Por Javier Cabero G

Durante la Colonia se debatió intensamente en América Latina sobre la cuestión de si los indígenas tenían o no tenían alma; si había que considerarlos como bestias, o como seres humanos. En estos días, el Tribunal Constitucional Plurinacional (TCP) de Bolivia asume un debate similar y toma posición sobre las personas transexuales y transgénero, considerándolas como seres que no corresponden a la categoría de seres humanos, y por tanto les quita su derecho a la identidad y el ejercicio de los Derechos Fundamentales. A través de su Sentencia, el TCP declara que es inconstitucional el parágrafo II del art. 11 de la Ley de Identidad de Género el cual señala que “El cambio de nombre propio, dato de sexo e imagen, permitirá a la persona [transexual y transgénero] ejercer todos los derechos fundamentales, políticos, laborales, civiles, económicos y sociales…”. Obrando de esta forma, el TCP les deja en estado de indefensión, al negarles el derecho a la identidad, expresado en el Parágrafo II del Artículo 14 de la Constitución Política del Estado, por el cual el Estado boliviano reconoce que toda persona tiene derecho a ser reconocida conforme a su identidad de género, identidad que es una decisión estrictamente personal. De este modo atenta gravemente a los Derechos Humanos y a varios Pactos internacionales que establecen de forma taxativa que “todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos, sin discriminación”.

La relevancia de la identidad como Derecho fue reconocida por el pueblo boliviano en nuestra Constitución, como ya señalamos, y legislada en la Ley de Identidad de Género, promulgada en el mes de mayo del pasado año. El TCP, contrariando la Constitución y al referéndum constitucional, los acuerdos internacionales al respecto y la jurisprudencia acumulada, anula este derecho para las personas transexuales y transgénero.

No es de extrañar que el Sistema de las Naciones Unidas (SNU) en Bolivia haya declarado que lamenta profundamente la posición del TCP y que su sentencia “imponga límites a la vigencia de los derechos fundamentales”, olvidando que “todos los derechos humanos son universales, complementarios, indivisibles e interdependientes, comprendiendo por lógica jurídica que estos principios también se aplican a las personas transexuales y transgénero”. Naciones Unidas recuerda además que existen compromisos internacionales asumidos por el Estado boliviano para el reconocimiento de los Derechos Humanos sin discriminación por motivos de identidad de género.

No hay otra explicación para el proceder del TCP que el fanatismo religioso, cuya expresión más radical acude al terrorismo en el intento de imponer sus creencias, segando miles de vidas de inocentes con los atentados que practica. Y ésta sentencia también es un atentado a la vida de estas personas. La identidad es un requisito imprescindible para toda actividad laboral, comercial, social, hasta para viajar y alojarse. ¿Que hace una persona sin identidad legalmente reconocida?, ¿cómo sobrevive?

Los humanistas, que ubicamos como valor principal al ser humano, condenamos la discriminatoria decisión del TCP que atenta también contra el ecumenismo y la tolerancia religiosa. Una sentencia llena de violencia. ¿Acaso los judíos intentan obligarnos a dejar de comer cerdo?; ¿acaso los musulmanes nos obligan a ayunar durante el Ramadán; ¿acaso los Testigos de Jehová andan por los centros de salud impidiendo las transfusiones?. Solo los fanáticos de estos cultos tratan de imponer sus creencias usando la violencia, la imposición. Desde nuestro punto de vista, la libertad de culto y el derecho a ser ateo o religioso es lo que debe primar. Toda imposición de creencias es violencia ejercida sobre otros seres humanos, intentando cosificarlos, quitándoles la opción de elegir, en este caso su identidad. Cada persona es quien quiere ser y llega a ser, pues la identidad es una construcción personal y social. Una cuestión esencial, pues por algo es una reflexión filosófica, constante en toda época, ya que todo ser humano intenta responder a la pregunta de ¿quién soy?. La identidad permite que las personas se reconozcan a sí mismas, definirse como individuos, como seres únicos que somos en el Universo.

Es por esta razón que propongo que abramos el debate sobre si los integrantes del TCP tienen o no tienen alma; si hay que considerarlos como bestias, o como seres humanos