Mientras los diputados del oficialismo defienden a capa y espada el proyecto de ley que busca modificar el cálculo que regula los aumentos para las jubilaciones, pensiones y demás prestaciones sociales, vendiéndola como un beneficio para diez millones de personas, las calles del centro de la Ciudad de Buenos Aires se llenaron de manifestantes que se oponen a este ajuste regresivo.

“¿Cómo puede ser que si esto les sube las jubilaciones a los adultos mayores, el gobierno se va a ahorrar 120 mil millones de pesos?”, preguntaba uno de los manifestantes a este cronista. “¿Cómo nos pueden querer convencer que es posible cobrar menos, pero tener mayor poder adquisitivo? ¡La soberbia de esta gente no se aguanta más!”, agregaba mientras los camiones hidrantes comenzaban a rociar a las decenas de miles de personas que se habían congregado frente al Congreso de los Diputados.

Un grupo minoritario de manifestantes atacó a la policía y a partir de ahí se perdió todo el interés por el debate que ocurría dentro del recinto legislativo y se produjo en la Argentina una cadena nacional de las piedras. Un país discute de dónde vinieron las piedras, a quiénes le sirven, para qué se lanzaron, por qué la policía actuó de tal o cuál manera y se pierden de vista las medidas económicas que emprende el gobierno de Mauricio Macri y que afectan a generaciones enteras.

Ya pasaron 6 horas continuadas de discursos en el Congreso, más tiempo lleva el operativo de represión, que no solo persiguió a los violentos, sino a todos los que se hubieran desplazado al centro porteño. La tensa calma augura una noche imprevisible.