Por Eleonora de Lucena/Emergente

“El diario argentino me encargó un artículo sobre el juicio político en Brasil. Lo escribí y envié. Pidieron para que yo lo ablandara y suavizara en partes. Específicamente, no querían que yo hablara de sumisión a los EE.UU. Rechacé hacer cualquier cambio en el texto. Hace dos semanas que el texto sigue en una carpeta virtual en Buenos Aires”, declaró Eleonora de Lucena.

A continuación, sigue el texto que «El gran diario argentino» no quiso publicar:

Un golpe a la democracia y a la soberanía en Latinoamérica.

El juicio de Dilma Rousseff atropella a la democracia y expone de una forma muy cruda el embate de intereses antagónicos en Latinoamérica. Por un lado, un proyecto de integración regional sin sumisión a los Estados Unidos; del otro, la vuelta de las conocidas «relaciones carnales» con el imperio del Norte.

El gobierno de Michel Temer demuestra querer vaciar el Mercosur. Repitiendo engaños usados internamente en el país, maniobra para golpear esa construcción de la Unión Sudamericana que va más allá de los acuerdos comerciales.

Abruptamente da inicio a una ola de privatizaciones, vendiendo parte del pre-sal brasileño, donde hay valiosas reservas de petróleo. Tienen la intención de vaciarlas y de descuartizar a Petrobras, ícono de una propuesta independiente de desarrollo y objeto de deseo de las compañías extranjeras.

Temer ha anunciado cortes en gastos en salud, educación y jubilación. Planea desmantelar las conquistas de los trabajadores obtenidas desde la mitad del siglo 20. Apunta transferir los ingresos de los más pobres hacia los más ricos: los proyectos sociales serán recortados para garantizar el pago de los intereses estratosféricos a la elite.

Es la reedición de un entramado ya dibujado en Paraguay y en Honduras: un golpe sin tanques que corroe y desgasta las instituciones para minar la independencia. En un ritual kafkiano, políticos acusados de corrupción votan la casación de una presidenta que todos reconocen ser honesta. En los años 1990, con gobiernos neoliberales, Latinoamérica experimentó una combinación de concentración de riqueza, desindustrialización, privatizaciones salvajes y pérdida de la soberanía. La Argentina vivió con radicalidad ese proceso. En las calles, lo derrocó. Ahora, las mismas trampas de aquellos tiempos intentan resucitar en el continente. Aprovechan la situación adversa de la economía y diseminan un discurso de odio, perjuicio e intolerancia.

Conquistan, así, parte de las clases medias, muchas veces refractarias a la ascensión que los más pobres obtuvieron en los últimos años. El movimiento necesita ser entendido adentro de la actual crisis capitalista y de las mudanzas en la geopolítica mundial. El capital financiero busca garantizar las ganancias en Latinoamérica. Necesita derribar barreras de protección en la región – que lo es más viable con los gobiernos dóciles, también dispuestos a vender activos a precios muy bajos.

Mientras se entretenían en las guerras de Irak y alrededores, los EE.UU. vieron la influencia de China crecer de forma exponencial en el continente Sudamericano. El petróleo, los minerales, el agua, los mercados internos, las empresas innovadoras – todo es sujeto del interés externo.

En este contexto de disputa es que se debe analizar las intenciones norteamericanas de instalar bases militares en Argentina – en la triple frontera y en la Patagonia. El Imperio vuelve a preocuparse con lo que considera su eterno patio trasero.

El juicio político de Dilma es pieza clave en el ajedrez de poder de la región. Expulsar a quién no se somete a los intereses de los EE.UU. es una advertencia a los países. El proceso, que deja las instituciones en añicos, demuestra, una vez más, como tanto la voracidad de los mercados como la fuerza imperial son incapaces de convivir con la democracia.

De Lucena, Eleonora, 58, periodista, es reportera especial en Folha de S. Paulo. Fue editora-ejecutiva del diario de 2000 a 2010.

El artículo original se puede leer aquí