Hoy me tocó narrarte, contarle al mundo de vos. ¿Y qué puedo decir? Ni siquiera quiero describirte.

Aunque te invento mientras hablo, odio verte. ¿Te diste cuenta lo feos que te quedan esos aros? Son más grandes que tu cara. Y te pones tantos collares que tu cuello parece el de una jirafa. Pero te creés la más linda de todas y salís a la calle maquillada y adornada desde los zapatos hasta el pelo.

¡Ay, qué castigo es estar con vos, aunque seas solo palabras! Tampoco te destacás por tu conversación. ¿De qué va a hablar una persona como vos? Lo único que hiciste toda tu vida fue pedir -exigir, mejor dicho-, y se te dio todo.

Compramecompramecomprame, traemequieroya, esoesoyesotambién. Se te dio todo, sin que aprendieras nunca de dónde vienen las cosas.

Puedo quejarme también de tus ideas, que son nefastas. Puedo protestar por tu personalidad. Puedo desdeñar todos tus hábitos. Pero lo único que estoy logrando es que cada palabra sea más y más pesada. Me pregunto qué pasará si cuento otra historia… ¿te diste cuenta lo lindos que le quedan esos aros?