Por Aurora Marquina

Días atrás, los seguidores de un equipo de fútbol holandés protagonizaron un espectáculo vergonzoso lanzando monedas a unas mujeres indigentes como divertimento de decenas de ellos. La escena tuvo lugar en la céntrica Plaza Mayor de Madrid. Sobre este hecho, Aurora Marquina reflexiona en esta pequeña nota.

La sequedad interna que caracteriza estos tiempos, donde al alma y al espíritu son ocultados bajo  la ilusión de que lo mejor, lo real, lo auténtico es ir corriendo tras el éxito, aunque sea efímero; tras el poder, aunque se ejerza sobre un pobre perro; tras la ‘cultureta’; tras el consumo, cuanto más mejor… Aunque termines ahogado por la cuerda del deseo. Todo ello es bueno, para eso estamos aquí. Estamos, parece, para todo menos para mirar en nuestro interior y escuchar ese latido de amor y bondad que yace en cada corazón, en lo profundo de cada uno

Y así hace unos días tuvimos que asistir al triste espectáculo provocado por los «hinchas” de no sé qué equipo holandés de fútbol, que hinchados de fanfarronería tiraban monedas a unas mujeres que pedían limosna para poder vivir y se divertían viendo como se lanzaban al suelo, según su mandato, para que les echaran de “comer” y cómo quemaban ante sus ojos algún billete de euros. ¿Se puede ser más crueles? ¡Infelices! No saben que ellos pueden ser los siguientes.

Hubo respuesta por algunas de las personas que observaron este repugnante hecho y en silencio alguna persona logró dar ejemplo  humanizador. Poco después llegó la policía antidisturbios y ¿qué hizo? No, no detuvo a los agresores, sino que una vez más “detuvo” a las agredidas retirándolas del escenario; los “hinchas» siguieron hinchándose a cervezas, alardeando poderío, bajo la mirada protectora, eso sí, de los antidisturbios, ¡qué curioso!

¿No es esto motivo de reflexión?