Desde la invasión de Iraq por la coalición liderada por Estados Unidos, en el año 2003, la población vive sometida a los atentados y la violencia diaria, a las dificultades económicas, y a la falta de garantías de todos sus derechos. Pero sobre todo la gente vive con la incertidumbre de no saber ‘qué pasará mañana’. Millones de personas desde la invasión, imposible dar una cifra exacta a día de hoy, se han visto obligadas a salir del país o a moverse dentro de él constantemente, sin poder recomenzar una vida en paz, viviendo en ciudades ajenas y pagando alquileres caros. En 2014, el grupo yihadista, autodenominado ‘Estado Islámico’, ISIS, o DAESH, en árabe, comenzó su incursión y tomó el control de aldeas y ciudades. Una de las ciudades que cayó fue Mosul. Ahora, el gobierno iraquí y la alianza de las potencias occidentales preparan un plan para retomar la ciudad, y aunque no se sabe todavía cuándo se producirá, lo cierto es que la población civil se prepara para lo peor, más desplazamiento y dependencia de ayuda externa. Y la población kurda, objeto de discriminación histórica, está en la mira. A 45 kilómetros de Mosul se encuentra la oficina de la organización Medair, dedicada a la atención primaria y en salud de los desplazados. En Medair, trabaja Constatino Rago, con quien hablamos para saber más de la situación. Blanca Diego conversó con él.