Textos: Periódico Andén para Facción
Fotos: Cobertura colaborativa Facción

En la “ñoquiada” que se organizó frente al Congreso Nacional de Buenos Aires en repudio a los despidos de empleados estatales no hubo banderas ni bombos. Sin que esto signifique ser más o menos “manifestación” que una en la que los hubiera.

Lentamente, a partir de las cinco de la tarde se iba sedimentando gente que se sumaba a la idea de amasar y comer ñoquis como símbolo de apoyo a los trabajadores despedidos de los diferentes Ministerios y en repudio a la persecución política que se viene sosteniendo desde el Gobierno macrista con el discurso de los “ñoquis”.

Quizás por eso, porque no había bombos, se pudo escuchar con suma claridad a Marta Dillon, la periodista y activista argentina, que explicó los objetivos de la convocatoria: la liberación de Milagro Sala y la reincorporación de los trabajadores despedidos.

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“No somos ñoquis, somos la viva expresión del achicamiento de Estado” — decía Marta, firme y vehemente -. Y, agregaba para dar cuenta de la relación entre la masa de ñoquis y la masa humana, las manos que amasan y las manos en las que está el Poder, que “hoy ponemos las manos a la obra porque el poder está en la masa”.

Para evidenciar que los despedidos no son números sino que son personas, con familias y con historias, igual que cualquiera, múltiples “ñoquis” despedidos de sus trabajos comentaron sus experiencias.

Desde correctores de textos hasta informáticos, pasando por múltiples profesiones, todos y cada uno contaron sus vivencias, traspasados por la necesidad de compartir la indignación por el destrato de los funcionarios del gobierno de turno y el desprecio hacia su labor.

Es que todos los presentes tienen la conciencia de que, tal como dijera uno de los trabajadores despedidos, “si este gobierno viene tan represivo como se viene mostrando, tenemos que estar muy unidos para salir a la calle.”

Empleados calificados, experimentados y convencidos, que eligieron trabajar en el Estado porque es una herramienta de transformación social, en fin, los trabajadores, explicaron perfectamente que tanto los despidos como el licuamiento de competencias específicas de áreas y de programas públicos responde, lisa y llanamente, al achicamiento del Estado que se pretende llevar adelante.

Pero — revelan los trabajadores despedidos — la “revolución de la alegría” no elige a sus víctimas de manera aleatoria. Se enfocan, por lo menos por ahora, en aquellas áreas y Programas cuyas incumbencias son prescindibles de cara a las nuevas políticas que trae el actual gobierno: la investigación de delitos económicos durante la última dictadura militar, la salud integral de los adolescentes, Verdad y Justicia, Programas de Afrodescendientes, etc.

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Otro tema que atravesó las experiencias narradas fue la actividad gremial. Por un lado, se denunció a ciertas comisiones internas de diferentes organismos que avisaron por mail a los empleados despedidos que no iban a ser defendidos por ellos. Pero, como contrapartida, Pablo Guevara — del Consejo Directivo de ATE Capital — marcó la necesidad de estar en primera línea pero no solo para defender a los empleados del Estado sino también para articular con todas las asociaciones gremiales, incluyendo las del sector privado, que también se verán perjudicadas por las políticas macristas.

Además, agregó Guevara, el 31 de Marzo es la fecha en la que se resolverá si están despedidos alrededor de unos 26.000 empleados del Estado (a raíz de que gran cantidad de los contratos en relación de dependencia que usualmente se prorrogan desde cada 1º de enero y por el término de un año, en esta ocasión fueron prorrogados solo por tres meses).

Entonces, -Guevara concreta su idea- antes del 31 de Marzo hay que hacer un paro general en el que le digamos Basta a los despidos.

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Una manifestación diferente, con música, con debates, con arte, con “ñoquis”, con grupos de amigos charlando. Quizás esta sea una nueva manera de pensar las manifestaciones: que la marcha, la ñoquiada, el corte de calle sea un lugar para celebrar “la lucha, la alegría, el encuentro” y que así se le pueda dar organicidad, también, a los colectivos sin banderas.

Por último, estuvo Telesur, sí. Pero no hubo ningún otro medio que mostrara a quienes le pusieron el cuerpo y dijeron “presente”.

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