Ayer los perroflautas, los airados, los indignados, los hartos, los desoídos, los ignorados, a los que ponían vallas para que no entraran, entraron en las Cortes con todas las de la ley y con toda la legitimidad de los votos.

Muchos de los que gritaban “no nos representan” son ahora representantes públicos y tienen que representarnos si no quieren que les gritemos lo mismo.

Recordaréis cómo vallaron el Congreso y lo blindaron de policía para que no pudiéramos acercarnos a los que supuestamente nos representaban. Recordaréis cómo mandaron a sus sabuesos a repartir leña al mono con sus porras de goma dura. Recordaréis también cómo nos dijeron, “si quieren acercarse al Parlamento que se presenten a las elecciones y que vayan a las urnas”.

Recordaréis que cuando Podemos les hizo caso y sacó un millón doscientos mil votos en las europeas, siguieron menospreciando la voz airada de la calle y llamándonos perroflautas porque el Parlamento europeo les parecían desiertos lejanos.

Hay que recordar todo esto. Hay que recordarlo porque ayer los perroflautas, los airados, los indignados, los hartos, los desoídos, los ignorados, a los que ponían vallas para que no entraran, entraron en las Cortes con todas las de la ley y con toda la legitimidad de los votos. Primero rodeamos el Congreso por fuera, ahora el hemiciclo por dentro.

Pueden hablar de que Bescansa metió a su bebé en el Congreso para que no hablemos de que el PP ha metido al presunto corrupto Gómez de la Serna, que se ha ido del partido por voluntad propia ahora que ya está aforado, no porque le hayan echado. Pueden distraernos con el niño de Bescansa aunque ya ha explicado ella que aún no quiere dejarlo en la guardería porque es un lactante. Mientras no sea costumbre ni interfiera en su trabajo, tiene todo el derecho como lo tuvo Alicia Sánchez Camacho que hizo lo mismo en el parlamento catalán porque no tenía a nadie con quien dejar a su hijo.

Pueden mofarse de la fórmula para prometer cargo de los diputados de Podemos para que no hablemos de que PP, PSOE y Ciudadanos han nombrado vicepresidenta de la mesa del Congreso a Celia Villalobos, la diputada que jugaba a los marcianitos en el Parlamento. También Podemos con su pirotecnia y sobreactuación para chupar cámara, contribuyó a que no veamos que Ciudadanos ha empezado jugando al Candy Crash con el bipartidismo a las primeras de cambio. En fin, pueden distraernos con lo anecdótico para que no atendamos a lo esencial.

Pero nada debe distraernos de que lo verdaderamente relevante que ocurrió ayer es que el movimiento social al que maltrataron por recriminarles su falta de representatividad, ahora está representado ahí con ellos, ocupando los mismos bancos que creían solo suyos, en el Congreso que para algunos era su cortijo. Por eso están tan nerviositos, se remueven en sus asientos y arman tanto bullicio. Porque no se lo creen. Y no es para menos, lo que ha pasado es una revolución, una transformación social que ha cambiado la política desde la base y ha llegado hasta arriba, muy distinta por cierto de la Transición pilotada desde alturas cada vez más innaccesibles. Queda todo por hacer, sí, pero eso ya está hecho.

No pasarán, nos decía la derecha robándole a la izquierda el grito de la resistencia republicana de Madrid en la Guerra Civil. Pues como luego cantó la tonadillera franquista Celia Gámez, ahora les decimos: “Ya hemos pasao”. Se lo digo sin revancha ni guerracivilismo, sólo por devolver las cosas a su sitio, que es lo que vimos a ayer, que el Congreso volvió a ser la casa de todos, no sólo de los de siempre.

Ahora está la sociedad española con toda su complejidad mucho mejor representada, desde la España encorbatada a la de los perroflautas con rastas, a los que Rajoy miraba con los ojos como platos y vasos, recién descubría la España que ha cambiado este país mientras él se atrincheraba en el plasma. Ya estamos todos. Unos y otros. También es ridículo que Podemos diga que sólo ellos son la voz del pueblo en el Congreso. Pueblo somos todos, hay pueblo que no les vota a ellos y representantes son todos los que han sido votados. El día que lo interioricemos, no sé si lo verán mis ojos, empezaremos a olfatear el significado de la palabra democracia.

Esto es lo que pasó ayer. Muchos de los que gritaban “no nos representan” son ahora representantes públicos en la Cámara de representación de la soberanía popular. Ahora tienen que representarnos si no quieren que les gritemos lo mismo. Porque nosotros vamos a seguir en la calle. Ellos están dentro, de lo que me alegro, pero la gente de a pie vamos a seguir fuera, rodeando el Congreso. Como debe ser. Que no se les olvide.

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