Con mucha fuerza, en todo el mundo se conmemoró el día internacional de la mujer. A pesar de los progresos registrados en las últimas décadas en el tema de los derechos de la mujer, desgraciadamente aún queda mucho camino por recorrer contra la violencia machista. Una violencia que destruye lo mejor de nosotros mismos.

Hace ya más de 100 años, en 1908, para reivindicar un sueldo digno, reducir la jornada laboral a 10 horas diarias y prohibir el trabajo infantil, más de 120 costureras de una fábrica estadounidense se declararon en huelga. La respuesta a esta huelga no demoró en llegar. El 8 de marzo de 1908 todas las costureras murieron carbonizadas, encontrándose al interior de la fábrica por un incendio provocado.

Fue en 1910, en el segundo encuentro internacional de mujeres socialistas realizado en Copenhague, Dinamarca, cuando Clara Zetkin, política feminista alemana, presenta su propuesta de conmemorar el día internacional de la mujer con el objetivo de mejorar las condiciones de vida de las mujeres en general, y de las mujeres trabajadoras en particular.

Clara fue una de las precursoras del feminismo en favor de los derechos de las mujeres, y a ella deben las mujeres alemanas su derecho a votar. Clara, socialdemócrata en sus inicios, quiso terminar con la servidumbre de las mujeres, procurando su autonomía para ser realmente independientes, promoviendo su participación activa tanto en la organización como en la producción laboral. Quería que la mujer dejase de ser esclava.

Siendo la realidad actual sustantivamente superior a la de la época que le tocó vivir a Clara, queda mucho camino por recorrer para desplazar un marco cultural machista que se resiste a dar un paso al costado. Una cultura que está impregnada en todos los estratos sociales, de todos los niveles educacionales y culturales, que afecta tanto a hombres como a mujeres. No solo hay hombres machistas; también hay mujeres machistas.

En el presente año, hasta la fecha, en Chile se registran 6 femicidios, esto es, 6 asesinatos de mujeres por parte de sus maridos o convivientes. El año pasado fueron más de 30. Tras cada femicidio suelen haber hijos e hijas que quedan en el más completo abandono; tras cada femicidio suele haber una historia de violencia intrafamiliar.

En materia laboral, la inequidad en materia de remuneraciones entre hombres y mujeres que ocupan cargos con idénticas funciones y responsabilidades, sigue siendo una tarea por resolver, al igual que el acceso a los más diversos cargos.

En fin, aún queda mucho pendiente por qué luchar. Los varones, lo que debemos hacer es acompañarlas en esta lucha, o a lo menos, no oponernos. Por nosotros mismos, por nuestros hijos.

Como dicen en Argentina, no queremos más mujeres muertas por femicidio. Queremos a cada una de las mujeres vivas. A todas, Ni una menos.