Decenas de miles de japoneses han salido a las calles de la capital, Tokio, para denunciar la entrada en vigor de la polémica reforma de seguridad que pone fin a más de 70 años de la Constitución pacifista nipona.

«(El primer ministro, Shinzo) Abe, dimisión», «protejamos la vida», «no asesinéis a nadie» o «detengamos la guerra, no la necesitamos», han sido algunos de los lemas gritados por unos 37.000 manifestantes congregados este martes frente al Parlamento.

La ley de seguridad, un proyecto de ley propuesto por el conservador Gobierno de Abe, fue aprobada por el Parlamento en septiembre de 2015.

La normativa autoriza a las tropas niponas a combatir en el exterior por primera vez desde la II Guerra Mundial, incluso si los intereses de seguridad de Japón no se vean amenazados. Con esta ley el Ejército japonés puede proporcionar ayuda militar a EE.UU. y a otros aliados.

La reforma militar ha entrado en vigor pese a que las encuestas muestran desde hace meses que la mayoría de los japoneses se opone a este cambio normativo. Un sondeo realizado el pasado fin de semana por la agencia local Kyodo mostró que un 49,9 por ciento de los ciudadanos rechaza la reforma legislativa, mientras que un 39 por ciento está a favor.

La oposición, que sigue rechazando con firmeza la reforma, ha prometido hacer campaña contra ella en las futuras elecciones a la Cámara alta, previstas para el próximo verano boreal.

En contraposición, las autoridades niponas consideran este cambio necesario para mejorar la cooperación internacional.

La ley «es vital para evitar las guerras y proteger las vidas de la gente en medio de un entorno de seguridad cada vez más severo que rodea a nuestro país», ha afirmado el secretario de Gabinete, Yoshihide Suga, en una conferencia de prensa.

Asimismo, ha añadido que Tokio va a tratar de preservar la paz «a través de la diplomacia y no hay ningún cambio en absoluto en nuestra política de diplomacia proactiva para ese propósito».

El Gobierno nipón abrió el lunes una base militar en la isla de Yonaguni, la porción de tierra habitada más occidental del archipiélago japonés, y desplegó allí una unidad permanente de las Fuerzas de Autodefensa (Ejército), que cuenta con 160 miembros.

La base se encuentra a unos 150 kilómetros (90 millas) al sur de las islas disputadas por Tokio y Pekín, conocidas como las islas Senkaku, en Japón, y Diaoyu, en China, lo que le permitirá vigilar las actividades marítimas de China.

El gigante asiático denunció el acto “provocativo” de Japón y le pidió evitar acciones que perturben la paz y la estabilidad regionales.

Las tensiones entre China y Japón se intensificaron en 2012 después de que el Gobierno japonés nacionalizara tres de las islas que llama Senkaku en el mar Oriental de China.

En medio de las crecientes tensiones, el Gobierno nipón ha decidido expandir sus Fuerzas de Autodefensa en el mar Oriental de China durante un período de cinco años, al elevar el número de su personal a 10.000. Japón tiene planes, además, para incrementar sus baterías de misiles allí para que sea capaz de dibujar una cortina defensiva a lo largo de la cadena de islas.

China, a su vez, ha pedido a la comunidad internacional que permanezca en estado de alerta sobre la expansión militar de Japón en la zona.

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