Análisis de Rodney Reynolds por InDepthNews.

Cuando el presidente Barack Obama realizó la visita histórica del 27 de mayo a Hiroshima – donde fuera efectuado un ataque nuclear por parte de Estados Unidos a Japón en 1945 produciendo más de 200.000 víctimas – no ofreció disculpas por la devastación humana, ni proporcionó ninguna justificación por el primer y único uso realizado jamás de armas nucleares.

Pero reiteró su llamado por un mundo sin armas nucleares – incluso cuando los EE.UU. continúan modernizando su programa nuclear, a un costo de más de $ 1 billón de dólares demostrando que todavía hay una brecha creciente entre las promesas y los resultados.

A pesar de todas las buenas intenciones ¿estamos más cerca o estamos muy lejos de una futura guerra nuclear que podría aniquilar a millones de personas?

En una proyección hacia el futuro, el Wall Street Journal del 19 de mayo formuló una pregunta  relevante: «¿Lanzaríamos la bomba de nuevo?»

El Dr. Scott D. Sagan, profesor de ciencias políticas y principal miembro del Centro para la Seguridad y la Cooperación Internacional en la Universidad de Stanford y el Dr. Benjamin A. Valentino, profesor asociado del gobierno en el Dartmouth College, señalan que dos encuestas, una realizada en 1945 y la otra en julio de 2015, sugieren que los estadounidenses están dispuestos a los ataques nucleares a futuro.

Una encuesta Roper, llevada a cabo en septiembre de 1945, un mes después del bombardeo de Hiroshima y Nagasaki, indicó que el 53 por ciento de los encuestados de todo el país señalaron que los EE.UU. «deberían haber utilizado dos bombas en dos ciudades, tal como lo hicimos”.

Una segunda encuesta realizada en julio de 2015, coincidiendo con el 70 aniversario de los bombardeos, indicó que sólo el 28 por ciento apoyó los ataques nucleares de Estados Unidos, mientras que el 32 por ciento «manifestó su apoyo a una huelga de protesta nuclear”.

Los dos académicos, autores del artículo, concluyen: «Nuestras investigaciones no pueden afirmar cómo tomarán sus opciones los presidentes futuros y sus principales asesores, pero nos revelan algo inquietante sobre los instintos de la gente de Estados Unidos: cuando se irritan, no parecen considerar tabú el uso de armas nucleares, y nuestro compromiso con la inmunidad de la población civil de ataques deliberados en tiempos de guerra, incluso con grandes bajas, es poco profunda”.

Hoy, como en 1945, «es poco probable que la gente de EE.UU. sea capaz de contener a un presidente que esté considerando el uso de armas nucleares en el crisol de la guerra”.

Justo antes de la visita de Obama, más de 70 académicos y prominentes activistas, entre ellos Oliver Stone, Noam Chomsky y Daniel Ellsberg, firmaron una carta instando al presidente de los EE.UU. a anunciar medidas concretas hacia el desarme nuclear.

Joseph Gerson, de la organización de paz cuáquera American Friends Service Committee, dijo: «Los EE.UU. están por gastar un billón de dólares más en los próximos treinta años en la nueva generación de armas nucleares y de sistemas de lanzamiento”.

Dijo que el presidente Obama debería cancelar este gasto, revitalizar la diplomacia del desarme  anunciando una reducción del arsenal nuclear de Estados Unidos, y desafiar al presidente ruso, Vladimir Putin, para unirse al inicio de las negociaciones para crear un mundo libre de armamentos nucleares, tal como prometido en Praga y requerido por el Tratado de No Proliferación Nuclear.»

En una carta dirigida a Obama, los 70 activistas dijeron que los bombardeos atómicos norteamericanos de Hiroshima y Nagasaki en agosto de 1945, indiscriminadamente incineraron a decenas de miles de niños, mujeres y hombres en un solo instante.

A finales de 1945 más de 210.000 personas, en su mayoría civiles, habían muerto. Más del 90% de los médicos y enfermeras de Hiroshima murieron o resultaron heridos por la bomba, señaló la carta.
El sobreviviente hibakusha, sus hijos y nietos siguen sufriendo los efectos físicos, psicológicos y sociológicos de los bombardeos. Todavía resultan desconocidos los efectos causados en la salud y el daño genético a las generaciones futuras.

Hoy en día, señala la carta, más de 15.000 armas nucleares, la mayoría de ellas de un orden de magnitud más potente que las bombas de Hiroshima y Nagasaki, el 94% de las cuales está en manos de los EE.UU. y Rusia, continúan representando una amenaza intolerable para la humanidad.

Sin embargo, no hay negociaciones de desarme que estén en marcha o en proyecto.»

El año pasado, el Boletín de los Científicos Atómicos movió las manecillas de su Reloj del Juicio Final a tres minutos para la medianoche, alertando sobre las «amenazas extraordinarias e innegables a la existencia continua de la humanidad» que plantea el «cambio climático sin control, las modernizaciones mundiales de armas nucleares y de arsenales nucleares enormes», y el fracaso de los líderes mundiales para actuar.

Hace siete años en Praga, señalaba la carta, «usted levantó las esperanzas de la gente de todo el mundo cuando declaró: «Como la única potencia nuclear que ha utilizado un arma nuclear, Estados Unidos tiene la responsabilidad moral de actuar. Así es que hoy, declaro claramente y con convicción el compromiso de los Estados Unidos para buscar la paz y la seguridad de un mundo sin armas nucleares».

«Pero por el contrario, bajo su dirección, los EE.UU. están planeando gastar un billón de dólares en las próximas tres décadas en modernización de todo tipo de ojivas nucleares de su arsenal, y para mejorar y reemplazar sus sistemas de lanzamiento – submarinos, misiles con base en tierra, y bombarderos – en el futuro previsible. »

«En esta primera visita de un presidente de los EE.UU. a Hiroshima, usted tiene la oportunidad histórica de demostrar la responsabilidad moral que declaró en Praga».

Para tal fin: «Hacemos un llamado a que, como muestra de buena fe, de un paso intermedio concreto, para reducir drásticamente el arsenal nuclear de Estados Unidos e instar a Rusia a hacer lo mismo, ya que el uso de al menos una fracción de los arsenales existentes podría provocar un invierno nuclear, lo que resulta en un cambio climático severo que conduciría a la hambruna mundial.”

«Hacemos un llamado a que cancele el programa de $ 1 trillón en 30 años para modernizar el arsenal nuclear de EE.UU. y reformar el complejo de las armas nucleares, y que redirija esos fondos hacia la satisfacción de las necesidades humanas.»

El artículo original se puede leer aquí