El fin de semana pasado tuvo lugar una concentración de protesta, ante la Embajada de Estados Unidos en Madrid, por el viaje de Barack Obama al estado español. Hubo otras manifestaciones de condena a tal visita en diferentes puntos de la geografía española.
Aquí, un testimonio de Cordura, que participó en Madrid.
Nuestra concentración se desarrolló bajo extremas medidas de seguridad. Antes de entrar en el recinto vallado, varios cientos de personas fuimos cacheadas, una a una, por la policía. Además se nos impidió, como se aprecia en alguna foto, que nos plantásemos de verdad frente a la benéfica embajada (nos tuvimos que concentrar ante un bloque de entidades bancarias; bien mirado, quizá no sea muy diferente).
No puedo evitar referirme al éxito del smart power: Obama, un emperador no menos criminal que el rudo texano Bush, parece despertar las simpatías de casi todo el mundo en este triste país. Es el fruto de tanto hábil fingimiento, usando fuerzas de choque no directamente estadounidenses (“islamistas” contra Libia y Siria, neonazis contra Ucrania, “periodistas” mercenarios contra Venezuela, parlamentarios cipayos contra Brasil…) para conseguir los mismos fines de siempre. Pero sin olvidar los drones cuyos blancos el propio Nobel de la Paz selecciona cada semana desde su cómodo despacho oval. Ni el campo de torturas de Guantánamo, que prometió cerrar hace más de ocho años y sigue abierto. Ni el esclavista TTIP, con el que el ‘POTUS’ quiere subordinar definitivamente a los europeos bajo los poderes económicos imperiales, etcétera (es imposible ser exhaustivos con tanto crimen y tanta maquinación criminal).
Pues bien, a este personaje le fue a recibir (y a esperar) Pablo Iglesias en una base militar al servicio de la OTAN (i.e., del Imperio). Allí le regaló un libro cuya dedicatoria concluía con la frase “Un abrazo, presidente”. Pablo fue citado de manera expresa, y no para bien, por algún orador en nuestra concentración. Normal, no parece muy coherente que Podemos reclame democracia y recuperación de la soberanía a la vez que su máximo líder recibe perrunamente al mayor enemigo mundial de esos valores.