A pesar de la protección del patrimonio nacional, la galería ‘East Side Gallery’ está cada vez más deteriorada. Esto se debe principalmente a la imposición de los intereses privados sobre el patrimonio público y sobre la ley. Tanto alemanes como extranjeros median por la conservación del trozo más largo del muro, que en 1990 fue pintado por 118 artistas de 21 países.

Christine Mclean, cofundadora de la East Side Gallery, junto a Jordi Pérez y Thomas Rojahn, tienen en mente algo más que la protección del muro. La East Side Gallery tendría que ser un monumento a la alegría. Los tres me explican sus motivos y sus intenciones en un restaurante en Kreuzberg.

Jordi Pérez: Como iniciativa, nosotros, la alianza ¡Salvemos el East Side Gallery! (Bündnis East Side Gallery retten!), nos posicionamos en contra de su urbanización y queremos su conservación. Durante bastantes meses hemos colocado una caravana a modo de punto de información. A menudo hemos hablado sobre lo que nos mueve a todo esto y lo que el muro significa para nosotros. Varias veces se mencionó la novela «Geteilter Himmel» (El cielo dividido) de Christa Wolf, cuyo título me parecía más bien trivial, hasta que llegué a un punto que me causó la impresión de que el Muro de Berlín aun se encontraba cerrado. Es ese punto concreto desde el que no era posible ver ni el principio ni el final de la galería. Entonces miré hacia arriba y me hizo clic. De repente pude ver ese cielo dividido. Vi ese azul y ese imponente muro. Por eso es tan importante para nosotros el tener una visión abierta. Exactamente allí, donde tuve esa experiencia, se encuentra ahora un bloque de apartamentos. Esa experiencia no es ya, por tanto, posible.

Christine Mclean: Cuando en 2013 se demolió una parte del muro, se produjo ya entonces un enorme eco internacional. Antes de que la prensa alemana reaccionara, ya se encontraba Voice of América al pie de la noticia. En los meses siguientes, durante los alborotos alrededor del muro, llegaron equipos de televisión procedentes de Corea, China, Finlandia, y naturalmente desde EEUU y el Reino Unido. Como extranjera, no puedo alcanzar a comprender cómo se puede arrancar un trozo de un objeto que se encuentra bajo las leyes de protección del patrimonio nacional. Sencillamente, la Cámara de Berlín  desconoce por completo el significado de este monumento. Parece que se entiende mucho mejor fuera de Alemania. Además se están violando las leyes vigentes. Aquí no se puede edificar y la Cámara de Berlín actúa como si existiese un margen discrecional.

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Thomas Rojahn, Christine Mclean y Jordi Pérez

Jordi: las pintadas de la cara este del Muro de Berlín entre Ostbahnhof y Oberbaumbrücke fueron oficialmente permitida por el Consejo de Ministros de la RDA en 1990. Irónicamente hay que agradecer al magistrado del este que hoy en día la East Side Gallery siga en pie. La edificación a lo largo de aquella franja de la muerte chocó contra la ley de protección del patrimonio nacional. Puesto que la East Side Gallery representa y es una frontera, debe ser también perceptible de ese modo. Una nueva construcción está prohibida siempre que se interponga en el radio de acción del monumento.

¿Cómo se diferencia la East Side Gallery de otros trozos de recuerdo en Berlín y del Museo del Muro?

Jordi: la East Side Gallery no es un elemento de una cultura negativa de la memoria, como se puede escuchar a menudo en Berlín. No tiene nada que ver con la documentación del terror sino que más bien es un símbolo de esperanza y alegría.

Christine: No fueron necesariamente artistas famosos los que pintaron el muro en 1990, muchos de los cuales provenían de la parte este. En aquellos días ni siquiera se podía escupir en el Muro, y mucho menos pintar. Las pinturas tratan sobre todo sobre la libertad, la tolerancia y el amor.

Jordi: Esos son los sueños, esperanzas y también los miedos que tanto dominaban en la época de la caída del Muro a ambos lados del mismo. Se vivía, sobre todo un ambiente de ruptura; después de acabada la Guerra Fría, el mundo tenía una nueva oportunidad. Este ambiente que se manifestó a través de las pinturas de los artistas aun se aprecia en la actualidad.

Después de ese momento han pasado también muchas cosas que ya se han olvidado. Partiendo de los movimientos para la libertad y el medio ambiente se instauró la democracia en la RDA. Aun durante la dictadura, se formaron mesas redondas y se comenzó a entablar diálogo con los poderosos casi al mismo nivel. Fue un momento muy progresista, las personas estaban muy creativas y los artistas pudieron volver a pronunciarse. Se reflexionó sobre diferentes formas de gobierno y se trabajó en un proyecto de Constitución, que se archivó poco antes de la Reunificación de Alemania.

Este ambiente de ruptura y este sentimiento de libertad fue un momento emocionante. Cada vez que hoy miramos hacia atrás, la gente piensa principalmente en la reunificación. Ese ambiente de ruptura fue absorbido por la reunificación. Fue como sucidió más tarde con el «dinero de bienvenida*», el momento pasó o bien ya no hubo más interés por ello.

El fin de la Guerra Fría, algo que podría haber sido una de las mayores catástrofes del la historia de la humanidad, se transformó en realidad de la noche a la mañana de manera pacífica. Este es exactamente el sentimiento Berlín, esa libertad y alegría que uno encuentra aquí en Berlín. Estos son todavía los ecos de aquel tiempo, cuando de repente explotó la creatividad. El Muro es un testigo de ese tiempo lleno de emoción. Hay que recordar la fuerza y los pensamientos e ideas de aquel momento y no poner el foco solamente en la reunificación de 1990. Reconocer todo lo que aquí estaba pasando el año de la caída del muro y ver si se puede encontrar algo que sirva de vínculo para construir un mundo mejor. Ese es el punto de partida del monumento a la alegría. Nombrar así el proyecto fue idea de Thomas.

Thomas Rojahn: yo asocio la alegría reinante entonces, y que llevaba a desconocidos a abrazarse en las calles, a la Oda a la Alegría de la Novena Sinfonía de Beethoven. Sólo hay que echar un vistazo a las fotografías de la noche de la caída del Muro de Berlín para recordar esa alegría. Así, o algo similar, me imagino yo el momento que Schiller y Beethoven querían expresar. Un momento utópico en el que las personas se hermanan de manera real.

Con Monument to Joy intentamos crear un vínculo con ese tiempo. La East Side Gallery debe recordarnos esa alegría y que ésta no llega regalada. Hay que luchar por ella, pensar, reflexionar y actuar.

Jordi: Expresado de manera algo patética, en el momento de la caída del Muro de Berlín, es cuando las alas de la hija del Elíseo tocan tierra. En ese día reinó realmente la alegría, sin importar de qué orilla venías o qué moda seguías. Simplemente reinó una alegría pura.

De este modo se puede entender la East Side Gallery como manifiesto convertido en Oda a la Alegría. La alegría transformada en elemento vinculante entre las personas y que supera toda diferencia aparente que nos separa.

Esta utopía pensada por Schiller y Beethoven se hizo realidad en aquel segundo, lo que dura un batir de alas. Después de esto llegó el consumo y la libertad fue acaparada. Por eso se necesita la galería como símbolo y como dedo en la llaga, de que no se trata del día de la Reunificación de Alemania, sino de la caída del muro y del tiempo que la precedió; se trata del pensamiento democrático libre que abrió camino principalmente desde el este del muro. Queremos invitar a las personas a que se pongan exactamente allí, para que vuelvan a conectar con aquel valor y se comprometan.

¿Es necesario repetir el cambio (“die Wende”)?

Jordi: ¡Sobre todo se necesita una dirección! La gente se siente profundamente insegura, reina mucha energía negativa. Es realmente importante poner un símbolo como orientación de una energía positiva en relación a los Derechos Humanos, la libertad y la solidaridad.

Lo que actualmente estamos viviendo en Europa, especialmente en relación a la problemática de los refugiados, es terrorífico. Es particularmente un horror observar cómo se levanta un nuevo muro en la frontera turco-siria, financiada indirectamente a través de los contribuyentes alemanes. Nos encerramos en nosotros mismos, miles de personas se ahogan en el Mediterráneo y no estamos en condiciones de reconocer que las causas se encuentran en nosotros. Queremos proteger la riqueza que obtenemos exprimiendo al mundo con comportamientos económicos inhumanos y mediante el poder bancario y financiero. No queremos fomentar ningún escenario del horror, como con gusto lo hace la extrema derecha, sino que queremos crear un claro símbolo para la libertad y la alegría. Por todos esto, la East Side Gallery es tan importante.

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No existen números exactos, pero alrededor de 5 millones de personas peregrinan anualmente hasta la East Side Gallery. Tiene que haber una razón para ello. En parte la gente viene por la cuestión artística, por otra parte estoy convencido de que es este sentimiento de libertad el que atrae a la gente, aunque ellos mismos no sean conscientes de esto.

Christine, ¿se trata de una reorientación de la idea inicial?

Christine: Es una continuación consecuente. El Muro no solamente se abrió, sino que la frontera se fue relajando poco a poco. En la zona de Oberbaumbrücke había colas de personas para cruzar a pie hacia el otro lado porque muchas veces era así más fácil que intentarlo en coche bajo el caos en las carreteras que reinaba entonces. Nosotros los artistas que trabajábamos en aquel entonces en el Muro, escuchábamos conversaciones entre las personas. Pudimos percibir la energía y los sentimientos, y muchos artistas fueron influidos por éstos. Como médica naturopática, mi opinión es que el muro fue abierto y sanado por el trabajo y la energía que todos aportaron/insertaron. Muchas personas murieron a causa de ese muro. Nosotros lo hemos transformado.

¿Qué concepto tiene el monumento a la Alegría?

Thomas: En nuestra página web «East Side Gallery – ein Denkmal an die Freude« se puede encontrar el estímulo para la reflexión. Y hay una razón para llamarlo el estímulo para la reflexión y no concepto. Queremos una iniciativa desde abajo y todos deberían poder dar su opinión. No debería venir dado desde arriba como algo «culto» o «bien formulado» pero sin conexión con la gente. Las personas deberían pensar en qué quieren colocar en ese punto tan significativo. Este estímulo para la reflexión debería proporcionar inspiración sobre la dirección que podría tomarse.

Jordi: A nosotros nos gusta especialmente la idea de instalar un Speakersʾ Corner («Rincón del orador”). Como símbolo de la libertad, el Senado de Berlín debería, al igual que el de Londres, introducir una ley por la cual cada uno de nosotros pueda hablar libremente allí.

A Alemania le gusta pavonearse mucho de su libertad de opinión y de manifestación. Pero en verdad se puede ver rápidamente que la realidad es diferente. Yo he sido en una ocasión llevado a la Oficina de Protección del Estado por pasarme todo un día repartiendo panfletos en la East Side Gallery. Tampoco se puede en Alemania levantar una pancarta sin previo aviso; este caso conlleva a una confiscación por parte de la policía. Por eso se necesita un Speakersʾ Corner, para mostrar que no todo es tan bonito.

Thomas: También nos gustaría invitar a artistas a happenings. Detrás del East Side Gallery queda mucho espacio libre que bien podría ser utilizado para instalaciones de arte temporal. El Graffiti y el Arte Callejero forman parte del Muro y mediante la colocación de unas paredes también se podría lograr un espacio libre para este tipo de arte. Esto por nombrar sólo un ejemplo. Si pudiéramos además utilizar la ya existente infraestructura del entorno adyacente para congresos, simposios, conciertos temáticos, el East Side Gallery recibiría una relevancia mucho mayor.

Es importante que no quede como algo museístico, sino que se convierta en un monumento vivo a la alegría donde la gente pueda trabajar de manera continua.

Jordi: El peligro de que no salga así es de todos modos grande. Ya contamos con tres museos en la zona que también se llaman East Side Museo o algo similar. Tenemos que tener cuidado de que el poder de atracción del nombre East Side Gallery no se use unicamente para el consumismo y se vuelva cada vez más comercial. Este es el mayor miedo que tengo.

¿Qué cosas se requieren para hacer realidad esta idea?

Christine: Sobre todo queremos movilizar a las personas de fuera, por poner un ejemplo, realizar una campaña internacional.

¡Muchas gracias por esta charla tan emocionante!

Traduccion del aleman por Juan Andres Carmona Ramirez

*Antes de la reunificación, cada persona que viajaba de la RDA a RFA recibía un monto en Deutsch Mark. Esto estaba limitado por persona y una vez al año. Este dinero se llamaba “dinero de bienvenida”.