Se sabe que en la antigüedad el poder matriarcal predominaba en las estructuras sociales. También se sabe que, a lo largo de la historia hubo reinas poderosas, pero en casos aislados. Sin embargo, se sabía poco o nada – o fue ocultado – de los fuertes ecos de la soberanía femenina durante la Edad Media en la Península Ibérica como fenómeno antropológico, es decir, plenamente legitimado por las prácticas políticas, sociales y culturales .

De eso trata el estudio acerca de los paradigmas del poder femenino medieval que está siendo desarrollado por la filóloga portuguesa Maria do Rosario Ferreira. En un reciente seminario respecto al tema celebrado en la Universidad de París-Sorbona, ella presentó datos concretos e innovadores sobre la prevalencia de la descendencia femenina en la transmisión del poder real durante los siglos de la llamada Baja Edad Media o Antigüedad tardía.

Su tesis presenta una solución coherente a uno de los enigmas más intrigantes de la historia de la época: la sucesión real entre los años 718-842 en el reino de Asturias – territorio al norte de la península, que se mantuvo fuera de la zona árabe, y que antecede a la formación de los reinos de Portugal y España. En otras palabras, la secuencia de reyes entre Pelayo y Alfonso I señalada en los documentos historiográficos no tenían sentido, cuando es estudiada desde el punto de vista de la descendencia masculina.

Por lo tanto, surgió, a partir de «un cirúrgico pero radical cambio de perspectiva: la hipótesis, basada por una parte, en la información contenida en la historiografía Asturiana las últimas décadas del siglo IX y comienzos del siglo X, reinterpretados a la luz de los datos clásicos de la antropología en las estructuras de parentesco y, por otra, en las reconocidas evidencias de matrilinearidad y matrilocalidad entre los Cántabros. De acuerdo con esta propuesta, entonces, la soberanía se llevaría a cabo por las mujeres y sería transmitida por la línea femenina, de madres a hijas. En términos generales, la sociedad asturiana estaría dirigida por reinas conectadas a la primera función, que delegarían la componente guerrera del ejercicio del poder real y, eventualmente, el gobierno efectivo a los hombres con los cuales se casaron o, alternativamente, a aquellos con los cuales tenían algún tipo de parentesco de sangre. En caso de muerte u otra incapacidad del «rey», el poder era recuperado por la reina, que indicaba con él un nuevo rey. [ … ] A la muerte de la reina, la soberanía pasaba a su hija [ … ] De acuerdo con este análisis, lo que se ha interpretado como la descendencia de Pelayo, y que se refiere principalmente a sus hijos, queda en última instancia, más acertadamente descrito como la descendencia femenina de la mujer Pelayo», escribe la investigadora en un artículo publicado en el sitio web E-spania (http://e-spania.revues.org/20879).

La gran mayoría de los estudios presenta el tema de la sucesión asturiana con exclusión de cualquier forma de participación de las mujeres, y los más recientes admiten a las mujeres como mediadoras entre dos hombres, por lo general entre suegro y yerno, su padre y su marido. «Políticamente inerte, transmite un poder del cual no participa, y su rol se agota en esta transmisión», agrega.

Es importante mencionar que este descubrimiento se inspira en la interpretación del universo simbólico expresado en el tema de las leyendas del tema incestuoso de la Edad Media y la Edad Moderna y también en las narrativas orales como el de la Doncella que va a la guerra, que hasta hoy sobreviven y han sido compiladas por estudiosos en diferentes lugares de la Península Ibérica. Según Rosario, independiente de las diversas connotaciones, estos relatos se refieren a la existencia del poder femenino representado en el imaginario colectivo de la época.

Es decir, la solución del rompecabezas de la sucesión asturiana por la transmisión matrilineal es la punta de un iceberg del verdadero alcance del rol de la mujer en la sociedad medieval, una cuestión hasta ahora prácticamente inexplorada por los estudiosos, ya que la perspectiva de género como lente teórico es reciente. Por eso es importante para profundizar en el estudio de la configuración de la escritura historiográfica como un instrumento ideológico y su representación y/o ocultamiento del poder femenino.