Por Pablo Tatés (texto y fotografías)

El capitán en retiro del Ejército, Fernando Encalada, luce nervioso. La atención de las cámaras de la prensa se centra en él y en lo que está a punto de decir ante un micrófono instalado en lo que parece ser un parqueadero trasero de la Escuela Superior Militar Eloy Alfaro ESMIL. El movimiento de sus labios delata que tiene la garganta seca. Las primeras palabras le salen en un tono marcial: “Siendo las 10:00, del 10 de julio del 2017…”, luego, un sonido ensordecedor de tambores y protestas de activistas del pueblo negro del Ecuador hace que, lo poco que tenía que decir, quede en una imagen que se asemeja a una escena de cine mudo.

El ambiente se pone tenso, los activistas no aceptan la forma en que el capitán en retiro, Fernando Encalada, se dirige a Michael Arce, ex cadete de la ESMIL, y al pueblo negro, en un intento de cumplir con parte de la sentencia que la Corte Nacional de Justicia, le dio a Encalada en julio de 2016, luego de encontrarlo culpable por delito de odio.  El ex capitán e instructor fue condenado a cinco meses y 24 días de privación de su libertad y fue dado de baja, tras someter  a abusos físicos, verbales y emocionales a Michael Arce, quien en septiembre de 2011 ingresó a la ESMIL con el objetivo de ser oficial del Ejército, pero los abusos cometidos obligaron a Arce a retirarse de la institución.

El ex capitán del Ejército, Fernando Encalada, espera a que su reloj marque las 10:00 para dar un escueto mensaje de disculpas a Michael Arce en la ESMIL

Encalada toma a su esposa de la mano, luce unos anteojos oscuros y bosqueja una sonrisa casi imperceptible. “Ante Dios no he cometido ninguna falta, ningún delito”, asegura y procede a retirarse. El enjambre de periodistas lo persigue, pero decenas de hombres lo protegen hasta que pueda dejar el lugar a bordo de un vehículo que lo lleva al interior de la ESMIL. Cristina Tipanquiza, abogada defensora de Encalada, consideró que se cumplió con la ley. “Hemos dejado la constancia (de) que se realizó este acto de forma respetuosa”, dijo. Sin embargo, pocos están de acuerdo.

“Yo Michel Arce, afroecuatoriano orgullosamente, ingresé a la ESMIL por la puerta principal y hoy las disculpas me las dan en la puerta trasera, en el parqueadero, y lo peor de todo es que ni siquiera pusieron asientos para todos los que están presentes. Además, en una ceremonia, tan importante como ésta, no entonaron el Himno Nacional. ¿Qué falta de respeto es esta hacia mi persona y el pueblo afro? Yo no acepto las disculpas del señor Encalada. Se violentó la sentencia porque esto (debió ser) un acto formal, castrense y esto fue una payasada”.

Micahel Arce junto a uno de sus familiares, en espera de las disculpas públicas en la ESMIL.

El doctor Juan Pablo Albán, abogado defensor de Arce, sostuvo que “lo que ha venido a decir el señor Encalada es que él, por una disposición judicial frente a supuestas agresiones que habría sufrido el señor Arce, le ofrece una disculpa. No son supuestas, él está condenado por delito de discriminación racial. No aceptamos esto como acto de disculpas”. Para Albán no fue difícil demostrar en la Corte el delito de odio.  “Curiosamente las propias Fuerzas Armadas, a partir de hostigar a sus testigos y aleccionarles, nos dieron la prueba. La gente que se presentó en la audiencia de juicio a declarar, que eran compañeros de Michael… de manera recurrente decían que Arce era sucio, perezoso, menos que las mujeres, un vago y todo esto con un trasfondo muy particular de relacionarlo con su condición racial, entonces la prueba en sí no fue difícil”, explica Albán. Lo complicado fue “convencer a los jueces de que eso era el delito tipificado como discriminación, porque los jueces querían ver correr la sangre, y claro, Michael salió con la nariz fracturada, con un esguince de hombro, pero eso para ellos no era suficiente, tendría que haberse muerto”, añade el abogado.

La fiscal del caso, C. Gómez de la Torre, agregó que “tenemos que darle al Tribunal de Garantías Constitucionales la posibilidad de que se haga nuevamente el acto, si el Tribunal considera que no se haga, pediremos que se investigue quienes tomaron la decisión de hacerlo en este lugar y del cómo lo hicieron, porque es una forma de discrimen”.

El Mayor Manuel Ovides, asesor jurídico de ESMIL, señaló que “quien tiene que dar las disculpas públicas no es la ESMIL, es el ex capitán Encalada… el Tribunal de Garantías Constitucionales dispuso que se de las facilidades en infraestructura”. Además dijo que el sitio elegido por Encalada, no es el patio trasero “es el campo a Tiwinza” y señaló un monumento al cual el acceso está cerrado con cintas amarillas, tres macetas con flores  y un rótulo que decía: “pare”.

Juan Pablo Albán agregó que se va “a notificar al Tribunal de Garantías Penales que esto no corresponde a lo que ellos dispusieron y segundo vamos a presentar una denuncia al Comité contra la Discriminación Racial de las Naciones Unidas para que determine la responsabilidad del Ecuador”. La fiscal Gómez denunció que “a él (Encalada) le traen en carro oficial, entra por la puerta de adelante, cuando ya es un civil porque está dado la baja, tenía que entrar igual que nosotros, por esta puerta y no lo hizo. Estamos preocupados porque la Escuela está dando un mensaje al pueblo afro: ‘tú no eres bienvenido ni eres incluido, mira dónde te ponemos, en la puerta de atrás’”

Dos caminos

Michael Arce declara ante los medios de prensa que ha optado por estudiar la carrera de Educación en la Universidad San Francisco de Quito. Atrás queda el sueño de ser uno de los pocos oficiales negros en el Ecuador. Su nuevo rumbo lo narra desde la puerta trasera. De la mano de su esposa, Encalada abandona la ESMIL por la puerta principal, dice que debe encontrar un empleo y planea estudiar una maestría en seguridad, salud ocupacional o administración.

El doctor Juan Pablo Albán, abogado defensor de Michael Arce, y la doctora Cristina Gómez de la Torre, fiscal del caso, rechazaron el acto realizado en uno de los patios de la ESMIL.

El doctor Albán alberga esperanzas: “esperaría que con la recurrencia, que se presenta este tipo de escenarios en el país, hubiera más procesos de este tipo, más condenas por actos de discriminación racial y general… Que hayamos ganado el caso de Michael no significa que el Ecuador ya no discrimina, todo lo contrario, este sigue siendo un país muy racista, la idiosincrasia del ecuatoriano es tener recelo del que supuestamente es diferente, cuando en realidad todos somos iguales”.

Por el momento, la ceremonia de disculpa pública ordenada por Corte Nacional de Justicia por este delito de odio en Ecuador deben esperar.