No han bastado los desastres que pusieron en evidencia la precariedad de las condiciones de seguridad en las empresas bengalíes y en particular en el sector textil, el sector más pujantes de la economía del país. Tampoco han sido suficientes las acciones de las multinacionales de la vestimenta y de los accesorios que tienen importantes centros de producción en Bangladés. Para la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el 80% de las empresas dedicadas a la producción de vestimenta para la exportación carecen de adecuadas instalaciones eléctricas y medidas de seguridad contra incendios.

Que esto choque con las afirmaciones tranquilizadoras del gobierno que se comprometió a verificar periódica y seriamente la situación hace más grave aún la cuestión, porque afecta a un sector que no solo es el primero por los ingresos que produce para el país (20 mil millones de dólares anuales) y el segundo a nivel global, luego de la China. También se produce en un país en que murieron 1.100 personas el 24 de abril del 2013, la mayoría de ellos obreros, en el derrumbe del edificio Rana Plaza, donde tenían sus sedes varias fábricas textiles. El 24 de noviembre de un año antes, 112 personas murieron carbonizadas en el incendio de una fábrica, la Tazreen, donde los empleados eran encerrados bajo llave para evitar que salieran durante el horario de trabajo.

El inspector general de empresas, Syed Ahmed, se apresuró a declarar que un gran porcentaje de empresas orientadas a la exportación, son en realidad seguras, con amplias mejorías respecto del 2013. Las afirmaciones de Ahmed son significativas, ya que el desastre del Rana Plaza perecía haber sido la divisoria de aguas entre una cultura de la productividad a bajo costo y en cualquier situación, y una de mayores ganancias salariales, situaciones ocupacionales, y de seguridad para los cuatro millones de trabajadores del sector.

De las 1.500 empresas implicadas en el programa gubernamental de verificaciones apoyado por la OIT, sólo 36 fueron obligadas a cerrar, mientas otras 37 han sufrido clausuras parciales, en algunos casos luego anuladas.

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