Por ALBA Movimientos

22 de noviembre del 2011, al alba, un grupo de hombres armados, vestidos de civil, ingresan a una casa situada a orillas de Bocas del Río Viejo, en el Alto Apure, frontera con Colombia. Adentro duerme un grupo de compañeros, algunos en el interior de la casa donde se encuentra la familia propietaria, otros en la vaquería que está a unos metros. Sin mediar palabras los hombres abren fuego. No hay enfrentamiento: los compañeros escapan por los campos. Eso no importa, el objetivo de la emboscada es asesinarlos.

Pasadas las dos horas aparece la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (Fanb). Cinco compañeros están muertos. Se llaman Edinson López, Juan Carlos Garrido, Javier Garrido, y Javier Guerrero. Este último es el Comandante Moisés. Su muerte fue cruel: “El finado Moisés quedó vivo, lo amarraron en un árbol y lo quemaron, lo fueron matando poco a poco, hasta las uñas le arrancaron”, dice uno de los compañeros que presenció el episodio y quedó vivo.

El autor intelectual del operativo es el Coronel Cerdeño Armas, quien comunica que abatieron a un grupo de cuatreros, bandidos. La responsabilidad es de una conjunción entre células corruptas dentro de la Fanb y fuerzas extranjeras en territorio venezolano. El resultado: la Masacre de Bocas de Río Viejo, el 22 de noviembre del 2011. El motivo de los asesinatos: la lucha contra el contrabando de gasolina, madera y droga. “Los matan porque no les convenía que siguieran la lucha que estaban haciendo. No les dejaban pasar gasolina, droga”, explica José María Romero, referente de la Corriente Revolucionaria Bolívar y Zamora (Crbz)

Los compañeros no son la mentira que dice el Coronel, son chavistas, revolucionarios. Son hombres humildes, areneros, profesores, campesinos, padres de familia, hijos de esta tierra.

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Pasaron cinco años desde la fecha. El dueño de la casa salió hace dos años de prisión, todavía tiene que presentarse ante el juzgado. El día de la Masacre lo amenazaron con picar al hijo por la mitad para que hablara. A su señora le dispararon a quemarropa en la habitación, y se llevaron todo lo que tenía: ganado, maquinaria, años de trabajo. Al regresar solo le quedaban las imágenes de los fusilamientos, la palmera donde había sido atado, los agujeros de balas en paredes y techos, la impunidad. Ahora hay vida nuevamente: el compañero volvió a sembrar, tener ganado, habitar su casa. No se rindió.

Nadie lo hizo. Desde esa fecha la lucha por conseguir justicia ha sido permanente, aunque haya sido David contra Goliat. Se lograron algunos pasos, como sacar al Coronel Cerdeño Armas del Batallón. No es suficiente, y cada año, el 22 de noviembre la Crbz pide justicia por los caídos, sale a la calle en un día que ya se llama “día de los mártires bolivarianos”, en honor a todos los compañeros y caídas en la construcción del proyecto chavista.

Se pide justicia, construye memoria, y se continúa con el camino de los compañeros caídos. Los intentos por frenar el contrabando han sido permanentes. En el 2011 se vivía en la frontera el inicio de lo luego se profundizó como parte del plan contrarrevolucionario de desabastecimiento el país, el que hoy día golpea sobre nuestro pueblo. El compromiso de la organización en esa lucha nunca bajó, lo atestiguan las acciones emprendidas -toma de gasolineras, movilizaciones masivas etc.- así como los compañeros muertos y desaparecidos, por ejemplo, en el 2013.

En cuanto al objetivo histórico que perseguían los compañeros asesinados en la mañana del 22 de noviembre, la certeza ha continuado inquebrantable: “La mejor justicia que podemos hacer es que el proyecto por el cual luchaban sea exitoso, se construya el poder popular, haya democracia profundamente participativa, nacionalista, antiimperialista. Sino de nada serviría que hayan muerto los compañeros. El triunfo es el que da la razón”. Así explica Romero.

Los cinco son un ejemplo, no solamente para la Crbz sino para la historia de lucha de nuestro pueblo. Son la muestra de cómo hombres y mujeres deciden dar la vida por un proyecto revolucionario. Los reivindicamos, son hijos de la lucha. En sus nombres queda grabado un camino por el que seguimos andando. Su caída no habrá sido en vano, venceremos.

Fuente: Corriente Revolucionaria Bolívar y Zamora

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