Por Felipe Honorato

Cuando se habla de los Juegos Olímpicos de Barcelona, jugados en 1992, tal vez, para la mayoría de los ciudadanos del mundo, el gran recuerdo venga del baloncesto masculino. Para este deporte, realmente, la competencia fue especial, pues allí la Tierra vio brillar la mayor selección en esta modalidad: Magic Johnson, Larry Bird, Michael Jordan y Karl Malone, entre otros jugadores talentosos y símbolos de dos de las mejores generaciones de la NBA , compusieron el Dream Team estadounidense. Para los brasileños, otro recuerdo se hace muy especial: el primer oro olímpico del vóley masculino, prólogo de la revolución victoriosa que ocurriría tanto en la selección masculina, como en la femenina, en la primera década de los años 2000.

Lo que poca gente recuerda, sin embargo, es cómo Barcelona 92 fue un evento significativo para el continente africano. Sudáfrica del apartheid, por mucho tiempo, contó con el apoyo internacional. Sin embargo, al observar la conmoción que la violencia estatal y el racismo, ambos al servicio de la segregación, empezaron a hacer afuera del país, naciones y organizaciones internacionales se vieron obligados a dar la espalda al apartheid. Así, en 1964, Sudáfrica fue prohibida del Comité Olímpico Internacional (COI), y, consecuentemente, de las Olimpiadas – en 1961, ya había sido expulsada de la FIFA.

En 1990 el régimen segregacional del apartheid fue oficialmente extinto y Nelson Mandela liberado, después de 27 años en la cárcel. Sudáfrica entonces volvió al COI y así pudo participar en los Juegos Olímpicos en la ciudad catalana. Quiso el destino que una sudafricana fuera una de las protagonistas de uno de los más importantes hechos de la historia olímpica africana: la conquista de la primera medalla de oro por una atleta africana negra.

Elana Meyer es una fondista nacida en el país de Mandela y De Klerk en 1966. Según entrevista concedida por ella a la revista Canadian Running, Meyer ganó su primera maratón en 1980, con 13 años de edad. En el caso de Sudáfrica, impedida de participar en muchas competiciones internacionales, Elana Meyer tendría en las Olimpiadas de Barcelona su gran oportunidad de mostrar su talento a nivel mundial, en la prueba de los 10.000 metros. Tenía una dura contrincante: Elizabeth Mccolgan, escocesa, era la gran favorita al título olímpico. Mccolgan desembarcó en Barcelona con nada menos que la medalla de plata olímpica conquistada en Seúl, 1988, y el oro en el mundial de atletismo de 1991, todos en los 10.000 metros; además, había sido campeona del Maratón de Nueva York, una de las más importantes del mundo, también en 1991.

En la final olímpica, Elizabeth Mccolgan hizo prevalecer su favoritismo durante más de la mitad de las 25 vueltas de la prueba. Sin embargo, la tradición etíope en las pruebas de resistencia del atletismo es longeva, y en aquel 7 de agosto de 1992, a pesar de que el mundo estaba esperando una victoria de la británica, Daratu Tulu, negra y etíope, robó la escena e hizo historia.

Nacida en la villa de Bokoji y miembro de la etnia Oromas, Tulu forma parte de 3 grandes tradiciones en el atletismo de Etiopía: Bokoji dio a la nación Kenenisa Bekele el tri-campeonato olímpico y el penta-campeonato del mundo; perteneciente también a la etinia Oromas, Abebe Bikila, bi-campeón olímpico, que, por curiosidad, ganó la maratón de las Olimpiadas de 1960, en Roma, corriendo descalzo; y la familia de Tulu, además de ella, reveló otras dos campeonas – Genzebe Dibaba, campeona mundial y medalla de plata en olimpiada, y Tirunesh Dibaba, tri-campeona olímpica y penta-campeona mundial.

Daratu Tulu venció la prueba de forma épica, como la grandeza del momento exigía: Mccolgan lideró la disputa hasta la marca de los 6.000 metros. De ahí en adelante, las dos únicas africanas en la final olímpica, Meyer y Tulu, se dispararon en el liderazgo. A una vuelta del final, Daratu Tulu sobrepasó a la sudafricana, atravesando la línea de llegada con el tiempo de 31 minutos, 6 segundos y 2 milésimas, 5,5 segundos por delante de Elana Meyer. Después, abrazada a la sudafricana, Daratu Tulu dio una vuelta olímpica para ser ovacionada por el público.

2017 marcó el aniversario número 25 de esta conquista, así como de la medalla de plata de Meyer, la primera de Sudáfrica tras volver a competiciones internacionales. Daratu Tulu, en una entrevista con la BBC, de Londres, dijo que tras su victoria, muchos atletas empezaron a percibir que ganar en grandes competiciones era posible y espera que el oro en Barcelona siga sirviendo de inspiración para otras competidoras.

Después del éxito olímpico en Cataluña, Daratu alcanzó el lugar más alto del podio en otra de las Olimpiadas (2000, Sidney) y también en el mundial de atletismo de 2001, disputado en Edmonton, Canadá – todas las conquistas fueron en la prueba de los 10.000 metros. La etíope continúa, hasta hoy, siendo una de las grandes celebridades de su país.