Por Gonzalo Carbajal

En las vísperas del bicentenario de la Independencia, Macri anduvo de recorrida por EEUU. Se muestra cercano al capital y se esfuerza en diferenciarse de todas las fuerzas políticas que gobernaron nuestro país hasta el 10 de diciembre.

Mauricio Macri participó el jueves 7 de la Sun Valley Conference, una reunión organizada por un banco, el Allen & Company, que reúne a líderes de las más importantes compañías tecnológicas y tiene la particularidad de que no solo sus sesiones son cerradas a los medios, sino que al salir sus participantes esquivan a los periodistas que pretenden saber lo que sucedió allí. Dicen que este año participaron Bill Gates, fundador de Microsoft; Larry Page, de Google; Mark Zuckerberg, CEO de Facebook y Ruper Murdoch, dueño de numerosos medios de comunicación, entre otros.

En su estadía en Idaho (EEUU), Macri dio una entrevista a la cadena CNBC en la que se refirió a la actitud de los argentinos por los tarifazos en los servicios públicos. Dijo, en inglés: «Unfortunately, we have to raise tariffs, because without investment in the last 10 years a country without energy cannot grow. I explained that to the citizens, and they understood». «It’s amazing how they are a companion with us in this effort to go back to growth”.

En castellano sería algo así como: «Lamentablemente tuvimos que elevar las tarifas porque sin inversión en energía durante los últimos 10 años, un país no puede crecer. Se lo expliqué a los ciudadanos y comprendieron». Cerró con otra frase para el archivo «Es increíble cómo nos acompañan en el esfuerzo para volver a crecer». Podemos ver el video original acá.

Con esta introducción podríamos tomar diversos caminos. Elegimos imaginar qué tipo de registro puede tener el presidente de la forma en que los habitantes del país toman las medidas de gobierno para opinar de este modo, cuando en todo el país (y las encuestas de opinión lo muestran) se suceden manifestaciones de repudio a los tarifazos y se organizan formas de respuesta política.

Una de las cosas notorias en los actos por las festividades patrias como el 20 de junio y el reciente 9 de julio es que el presidente no toma contacto con las personas que andan cerca. Tampoco se estimula su presencia y las vallas son moneda corriente. Las vallas siempre separan, en este caso no para protegerlo de los excesos de efusividad como sucedía con Cristina, sino por si el desborde tiene que ver con agresiones e insultos. En este caso las vallas distancian.

Y entonces, ¿cómo se cubre esa distancia para saber qué está pasando con la ciudadanía?

La organización política como sistema de comunicación

Si un político no tiene contacto con la gente empieza a estar en problemas. Con más razón necesitará recibir ese estímulo por otros lados. Pero para eso están las organizaciones políticas. Una organización política es, fundamentalmente, un enorme sistema de comunicación. Comunicación que debe circular. Debe fluir en sentido descendente, para que la palabra de los líderes llegue a la totalidad de los militantes y en sentido ascendente para que lo que sucede en “las bases” y las visiones de la dirigencia intermedia llegue, sintetizada, a quienes toman decisiones.

Pero parece que Mauricio, que lidera la Alianza Cambiemos no lo practica. Quizá por eso Ricardo Alfonsín, dirigente de la UCR uno de los integrantes de su alianza, eligió la red social Twitter para hacerle saber su malestar. Dijo RA: “No consultan al tomar decisiones de gobierno. Tampoco al sumar nuevos aliados (incluso del FPV). ¡Deberán entender cómo funciona un frente!”

A falta de un fluido intercambio orgánico, quedaría refugiarse en lo que dicen los medios de comunicación y desde hace una década aproximadamente, las redes sociales. Al menos, en teoría, serían un buen modo de “saber qué pasa”.

Medios que no median

Hace unos meses el Jefe de Gabinete Marcos Peña describió la manera en que en su gobierno entienden la comunicación en los tiempos que corren. Sobre los medios de comunicación tradicionales explicó que “Funcionan de espacio de intercambio de ideas, dan visibilidad a los temas, controlan a los que gobernamos…”.

Bien sabemos que, superados ampliamente los tradicionales cien días de “luna de miel” que los medios de comunicación otorgan a un gobierno recién asumido, los grandes generadores de opinión siguen “haciendo tapa” con las políticas del gobierno y “tapando” las manifestaciones de repudio y oposición que provienen de los ciudadanos o de la oposición política. Los “no oficialistas” solo logran centímetros cuando hacen gala de cercanía a Macri o le son funcionales: Diego Bossio, Sergio Massa y Margarita Stolbizer son los mayores exponentes.

Visto que en los medios de comunicación no aparecen manifestaciones en contra de las políticas de gobierno, mal pueden ser tenidos en cuenta para medir el humor social. Habrá que ir por otro lado.

Siempre nos quedarán las redes

¿Serán las redes sociales un medio idóneo para que Mauricio se entere de cómo es percibida la marcha de su gobierno?

Los responsables de la comunicación del gobierno de Macri le asignan un rol fundamental, dada la “horizontalidad” que prometen. Pero hay una particularidad que tienen las redes sociales y es que detrás de la supuesta democratización que representaría el acceso sin limitaciones y la inexistencia de editores que seleccionen las noticias choca con el funcionamiento promovido por los algoritmos, los “motores” detrás de la fachada.

Ernesto Calvo es politólogo y viene estudiando el funcionamiento de las redes sociales en relación con la política. Recientemente ha publicado “Anatomía política de Twitter en Argentina” y allí describe minuciosamente su funcionamiento. Una síntesis en dos frases: “los mensajes publicados en nuestro muro confirman nuestros prejuicios” y “la gran mayoría de las redes sociales a las que accedemos, nos permiten vivir en un mundo en el cual todos somos mayoría”.

Del enorme volumen de información que circula en las redes sociales, lo que vemos no nos aparece de manera espontánea. Primero está nuestra selección de “amigos” y “seguidos”. En eso sí influimos nosotros. Pero detrás de nuestro muro de Facebook hace mucho tiempo que hay “motores”. Son los que deciden en última instancia qué cosas leemos, que cosas -de quienes de nuestros amigos- se nos muestran y qué cosas quedarán fuera de alcance. También nos aparecen sugerencias, basadas en nuestro comportamiento pasado. Del registro de todo nuestro historial en la red, el algoritmo va definiendo nuestro perfil y en función de eso es que estima qué cosas nos van a gustar.

No hace mucho tiempo Twitter empezó a imitar este comportamiento con sus sugerencias de lo “que te perdiste” mientras no estabas mirando. La forma de interactuar en estas redes, excluyendo trolls, fakes o bots, es mayoritariamente entre comunidades que piensan de la misma manera. Esos “diálogos” terminan reforzando las ideas comunes.

En materia política, tanto Twitter como Facebook se comportan como el verdadero “diario de Yrigoyen” del siglo XXI. Como explica Calvo, nos entregan una imagen de “un mundo en el cual la mayoría de las voces se parecen a sí mismas”.

Volvamos a Macri

Pensemos en la insistencia en la comunicación directa en las redes sociales que practica desde tiempos previos a la campaña presidencial. Hace poco sumó otra red, Snapchat, y fue recibido con una queja por parte de Clarín por entregar contenido en exclusiva a “un medio extranjero”.

Su afirmación de que las más cruentas medidas de su gobierno son comprendidas y acompañadas por la ciudadanía tiene explicación: sabe que la periodista que lo entrevista no tiene modo de contrastar sus dichos, y si entra a sus redes sociales enfrentará el fenómeno que describíamos.

Mauricio sabe quiénes son sus seguidores y adherentes y allí comunica, dentro de esa comunidad. Eso no es grave, en todo caso es su estrategia. Lo mismo cabe para todas las otras fuerzas políticas. Pero así como es más cómodo comunicar dentro del lado propio de la grieta, se corre el riesgo de creer que estamos aumentando el nivel de adherentes cuando solo salimos a “cazar dentro del zoológico”. Un signo de lectura del clima es ver que terminó participando del desfile del 10 de julio luego de que arreciaran las críticas por haber dicho que no asistiría por cansancio.

El verdadero desafío de la comunicación política es tener en cuenta a todos. Hablar a los propios, a los adversarios y a quienes necesitamos convencer. Sirven los medios masivos y las redes, pero muchas veces es cuerpo a cuerpo, cara a cara y en la calle. Donde no hay vallas, editores ni algoritmos que te defiendan.

El artículo original se puede leer aquí