Por Benito Joaquín Milanés*

Zambia celebrará elecciones generales el próximo 11 de agosto, y tal acción será la continuidad en las urnas de la zaga del extinto mandatario Michael Sata.

Antes de su muerte, Sata nombró como su sustituto al ministro de Defensa y Justicia, Edgar Lungu, pero una cláusula constitucional anuló la asunción del militar al cargo.

Entonces la silla presidencial de Lusaka fue ocupada por el vicepresidente, Guy Scott, primer mandatario blanco del país desde su independencia en 1964.

De esa manera Scott daba continuidad al voto popular de los comicios de 2011, ganados por el Frente Patriótico (PF).

El pasado mes de enero los zambianos realizaron elecciones y ganó el militar Edgar Lungu, del PF, quien obtuvo el 48,3 por ciento de los votos válidos. Solo el 32 por ciento del padrón electoral participó en esos comicios.

A partir de entonces Lungu llama en sus discursos a la libre competencia de ideas entre los zambianos e insiste en tolerarse unos y otros en la diversidad.

Lungu trata además de que su gobierno posea un cuidadoso equilibrio, mezclar a viejos y jóvenes y empoderar de esa manera a las nuevas generaciones, aseveró recientemente el sitio digital wanafrica.

Sin embargo, desde las elecciones realizadas por Lusaka a mediados de enero de 2016 el gobierno del actual mandatario de Zambia fue cuestionado por Hakainde Hichilema, de la formación opositora Partido Unido para el Desarrollo Nacional (PUDN) y segundo más votado (46,7).

Hichilema reclamó entonces una nueva enmienda a la Carta Magna de Zambia que garantizara la existencia de una comisión electoral cuyos miembros no fueran nombrados por el presidente de turno.

La recién aprobada Constitución zambiana incluyó una cláusula en la cual se establece que el candidato presidencial ganador deberá sumar más del 50 por ciento de los votos válidos depositados.

También se añade que los aspirantes a la primera magistratura deben proponer en sus boletas de candidatura a su vicepresidente. Antes de la aprobación de esas enmiendas, el mandatario electo designaba «de dedo» al vicepresidente.

Entonces el 11 de agosto venidero Zambia volverá a las urnas para elegir a su séptimo presidente en 52 años de independencia y una nueva Asamblea Nacional de 150 miembros.

También a los alcaldes de los 89 distritos existentes de las 10 regiones de su actual división político-administrativa.

Serán unas elecciones reñidas entre el gobernante Frente Patriótico (PF) del presidente, Edgar Lungu, y el Partido Unido para el Desarrollo Nacional (UPND) del opositor Hakainde Hichilema.

En las últimas semanas el actual mandatario y candidato presidencial, Lungu, cerró medios de prensa, según la red social mundial denominada albamovimientos.

Asimismo, el jefe opositor Ousainou Darboe y casi una veintena de seguidores se encuentran encarcelados por tres años por participar en una manifestación no autorizada.

Esto ocurre en un país donde los principales recursos están en los sectores mineros, agrícolas y ganaderos. Dentro de esas ramas destaca la agroalimentaria y la metalúrgica, además de la textil.

No obstante sus potenciales riquezas, el crecimiento económico de Zambia se encuentra dos puntos porcentuales por debajo de lo sumado durante el gobierno del presidente Sata.

Zambia creció anualmente en la etapa aludida alrededor del siete por ciento, principalmente por los precios alcanzados por el cobre, reglón minero que representa el 70 por ciento de las exportaciones del segundo productor de ese mineral en el continente africano, recordó el sitio digital africareview.

Lusaka es una capital que representa a uno de los países más emergentes de África, pero con masivos planes de privatización. Por tanto, el gobierno electo el 11 de agosto próximo no asumirá con el viento a su favor.

Además de la difícil coyuntura política existente en el país, el nuevo mandatario deberá resolver el conflicto con las empresas mineras por la devolución del Impuesto al Valor Agregado (IVA) y el incremento de los gravámenes que afectan la cotización de la moneda local, la kwacha.

Tal es la zaga dejada por Sata, tras su muerte en Londres en 2014.

*Periodista de la Redacción África y Medio Oriente de Prensa Latina.

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