A fines de julio el parque Parc la Belle Idée (Centro de Estudio y de Reflexión Humanista) recibió la visita de Karen Rohn, (del Mensaje de Silo – Santiago de Chile), para realizar una jornada de trabajo, práctica e intercambios sobre el tema de la Fuerza en la Ceremonia del Oficio. Más de sesenta personas de diferentes nacionalidades participaron de la jornada en la que se pudo explorar acerca de las mejores condiciones internas para experimentar la Fuerza.

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El Mensaje entregado por Silo (Mario Rodriguez Cobos, escritor y pensador argentino) en julio de 2002 es un libro que agrupa tres escritos: El Libro conocido como La Mirada Interna, La Experiencia, planteada en ocho ceremonias y El Camino, un conjunto de reflexiones y de sugerencias acerca del sentido de la vida. En torno al Mensaje de Silo se reúnen hombres y mujeres de todo el mundo, creyentes y no creyentes, jóvenes y no tan jóvenes de todas las condiciones sociales, para meditar sobre la superación del dolor y el sufrimiento, de la violencia que hay en nosotros y fuera de nosotros, pero también sobre la coherencia de nuestras vidas, sobre la manera en que nos tratamos los unos a los otros, sobre lo sagrado que se expresa en cada uno y sobre la no creencia en la muerte como finitud. Los mensajeros profundizan todos estos temas, aspiran a “vivir” esta enseñanza en su vida cotidiana, actúan en el mundo para luchar contra todas las formas de violencias e invitan a todos los que lo deseen a participar de esta experiencia.

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¿Pero, cuál es la Fuerza de la que hablamos? No somos solamente un cuerpo constituido por órganos, sangre, huesos y carne. Somos también energía. Esta energía no es abstracta, es psicofísica, está presente en todo nuestro cuerpo. Silo: “En realidad, este trabajo es sencillo, pero nos cuesta mucho ponerlo en marcha”. Sencillo porque este trabajo es accesible para todos, esta Fuerza está en nosotros. Nos cuesta mucho porque no tenemos la costumbre de hacer este trabajo y no sabemos cómo hacerlo.

Esta fuerza es los que nos une más allá de todas nuestras diferencias, es la esencia de nuestra humanidad, una energía que circula en nosotros, que podemos movilizar para dar dirección y sentido. Es una Fuerza interna que no tiene nada que ver con la fuerza que usamos en nuestra vida cotidiana. Esta “totalidad” del ser humano la perdimos en el curso de nuestra historia y fue “disociada” de nuestro ser profundo en beneficio de una organización social pragmática y mercantil, como si nos hubieran partido en dos y una parte cayese al olvido, desconsiderada, enmascarada. Sin embargo esta Fuerza benévola está presente en cada uno de nosotros. No es ni extraordinaria, ni mágica, ni rara, es lo que somos, nosotros, Humanos.

¿Cómo se practica? Une persona guía la ceremonia. Es un encuentro con uno mismo. Silo: “entremos con afecto a nuestro interior, considerémonos de otra manera, como lo que somos, como buenas personas…”. Es extraerse del mundo exterior para entrar en uno mismo y preguntarse, desde el interior de sí, si su mente, su corazón y su cuerpo están tensos, si estamos inquietos, para luego darse un tiempo de aquietamiento, de calma. Nada va a pasar si soltamos nuestras preocupaciones y nuestras tensiones por unos momentos. Plantearse estas preguntas y observar desde el interior de uno mismo, justo detrás de los ojos, distiende. No se trata de hacer un trabajo a la perfección, sino de hacerlo lo mejor que podamos. En esos momentos de tranquilidad, soy mi amigo, suave, afectuoso, disponible; hemos creado un ámbito para experimentar la Fuerza. Nos dejaremos ir en esta atmósfera placentera, esta dulzura interior, para llevar la atención únicamente a nuestras sensaciones.

El oficiante (la persona que guía la ceremonia) nos invitará a evocar nuestros recuerdos y emociones positivos ocultos en nuestra memoria, no como una orden que uno se da sino más bien como un llamado que surge de esta buena persona que somos, de este ser quien desde el interior de si mismo toma contacto con lo mejor de sí mismo, desencadenando nuevas sensaciones, nuevas emociones. Entonces esta energía psicofísica empieza a circular, a unificarse en todo nuestra cuerpo para que esta Fuerza que nos anima circule libremente como una suave luz. Nos emplaza en otro tiempo, en otro espacio. Con esa Fuerza que recibimos, pedimos aquello que realmente necesitamos en nuestras vidas pero también aquello que necesitan nuestros seres queridos. Quizá nuestros seres queridos no hayan formulado su necesidad, pero nosotros la conocemos, hagámoslo por ellos, como un regalo que hemos recibido y que devolvemos al mundo. De esta experiencia repetida nacen cambios profundos en nosotros y fuera de nosotros.

Es tal vez la señal enviada por los millones de personas que salen a las calles del mundo entero, desde hace algunos años, con un llamado a esta Fuerza para construir un mundo más justo, más humano.