntas siendo su oposición en particular a 3, especialmente a aquella que le impediría buscar la reelección, él ha preferido hace campaña por 7 Nos para evitar “caer en el juego” oficialista y propinar un No contundente al “traidor Moreno”. Para Correa. Moreno violenta la democracia al haberse pasado al programa del lado que fue derrotado en las urnas, al haber removido a un vicepresidente electo popularmente y al querer cercenarles sus derechos políticos a poder volver a candidatear.

Por último, el sector más radical de la izquierda propone la abstención aduciendo que dicho cuestionario no altera el sistema ni generará o no mejores ingresos a los trabajadores, que Correa reprimió huelgas y protestas sociales y siempre mantuvo al capitalismo y a la única economía dolarizada del continente, y que ambos bandos en disputa administran un modelo en favor de las grandes empresas y de la corrupción.

Según las encuestas el Sí viene ganando en las 7 preguntas. De confirmarse ello esto le daría a Moreno mayor carta blanca para ir sacando al Ecuador del bloque “socialista bolivariano” y acentuar la tendencia de la derecha continental que quiere vetar el derecho del brasilero Lula y del ecuatoriano Correa a poder volver al poder.


Los dos Lenin

Ciertamente que el resultado no se ha definido y que muchas cosas pueden pasar este domingo 4 de febrero, pero una cosa es cierta: el Lenin tropical en el poder en el país de la línea ecuatorial del 2017 es la cara inversa del Lenin que tomó el poder cuando se entraba al crudo invierno siberiano de 1917.

Si el Lenin ruso expropió a industriales y terratenientes e impuso una “dictadura proletaria” en base a una economía nacionalizada y centralmente planificada, el ecuatoriano Lenin ha decidido mantener la democracia parlamentaria centrada en el “libre mercado” y la economía dolarizada e ir profundizándola tendiendo puentes a lo EEUU y las antiguas élites dominantes criollas.

Mientras el primer Lenin promovió una internacional de partidos comunistas que organizasen revoluciones de consejos obreros en todo el mundo postulando el fin de destruir al capitalismo y dar pasos a una sociedad mundial sin clases ni Estados, el segundo Lenin no quiere saber nada de revoluciones violentas y quiere mantener el capitalismo a nivel global, aunque con algunas reformas y medidas contra la corrupción y el deterioro del medio ambiente.

Son dos Lenin tan diferentes. Si a principios del siglo pasado quienes dominaban la economía ecuatoriana consideraban al leninismo original como su peor demonio, hoy estos mismos sectores saludan el “leninismo” como un paso en dirección a que Ecuador se torne hacia una forma moderada de socialdemocracia o vuelva a tener un modelo similar al de sus únicos dos vecinos fronterizos: Colombia y Perú.

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