En estos días, hemos tenido la oportunidad de leer el artículo que Ayan Yuhas ha escrito respecto a la Inteligencia Artificial (IA) en el diario The Guardian, titulado “¿Apostaría Ud. contra robots sexuales? La Inteligencia Artificial (IA) podría dejar a la mitad del mundo sin empleo”. Recomendamos su lectura y agradecemos la traducción a Ángel Bravo.

En dicho artículo se muestran distintas posturas a favor del empleo de las máquinas pero especialmente el temor a la Inteligencia Artificial de notables científicos como el físico Stephen Hawking, quien manifestó que la IA “podría significar el fin de la raza humana” o del multimillonario tecnológico Elon Musk quien dijo que “representa la mayor amenaza a nuestra existencia”. Dicho miedo, dice Yuhas, ha llegado incluso hasta la ONU, donde un grupo se ha autoorganizado como ‘Campaña para detener a los Robots Asesinos se reunió con diplomáticos el año pasado’.

Tomaremos algunos puntos del artículo que nos han interesado especialmente.

En el mismo, se afirma que –según el científico Moshe Vardi- en los próximos 30 años las máquinas podrían dejar sin trabajo a más de la mitad de la población mundial “…eliminando los empleos de la clase media y exacerbando la desigualdad”.

Comenzaremos por aclarar dos conceptos que están mezclados pero no son lo mismo: el de empleo y trabajo. Empleo es un trabajo remunerado económicamente y trabajo es la actividad para producir un bien, tangible o intangible que puede ser remunerado o no. Se da la paradoja, de hecho, de que hay empleos que no producen bien alguno y una gran parte de los trabajos (cuidado de niños, mayores y enfermos en las familias, el trabajo de millones de mujeres en la casa, el trabajo activista por mejorar la sociedad, trabajos voluntarios de distinta índole, buena parte del trabajo artístico, etc), que no están remunerados.

Hemos de decir también que, cuando se sigue reclamando pleno empleo, con las mismas horas de trabajo, se olvida que cada día habrá menos empleo porque será sustituido por máquinas; por tanto, se está hablando de pura ‘ficción’.

Las máquinas reemplazarán a las personas, nos guste o no. Algo que a nosotros, por cierto, nos gusta porque se plantea la posibilidad real de que el empleo sea más liberador y que tengamos más tiempo para los temas que verdaderamente nos importan.

Por otro lado, que Vardi y otros personajes, de los que se habla en el artículo, vean únicamente que la sustitución de las máquinas por las personas supondrá mayor desigualdad social, indica que hablan desde los valores que mueven a este sistema, cuyo dios es el dinero y que se apoya en lo puramente material, y que se siga viendo como algo normal que unos pocos se apropien de lo que es de todos.

En realidad, lo que vemos es un gran reto ante nosotros: la posibilidad de retroceder siglos en la historia o un salto cualitativo como nunca lo ha dado antes el ser humano.

Nos parece, entonces, que la discusión no es de si es positivo o negativo el reemplazo de personas por máquinas; de lo que hemos de hablar es de las decisiones políticas que han de tomarse para producir una redistribución de la riqueza, que dé lugar a mayor justicia social, y del modelo de sociedad al que aspiramos. Como consecuencia, de lo que necesitamos conversar es de cómo hacer para que se produzcan tales decisiones políticas y cómo hacer para construir entre todos ese nuevo paradigma, esa nueva sociedad liberadora de las condiciones esclavizantes de ésta, una sociedad de paz y noviolenta necesariamente.

Para que esto se dé, es necesario que la conciencia individual y colectiva cambien, abriéndonos a nuevas posibilidades que ya están aquí y que el cedazo de nuestra ‘mirada esclava’ y una forma mental que viene de hace miles de años no nos permite ver.

Seguimos con las palabras que Ayan Yuhas rescata de Vardi sobre el tema ante la Asociación Americana para el Progreso de la Ciencia “Nos estamos acercando a un tiempo en el que las máquinas serán capaces de superar a los seres humanos en casi cualquier tarea. Creo que la sociedad necesita afrontar este asunto antes de que esté encima de nosotros: si las máquinas son capaces de realizar casi cualquier trabajo que los humanos pueden hacer, ¿a qué se dedicarán los seres humanos?” , “¿qué pueden los seres humanos hacer cuando las máquinas son capaces de hacerlo casi todo?”.

En realidad, cuanto mayor tiempo necesitamos para el empleo (por cierto, en condiciones cada vez de mayor explotación en todo el mundo), menos tiempo tenemos para trabajos mucho más inspiradores y enriquecedores. Así es que nos parece muy interesante –como apuntábamos- que las máquinas reemplacen el empleo de las personas sustituyendo, ojalá, los empleos en condiciones más duras. Por cierto, todo está inventado para que los trabajos más duros sean reemplazados por máquinas.

Nos parece un reto fantástico. ¡Tantas generaciones de seres humanos intencionando y trabajando para eliminar el sufrimiento propio y ajeno y hoy nos encontramos ante la posibilidad real de que buena parte del dolor y del sufrimiento generados por la violencia económica, por ejemplo, por trabajos esclavos, etc. desaparezcan!. Es una excelente noticia, aunque nuestro sistema de creencias se resista a tal posibilidad liberadora para la humanidad.

Si se analiza desde el propio sistema, desde los valores del propio sistema en el que estamos inmersos, es terrible. El sistema va a la hecatombe… Y, en realidad, sí, va al desastre.

Coincidimos en ese análisis. Esta sociedad violenta basada en la explotación del hombre por el hombre, en la apropiación de lo que es de todos por una minoría cada vez más escandalosamente enriquecida, cuyos métodos violentos para conseguir lo que quiere no tiene fin; que potencia el consumo absurdo poniendo en riesgo el propio planeta, cuyos recursos son limitados, que se arma para hacerlo explotar decenas de veces… Claro que este sistema va hacia el desastre y está poniendo en juego al planeta.

Pero a nosotros nos interesa el futuro increíblemente positivo que aparece como posibilidad ante el ser humano. Y es sobre ese futuro que tendríamos que estar conversando, poniéndonos de acuerdo y no perder más el tiempo en esta realidad violenta que tiñe nuestra vida cotidiana y en la cual quieren aplastar a la conciencia humana.

Yujas sigue diciendo en su artículo “Vardi insistió en que incluso si las máquinas hacen la vida más fácil, la humanidad se enfrentará a un desafío existencial. ‘No encuentro prometedor este futuro, igual que no me parece atractiva la perspectiva de una vida sólo de ocio’, afirmó. ‘Creo que el trabajo es esencial para el bienestar humano’…. Vardi manifestó que pretendía que los científicos se reunieran para considerar si la tecnología que estamos desarrollando beneficiará en última instancia a la humanidad. ‘El género humano está a punto de enfrentar el que quizás será el mayor desafío de toda su existencia, encontrar sentido a la vida después del fin del ‘ganarás el pan con el sudor de tu frente’,… afirmó. ‘Necesitamos poder estar a la altura de los tiempos y lograr acometer este reto’.

Gracias por plantearlo tan claramente, Sr. Vardi, porque éste es un punto clave ya que toca el sistema de creencias que está en el trasfondo de nuestra sociedad y que la justifica; hablamos de los argumentos de quienes entienden que el ser humano ha de poder comer sólo si su esfuerzo es grande y está acompañado de sacrificio.

De tal modo que pareciera que lo que nos define como seres humanos es que tengamos un empleo y que ganemos el pan con el sudor de nuestra frente. Algo que está tan incorporado en nuestros valores que defienden esta posición creyentes y ateos, pareciendo –como se argumenta- que lo que nos da dignidad es el empleo. Cuántas depresiones, infartos, cánceres y muertes han habido, hay y todavía habrá porque al perder el empleo, la persona siente que no vale nada.

Nosotros decimos que el ser humano por el hecho de haber nacido es digno, y que este sistema permite que unos pocos que han robado lo que es de todos, le impida tener condiciones que le permitan desarrollar esa dignidad que le es inherente.

Volviendo al artículo, en él se dice “Al contrario que la revolución industrial, señaló Vardi, ‘la revolución de la IA’ no será un asunto de máquinas físicamente poderosas que superan a los trabajadores humanos, sino más bien una contienda entre el ingenio humano y la inteligencia y la fuerza mecánicas…”.

Pareciera que éste es el gran reto para el ser humano de hoy: la superación de la mecanicidad de la propia conciencia, asumir que somos seres históricos e intencionales y que desarrollar la intención es lo que ahora más que nunca nos puede permitir pasar a otra etapa absolutamente nueva para el ser humano.

Queremos rescatar lo que Silo expresara en una charla acerca de la condición humana, en 2003 en Mendoza (Argentina), al respecto: “… Estamos hablando de acumulación histórica, de correntada evolutiva, de la invitación a percibirse como el ser histórico y social que uno en realidad es.

En este momento lo más importante es la posibilidad de que esta acumulación histórica produzca un cambio significativo en el ser humano. Los procesos acumulativos suelen producir –en ciertos momentos- saltos de cualidad…. puede ahora surgir en el hombre una voluntad de transformación de la propia estructura de su conciencia.

Es posible el intento de querer transformarse a sí mismo, modificando el modo de pensar y el modo de estructurar lo que llamamos realidad…

En esta época el ser humano ha comenzado a cambiar su estructura corporal: modifica sus tejidos, huesos, órganos, etc implanta nuevas prótesis y en breve comenzará a modificar su estructura genética. Pero una modificación de mayor envergadura está en ciernes: la de la intencionalidad de la conciencia».

En síntesis, hoy el ser humano ha llegado a un punto, consecuencia de la intención y del trabajo acumulado de miles de generaciones a lo largo de la historia, en el que por primera vez puede liberarse de ciertas condiciones esclavizantes.

Si las máquinas hacen buena parte de lo que el ser humano está haciendo ahora, éste tendrá mayor energía para ganar en conciencia de sí mismo, para meditar acerca de su existencia y el sentido de su vida aquí; tendrá disponibilidad para elevar su nivel de conciencia, para cambiar la estructura de la misma, convirtiéndose fundamentalmente en un ser intencional, de tal modo que comprenderá que podrá construir el mundo al que aspire.

Así es que elevemos nuestras cabezas y nuestros corazones. Corramos el velo que nos impone este sistema, salgamos de la red de sombras en las que nos mantienen prisioneros, y permitámonos aspirar a una realidad que avance hacia la eliminación del dolor y el sufrimiento, comenzando -como objetivo intermedio- por exigir una renta básica universal.

Dediquemos nuestra energía a las posibilidades ilimitadas y fantásticas que se nos abren en este momento histórico.

Ocupemos nuestro trabajo en la construcción de nueva civilización planetaria, hermanada y no violenta.