Por

Es un juego de promesas y simbolismos. Los unos prometieron normalidad democrática, que se votaría donde siempre, que las urnas y las papeletas estarían donde debían de estar y que el recuento sería transparente y el resultado vinculante; los otros, que no se llevaría a cabo tal votación, que el referéndum estaba desactivado y que habría violencia. Todos ellos han acertado.

El gobierno catalán ha pretendido que el referéndum de independencia que se está celebrando en estos momentos en Catalunya aparentase en todo momento que se trataba de un proceso de votación normal. Aunque el censo nadie sabe cómo se ha llegado a elaborar, puesto que el Gobierno español se negó a cederlo, nadie ha podido negar que este existe y, lo que es más sorpendente, está actualizado. En lugar de recibir la carta censal para poder ir a votar, se han usado las “nuevas” tecnologías como una web alojada en un servidor fuera de la jurisdicción española para poder consultar el punto de votación introduciendo simplemete el DNI, la fecha de nacimiento y el código postal. Una vez ya se había confirmado dónde se llevaría a cabo la votación (en los municipios gobernados por partidos políticos faborables al referéndum el punto era el habitual), faltaba ver la respuesta del estado, y esta no se hizo esperar: la fiscalía ordenó a los mossos (policía autonómica catalana) que precintara todos los colegios que iban a ser usado para el referéndum. Y aquí es cuando empieza la mobilización ciudadana.

Desde la noche anterior a la votación, y en algunos sitios incluso dos días antes, se organizó a través de voluntarios una red para ocupar de forma pacífica todos los colegios electorales e impedir que estos cerraran y asegurarse de esta manera que “permanecerían abiertos”, así lo explica Marcel Galla, portavoz de la Crida per la Defensa del Referéndum de Eixample Izquierdo la Escola Industrial, que con 19 mesas electorales es el punto de votación más grande de Catalunya. En este local, se quedaron a dormir más de 400 personas. Hacia las 12 de la noche, empezó a haber un grupo de gente que empezó a intentar dormir, y otro grupo que hacía “vigilancia” por si llegaban la policía. En todo momento, la consigna era de tener respuesta “pacífica” y no entrar en provocaciones ni hacerlas. La policía se personó alrededor de las 12.45 e intentó en vano y sin mucho ánimo desalojar el local y no llegó a identificar a nadie. El ambiente festivo, relajado y caluroso se transmitía por todas las personas allí congregadas, una mezcla de generaciones, desde las que usaban por primera vez Twitter para estar informados, hasta los que para ellos sería su primera llamada a las urnas. Realmente el panorama no podía ser más curioso, ni me puedo imaginar qué otra circunstancia puede llevar a que haya varias generaciones y varias tribus sociales unidas.

La noche iba a ser corta para todos, la llamada a la ocupación de lugares de votación era a las 5 de la mañana, que era la hora en que llegarían las famosas urnas que presidirían las mesas. Estas habían sido, precisamente, el objeto que estaba en busca y captura por la policía, y lo que no habían contado es que la estrategia del Govern pasaba por distribuirlas entre varios ciudadanos de a pie, ningún cargo político involucrado, y que estos fueran los que de forma inocente las llevaran a sus respectivos colegios. Y así ha sido. Los poseedores de las urnas habían custiodiado con tanto celo su secreto, que no  fue hasta las 2 de la mañana del mimso 1 de octubre que trascenció dónde habían estado escondidas, y en época de redes sociales, tiene mucho mérito.

A las 6 de la mañana las puertas de los colegios empezaron a ser ocupadas por los activistas, las urnas fueron llegando gracias a los cordones humanos que los voluntarios iban haciendo y por donde, en bolsas de basura negras, fueron entrando. A su vez, los mossos fueron desplegando su cuerpo para cumplir su cometido como policía judicial y precintar los colegios. La batalla estaba servida.

Todo apuntaba a que la escalada de tensión iba a hacer que la violencia hiciera su aparición, tal y como presagió el gobierno español, y lo hizo. La brigada antidisturbios de la Policía Nacional y la Guardia Civil, a diferencia de los Mossos d’Esquadra, ha estado desde las 10 de la mañana usando de manera desproporcionada la fuerza para desalojar los colegios electorales ocupados. En Sant Vicenç dels Horts, residencia del vicepresidente de la Generalitat, la situación ha dado imágenes como Mossos sitiando punto de votación, aplicando alguna que otra carga sin llegar en ningún momento a usar violencia, pero donde la policía encargada de “velar de la seguridad ciudadana” ha sido la Guardia Civil o la Policía Nacional, la actuación ha sido de extrema violencia. Las imágenes y vídeos de la jornada quedarán para la historia. Un gobierno democrático autorizando el uso bruto de la fuerza para impedir un referéndum reclamado desde el pacifismo es una imagen muy difícil de borrar. La grieta, hoy, se ha ensanchado tanto que las posturas se han hecho irreconciliables. Entramos en una dimensión desconocida en la política occidental.

Para poder garantizar que todo el mundo pudiera ejercer su derecho a voto, el Govern catalán ha lanzado a las 8.00h en punto de la mañana una nueva estrategia: el censo universal. En lugar de solo poder votar en tu centro asignado, se podrá votar en cualquier centro, y de forma telemática se cancela que se pueda votar más de una vez. Y el sistema está dando sus frutos. En el citado municipio de Sant Vicenç dels Horts, la presencia de los Mossos D’Esquadra ha hecho que no se pueda acceder al colegio por la puerta, pero nadie ha impedido que la gente salte las pequeñas vallas de los laterales, y se han dado imágenes como la siguiente: el interior de los colegios llenos de gente contenta con la papeleta en la mano, y fuera, centenares de persones haciendo de escudos humanos para impedir la entrada de Mossos y que precinten el colegio. Incluso se ha dado el caso que al ser este el colegio de Oriol Junqueras, vicepresidente de la Generalitat y uno de los principales impulsores del referéndum, anuncie tranquilamente que ya ha votado en otro centro, y animando a que todo el mundo hiciera lo mismo. Las imágenes de los principales partidos independentistas, al no ir a votar a los “sobreprotegidos” centros que tenían asignados,  han podido votar sin grandes problemas. Rajoy vuelve a perder la batalla de legitimidades. A las 15.00h de la tarde, el Govern anuncia en comparecencia pública que el 96% de los colegios permanecen abiertos con normalidad.

A estas horas, las imágenes de la violencia de estado empiezan a dar la vuelta al mundo, varios dirigentes políticos europeos empiezan a dar las primeras voces de alarma y pidiendo la dimisión de Rajoy. Hoy ha quedado acreditado, por si había alguna duda, de que no es un interlocutor habilitado para llevar a cabo este trabajo.

La policía, a pesar de dejar de forma pasiva que se vote, está determinada a entrar y llevarse las urnas. De momento, todo son voces de alerta y dudas. Los grupos de mensajería no cejan en desinformar, pero lo que nadie cede es en su determinación por querer votar. La represión solo ha conseguido mayor movilización, quién sabe si esta era la estrategia del gobierno desde el principio. Catalunya se ha estado yendo durante mucho tiempo, y aunque el referendum de hoy no pueda ofrecer todas las garantías, las imágenes hablan por sí solas. Hoy, Catalunya ya se ha ido.