Hace medio siglo nació en Cuba una gran aventura intelectual que tradujo los hechos y proyectos de la Revolución en un cuerpo de pensamiento capaz de alentarla. Se trata de la revista Pensamiento Crítico, que fue publicada mensualmente durante 5 años: entre 1967 y 1971, con una tirada de 15 000 ejemplares por número.

por Frank García-Hernández

En un salón donde cuelga un mural de dos metros por tres que recuerda a la Cuba revolucionaria de los años sesenta, se ha reunido el martes 20 de febrero, la intelectualidad cubana que hizo la revolución de la praxis -cuando Cuba emergía con el fusil y la barba-, con la intelectualidad joven que nació sobre los restos del muro de Berlín.

Los jóvenes han convocado. Les han pedido a los viejos que hablen. Que hablen los fundadores de la revista teórica marxista Pensamiento Crítico, creada en febrero de 1967 dentro de la Universidad de La Habana por los miembros del entonces Departamento de Filosofía, entre ellos, Fernando Martínez Heredia –director de la publicación-, Aurelio Alonso, Germán Sánchez, Juan Valdés Paz, entre otros que igual vale recordarles.

Al interior de la propia revolución hubo luchas ideológicas muy intensas, que no fueron, como algunos desconocedores y otros cercanos al imperialismo han querido hacer ver, entre Fidel Castro y Che Guevara. Fueron luchas entre quienes querían hacer la revolución y quienes querían congelar la revolución entre los fríos cánones del estalinismo.

Pensamiento Crítico, con sus bellas portadas producto de un diseño innovador, no publicaba los manuales del dogma soviético, antes bien, los combatía divulgando la teoría marxista heterodoxa.

Las luchas fueron tanto en la teoría como en la práctica entre estos dos campos. Los intelectuales seguidores de la línea moscovita intentaron reeditar, de manera extemporánea -y con profunda debilidad conceptual-, el estrecho realismo socialista.

Ante un intento de capitalizar los estalinistas el naciente Consejo Nacional de Cultura, Fidel Castro se dirigía a los intelectuales en La Habana, los llamaba a fundar la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, nacía Casa de las Américas y el Instituto Cubano del Arte y la Industria Cinematográfica, lugares de libre y honda creación cultural, tanto a nivel nacional como continental.

Los cineastas establecían vínculos directos con el neorrealismo italiano y el festival cinematográfico chileno de Viña del Mar, mucho más que con los preceptos estéticos de los estudios soviéticos.

La democracia revolucionaria no disolvía partidos políticos burgueses, antes bien, ellos mismos, empleando el terror armado, se cerraban el camino a la legalidad. En contraste, nacía el Partido Obrero Revolucionario (POR), trotskista, aupado por la IV Internacional de la tendencia posadista.

En el periódico del Movimiento Revolucionario 26 de julio, organización que lideraban Che Guevara, Fidel y Raúl Castro, se encontraba el semanario cultural Lunes de Revolución, con escritores -epígonos entre sí- como Cabrera Infante, Virgilio Piñera, Ambrosio Fornet o Carlos Franqui.

Para más democracia, dentro del mismo sistema político, dos dirigentes establecían modelos económicos socialistas distintos con la finalidad de encontrar en la práctica, y no en la imposición de decretos, el que serviría al desarrollo del proyecto nación.

Era el jacobinismo bolchevique martiano: una transversalidad tal de ideas radicales en el trópico, hasta el otro día burdel del imperialismo, devenido en cementerio del imperialismo, que Jean-Paul Sartre –también publicado en Pensamiento Crítico-, dijese que Cuba era una revolución sin ideología.

En realidad era una revolución que como máxima le decía al pueblo lee, no le decía, cree. Una revolución nueva.

Pensamiento Crítico, en aquellas fiebres, publicó tanto al joven intelectual cubano de los sesenta, como a pensadores marxistas europeos como Mandel, Althusser, Castoriadis, Régis Debray o K. S. Karol; extrajo del substrato teórico del llamado tercer mundo a piezas medulares como Mariátegui, Darcy Ribeiro o Frantz Fanon; aupó a verdaderas semillas del socialismo cubano de la primera mitad del siglo XX como Antonio Guiteras, a quien los comunistas de los años treinta no entendían y lo intentaron descalificar de fascista sin ver que el enemigo venía de su aliado Batista.

Divulgaban, a contrapelo de la política de “coexistencia pacífica” entre los Estados Unidos y la Unión Soviética -que no era más que un reparto de hegemonías globales-, comunicados de los movimientos de liberación nacional de la América Latina, o dedicaban un número completo a Ho Chi Minh, a la vez que publicaban el documento del Partido Comunista Chino llamando a la Gran Revolución Cultural Proletaria, estuvieran o no de acuerdo con ella.

Esta era una solidaridad militante que se vería también en la revista literaria Casa de las Américas y en el diario del Partido Comunista de Cuba que llegó a publicar en primera plana –y en portugués- un llamamiento de Carlos Marighella a la lucha contra la dictadura militar.
Para entonces, en la América Latina, África y Asia, parecía nacer un socialismo periférico en contrapunto al que propalaban los tanques de Moscú, dedicados ahora a sofocar revoluciones en Hungría -1956-, donde un Giorgy Lúckas sería Ministro de Educación y una primavera praguense -1968- que intentó hacer un socialismo con rostro humano. Sin contar los golpes suaves dados a lo interno de los partidos pro soviéticos instalados en Alemania y Polonia donde depondrían a líderes populares como Walter Ulbricht y Wladislaw Gomulka, respectivamente.

El año 1971 fue el año donde se impuso la grisura en el campo intelectual cubano. La entrada de la isla al Consejo de Ayuda Mutua Económica –CAME-, donde se aplicaban las directrices económicas soviéticas, provocó que la política cultural tomara cauces similares a los de Moscú. La revista Pensamiento Crítico se cerró, el realismo socialista llegó a las imprentas, se clausuró la carrera de sociología.
La literatura especializada en el tema habla que fue un quinquenio atrofiado, otros, un decenio. Lo cierto es que el año 1991 no trajo el derrumbe del socialismo en La Habana y sí el derrumbe del dogmatismo y la censura que falseaba al marxismo.

Los muchachos que en la calle K del barrio habanero del Vedado fundaron Pensamiento Crítico en 1965, volvieron a los institutos de investigación, al profesorado universitario, a la publicación de libros y nuevas revistas, ahora algo canosos y esta vez sí, y para siempre, para quedarse.

*Frank García-Hernández: Redacción Cuba. Sociólogo, Universidad de La Habana. Trabaja en el Instituto Cubano de Investigación Cultural Juan Marinello. Email: frank@icic.cult.cu Bolg: http://desnudosdecuba.blogspot.com.es/