Por lavaca

El 8 de marzo en Buenos Aires, en el marco del Paro Internacional de mujeres, un grupo de actrices, bailarinas, abogadas y periodistas, protagonizó frente al Congreso de la Nación una acción pública reclamando –¡una vez más!– el derecho de las mujeres a disponer libremente de su cuerpo a través de una Ley de aborto.

El texto leído expresa crudamente la situación de peligro, fragilidad y desamparo que atraviesan diariamente miles de mujeres en Argentina y merece ser conocido por los legisladores para que legislen y por todos, para que sepan y acompañen.

Producción de lavaca. Cámara y edición: Bruno Ciancaglini. Cámara: Nacho Yuchark. Sonido: Franco Ciancaglini

 

Diputados, diputadas, senadores y senadoras:

El primer proyecto para la interrupción voluntaria del embarazo se presentó en este Congreso en 1937; el sexto, el 30 de junio del año pasado.

Hasta ahora, nunca lo trataron. Simplemente lo dejaron caer, como quien tira disimuladamente un papel a la basura.

Ustedes ya saben que en Argentina se realizan 500.000 abortos clandestinos por año y que por día una mujer muere por las consecuencia de esos abortos sin ley.

Ustedes ya saben que la clandestinidad del aborto, además de generar negocios millonarios, genera impunidad sobre las consecuencias de una mala praxis.

El resultado: la Salud pública recibe a más de 70.000 mujeres al año que deben ser hospitalizadas por las complicaciones de esos abortos sin ley.

Lo que quizás ustedes no sepan es cómo las mujeres se practican un aborto sin ley en este país y desde hace muchísimos años.

Estamos aquí para reparar esa falta de información.

Cuando una mujer decide abortar, no sabe cómo hacerlo. Le pregunta entonces a una amiga, o familiar, o consulta en Internet cómo hacerse un aborto casero.

Si la decisión la tomó a tiempo, puede recurrir a las pastillas. Para conseguirlas, primero tiene que conseguir una receta falsificada. Con esa receta trucha va a la farmacia, y paga mil pesos.

Seguramente tampoco están al tanto de que las pastillas abortivas aumentaron un 47% más que cualquier otro medicamento.

Ya en el baño de su casa, la mujer se introduce 2 pastillas en la vagina pero no como para ponerse un tampón: tiene que ser mucho más atrás, más adentro, más arriba, hasta llegar ahí, justo donde dobla el útero, porque si no, no funciona.

En diferentes tandas, tiene que meterse así doce pastillas.

Si todo sale bien, la mujer tiene contracciones, dolores en el bajo vientre y sangrado durante 24 horas. Este sangrado puede durar hasta 45 días y parará poco a poco.

Si todo sale mal –es decir, si no pasa nada–, tiene que volver a meterse 12 pastillas la semana próxima. Y si ni así logra producirse un aborto, tiene que conseguir un médico abortero clandestino.

Por 5000 dólares consigue que en un consultorio sin control y muchas veces sin higiene, le den una cita.

La mujer llega acompañada por una amiga, la hacen pasar sola a una sala con una camilla y la duermen.

La despiertan a las cachetadas, le colocan la bombacha de prepo, un apósito gordo y con una palmadita en la espalda, la despiden.

Si pregunta qué tiene que hacer ahora, le responden “nada”. Si pregunta qué hace si le pasa algo, le responden “andá al hospital y de esto no digas nada”.

Todavía mareada por la anestesia, aturdida, con el apósito mojado por la sangre, la mujer sale a la calle abrazada por su amiga.

Si la mujer es madre, llegará así a su casa para hacer la cena y atender a sus hijos.

Si la mujer es trabajadora llegará así a su trabajo, con el apósito entre las piernas.

Si la mujer es estudiante, rendirá así el examen.

Y si es empleada del Congreso de la Nación, se sentará así en su escritorio a ordenar la rutina legislativa.

En cualquier caso, estas mujeres estarán así, sangrando en silencio durante semanas hasta que el aborto sea un recuerdo negado.

Si así fuera, tendrá suerte. Si no, habrá hemorragia; y ahí sí tendrá que verselas con la medicina, la justicia, la prensa, la opinión pública y todos los que no estuvieron cuando ella entró a ese consultorio mugriento en mal estado.

Diputados, diputadas, senadores y senadoras, quedan ustedes debidamente informados.

Con ley o sin ley, nosotras abortamos.

¡Ley de aborto ya! ¡Ley de aborto ya!

 

Finalizada la acción, al cierre del video se consigna:

Y justo en este momento, la vicepresidenta de la Nación Gabriela Michetti y las legisladoras del bloque oficialista, elegían las escalinatas del Congreso para hacer una presentación ante la prensa.

Agradecemos a las actrices, abogadas, bailarinas y periodistas que participaron de esta acción.

El artículo original se puede leer aquí